No quedan campanas que despierten a estas piedras,
ni brisa refrescante para flores y sonrisas.
Solo los mosquitos conocen los senderos,
mientras la solana agrieta las macetas.
Nadie se asoma al rumor de los arroyos,
ni quedan amaneceres con música de alondras.
El tiempo ha parado sus corceles,
mientras una lagartija baila
en la derrota gris de los escombros.
Un grito de cicatrices, rompen los silencios,
mientras los nidos vacíos se llenan de tristeza
y en la noche las estrellas tiemblan ateridas
de desesperanzas y abandonos.
Sin escuchar las risas de los niños,
todas las lunas serán menguantes,
los soles calentarán las ausencias
y solo la oscuridad dará fe de vida
de esta tierra nuestra que se muere.
Desgarrador y precioso al mismo tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo, Juan.
Y los humanos somos los responsables, acá el cambio climático no tiene nada que ver, un abrazo emocionado Juan!
ResponderEliminarLo pintas crudo, pero es una triste realidad, el campo se nos muere, parece que solo haya interés en dar la última palada.
ResponderEliminarUn abrazo!
Cuánta tristeza en estos bellos versos, Juan. a pesar de ella, la poesía se abre camino y logra conmover el corazón. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarPrecioso poema, pero malo para un domingo por la tarde :-))
ResponderEliminarJuan, has descrito de maravilla nuestros pueblos vacíos y faltos de vida, la sequedad y el abandono los condenan a la soledad agónica...Gran expresividad y belleza literaria, amigo.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y feliz domingo con los tuyos.
Es un vacío existencial el que nos hunde cada vez que se piensa en todas esos hechos que relatas y que son reales pero que al estar envueltos en ese lenguaje poético tan tuyo, te llegan tan adentro que te tocan las fibras del alma.
ResponderEliminarUn abrazo, POETA.
Triste poema, pero no has podido describir mejor esta situación seca, árida, pegajosa que vivimos en el mundo. Abrazos
ResponderEliminarHola amigo mío, he sentido el abandono, la soledad, y la necesidad de que no solo vuelva a tañir las campanas, sino también se escuche el murmullo humano. Besos :D
ResponderEliminarPoema y pintura muy tristes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Aún estamos a tiempo de salvarla. Pero no nos queda mucho tiempo. Quizás nuestros hijos...
ResponderEliminarUn abrazo, Juan.
Juan, he dado un paseíllo por tus obras últimas y te felicito. Tengo la sensación de que estás
ResponderEliminardisfrutando esta etapa, abriendo el tarro creativo y soltando todo lo que provoca tu
inspiración, magnífico, sin orden ni concierto.
Músicos y flores, rincones cubistas, zigzagueo de cielos y nubes. Libre, el poeta disfruta.
Un poema precioso y es tangible lo que expresas.
ResponderEliminarMe llega dentro ese sentir y creo como dice Diego que aún se puede salvar.
Es un regalo la tierra, derrochamos y no valoramos.
Un abrazo Juan.
Leo un poema, un sentido, un sentimiento, de un incierto devenir... Que no ha llegado!
ResponderEliminarPero ya las lágrimas y los lamentos parecen florecer... antes de tiempo.
La campana de Arrazola en el corazón del Valle de Atxondo, con su sonido "roto", sigue dando las horas... Aquí la naturaleza vive sus instantes uno tras otro.
Abrazos Juan. Poeta manchego.
Hermoso y triste poema, no hay que perder las esperanza, yo creo en la juventud, nuestros hijos, nietos, ellos van a salvar nuestra tierra.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Cariños
Tan crudo como real, pese a eso sabes crear belleza en tus poesías. Es lo que emanas, riquezas de sentimientos. Pero un amanecer nuevo es un regalo, admirar nuestro entorno, un bello atardecer la acogedora mecedora junto a la chimenea, un buen café con nuestra pareja, sentirnos unidos y compartiendo es lo valioso que nos queda, con los puñados de recuerdos...
ResponderEliminarUn poema que cala muy hondo y es de agradecer que lo compartas.
Besos.