miércoles, 16 de noviembre de 2011

ENTRE UNA NUBE DE ARRUGAS


Las tres edades: Salvador Dalí


ENTRE UNA NUBE DE ARRUGAS…

Entre una nube de arrugas
empiezan a revolotear
pájaros de olvido.

Un otoño gris y mohoso
se instala
en la amarillenta savia de los huesos
y un tuétano de temblores
empaña el roto cristal
de desvencijados armarios.

Los recuerdos,
quebradizos y endebles,
flotan entre herrumbre
en el desván de los olvidos
y se tiñen de sepia
los álbumes y el alma.

Escarchas de ceniza
blanquean los cansancios
y un temblor deshilachado
carcome las caricias,
punteando de frío
esos viejos sarmientos
que ahora son mis dedos.

Ya solo me queda
la renovada fidelidad de los abrazos.
El despertar cada día,
con la digna tarea
de recolectar suspiros y palabras.

Y sobre todo,
contar con el amor
que siempre descifra primaveras.




jueves, 10 de noviembre de 2011

FEO Y ENFERMO MAR





Acostumbrado como estoy a que el mar me reciba sosegado y silente, con esa quietud encendida y maternal que te hace desear su abrazo y su caricia, guiñando de luces sobre el azul, como en un inmenso luminoso. Acostumbrado a refugiarme en su silencio, cuando se acaba la marabunta y las soledades necesitan de espacios y belleza, tengo que confesaros que aquel día, el mar, ese amigo mar del que presumo, me asustó.
Ya, al acercarme, me preocupó el sonido ronco que emitía, como el del pecho de un minero alcohólico y fumador.
Al igual que el tísico sin solución, su cavernoso ruido iba acompañado de enormes esputos de espuma, que como surtidores de odio se dibujaban en el horizonte más cercano.
Me dio miedo también, la agresividad de sus olas, que con zarpazos de rabia y sin blancura de espumas que las dulcificaran, se empinaban violentas sobre la costa, rompiendo las bridas que antaño las amansaban.
La playa, mordida por la ferocidad de unas aguas, que no se sabía si eran empujadas por el viento o por el odio de un dios guerreo y vengativo, aparecía vacía de arena y plena de detritus y suciedad. Donde antes jugaban niños y dormitaban sirenas, cubriendo de risas y colores la mañana, ahora parecía como si el mar, hastiado ya de soportar tanta afanosa desidia, quisiera enseñar, como en un triste escaparate, todo lo sucio y contaminante que guarda en sus entrañas.
Todo ese odio escondido, había llegado, también, a romper los endebles diques que el ansia constructora, trataba de domeñarlo y con brutales bocados de perro rabioso, había roto barandas, cuarteado carreteras y en su violenta voracidad, había erosionado las viviendas, que la irresponsabilidad había puesto robándole el lugar que le pertenece y que ahora, violento, reclama.
A pesar de lo desagradable del paisaje que se mostraba ante mis ojos, había como un canto de dolor y desengaño en el ronco rugido de las aguas. Y hasta las gaviotas, afanosas entre los detritus más alejados de las olas, tenían un canto mas ronco y un vuelo mas alicaído.
Seguro que ni las gaviotas, ni yo mismo, estábamos conformes con aquel mar.
Entendíamos su mensaje. Sabíamos de su paciencia de siglos, aguantando todos y cada uno de las felonías que los humanos  le habíamos infringido, aceptábamos su dolor, e incluso justificábamos este serio aviso, gritándonos que esto no podía seguir así.
Pero nos dolía este mar sin azules, sin velas blancas llegando al horizonte, sin pequeños peces jugando cerca de la arena.
Este mar, ahora gris marengo y triste, que siempre tuvo palabras que enseñar, juegos que ofrecer, ideas que iluminar, colores con que llenar paletas de pintores, ese mar es el que yo quiero.
Por ese mar, justifico esta rabia de ayer, pero quiero cantar la luminosidad de siempre, pidiéndoles a los hombres que luchemos por este mar de la inocencia. Un mar surcado por blancos pañuelos que olviden las lágrimas y solo volteen con sonidos de alegres bienvenidas.
Un mar que entre sus aguas nos traigan sonoras sinfonías de otros meridianos.
Démosle a este viejo mar nuestro del saber y los ensueños, el limpio lugar que necesita para su reposo, la tranquilidad debida a sus siglos de dadivas y enseñanzas, la ternura sin macula del agradecimiento.
Mucho de lo que somos, se lo debemos a este Mediterráneo, ayer enfurecido y oscuro, pero que, seguro, mañana volverá a ofrecernos, envuelto entre espumas y algas, el regalo magnifico de su azul infinito.



jueves, 3 de noviembre de 2011

¿QUIEN SOY?




¿QUIEN SOY?

A pesar de latidos y calendarios,
me sigo haciendo una pregunta:
¿Quién soy?

Solo puedo responderme
que no soy lo que quería.

No pude crecer lo suficiente
para tocar las estrellas con la mano.
No supe darle brillo a las palabras
para que alumbraran los olimpos.
Ni pude conseguir que los abrazos
fuesen de obligada convivencia.
Ni que la risa se estudiase en curso obligatorio
suspendiendo las demás asignaturas
si no se aprobaba la alegría.

No supe encontrar el color definitivo,
el pigmento cabal que nos iguale,
El que permita que saltemos las fronteras
y equilibre la verdad de las despensas.
No supe encontrar la armonía necesaria
para evitar el naufragio de los sueños,
ni aprendí a cambiar nostalgia por futuro.
Me olvide de leer los epitafios
de los que fueron vencidos por la pena,
atendiendo risueño las fanfarrias
que anuncian el desfile de los héroes.

¿Quién soy?

Ahora me respondo:
La negra tiniebla de la duda,
la historia inconclusa del deseo
que pretende cambiar el mundo
balbuceando palabras sin sentido.