domingo, 29 de septiembre de 2019

LAS ESCARAMUZAS DEL ABUELO (lV)



Un personaje, ahora de rabiosa actualidad, por motivo del fallo del Tribunal Supremo sobre los restos de Franco, estuvo en “La Quintería” en el año 1.962.

Se trata del escultor Juan de Ávalos. Su visita a Valdepeñas, venía dada por conocer la ubicación de un encargo hecho por la Diputación de Ciudad Real, consistente en un monumento a colocar en el cerro de Las Aguzaderas, llamado el Ángel de la Paz.

Este monumento fue inaugurado en el año 1.964, (no recuerdo haber visto en mi vida, más camisas azules y boinas rojas, que en ese día), y que fue semi-destruido por el Grupo terrorista GRAPO, en el año 1.976, quedando en la forma en que ahora puede verse.



Durante la conversación que pude mantener con el escultor, me pareció una persona con una gran sensibilidad artística, una sonrisa abierta y natural y con unas ideas, que en nada concordaban con lo que yo intuía y daba por sentado.


Después supe que el escultor, que tenía el carnet nº 7 del PSOE de Mérida,  que había sido represaliado por colaboración con la República, que no conocía a ningún gerifalte del régimen y mucho menos a Franco, con el que parece ser que solo habló una vez y que solo cobró por la Piedad y los 4 Apóstoles 300.000 pesetas, y de saber también que había hecho gratis el túmulo de los Amantes de Teruel, he llegado a la conclusión, puede que equivocada, de que, (como muchos otros), fuese la única manera de poder seguir ganándose el pan y que su amor por el arte, estaba por encima de sus ideas políticas.



En su autógrafo dice:
“Valdepeñas llena de sorpresas. Fue lo más importante para mí el “calor” que  dan a las “cosas” del arte.
“Arte” con la importancia que aquí en el centro de España tiene.
Juan de Ávalos.- 1962.






jueves, 26 de septiembre de 2019

SOBREVIVIR




Lo difícil es, saber vivir todos los días.
Llega un momento, en el que se deja de ser,
aquel que reverdecía con brotes de esperanza
para ser la ceniza que sobra del sarmiento.

Me obsesiono con aquello que perdí
y termino por ser esa tristeza que queda
entre el llanto y la palabra.

Empiezo a ser el perpetuo fracaso,
el héroe anónimo que nunca ganó nada,
aquél que no supo leer las profecías.

Viviendo entre dos siglos,
sigo sin saber,
de que plata están hechas las estrellas,
cuantas luces caben
en la bella conjunción de una gota de lluvia,
donde va a parar la gasa de la espuma.

Y lo que es peor, nadie me explica,
por qué rendijas del pasado,
por qué oscuros sumideros,
se perdieron, aquellos sueños
que le dieron color a mi existencia.



lunes, 23 de septiembre de 2019

A VUELTAS CON EL OTOÑO



Hace justo una semana, publicaba un poema titulado “Este otoño”, donde trataba de plasmar mis sentimientos al comprobar los efectos demoledores de ese otoño atmosférico que asomaba cuando el verano empezaba a envejecer.

Me adelanté en el tiempo y lo sabía, ya que ni reparaba en las fechas ni trataba de medir las estaciones. A mi pluma solo llegaban palabras pardas de barro y lágrimas y no supe esperar.

Me hubiese gustado hablar de ese otoño al que Baco le pone una corona de racimos. O del vals de las hojas y el viento bailando entre los árboles. O del paisaje que pierde sus colores y se pone un manto de oro y fuego. O de esa rama que resiste para que el nido siga acogiendo. O de la tozuda libertad de los gorriones.

Pero no pude: no veía pañuelos blancos en el horizonte despidiendo al verano alegre y colorista. Ni besos robados mientras la lluvia asoma a los paraguas.

En la hora de las espigas, solo he visto los cuervos del otoño de Van Gogh, volando con alas de barro y graznidos de desgracias.

Ni sé si quedarán racimos en mi tierra, para esa corona de Baco de la que hablaba.

Y por eso escribí fuera de fecha, pero dentro de sentimiento.

Con la tristeza de saber- y  algunos me lo hicisteis notar- que no toda la culpa es del otoño.

Que somos nosotros los que trastocamos el libreto y equivocamos al traspunte de las estaciones y los tiempos, con nuestra irresponsable autoridad de cambiar las normas que exige la naturaleza.

Como cada vez salgo menos, necesito el tiempo del otoño tras los cristales, con la música de un saxo que araña en los sentimientos y el libro que me permite seguir viviendo, a pesar de los años, aunque sea con la vida prestada de otros intérpretes.

Esta vez os hablo del otoño, en la fecha que corresponde y viene establecida.

Solo pido que se pongan de acuerdo los solsticios y que nosotros todos, seamos amantes hijos de esa madre  eterna a la que llamamos Naturaleza.

FELIZ OTOÑO A TODOS.






viernes, 20 de septiembre de 2019

MI VENDIMIA




MI VENDIMIA 

En el recuerdo,
las calles de mi pueblo
huelen a mosto y  “chilanco”.

En los portales,
con la sombra de la siesta,
mi niñez se hace oscura
y mi juventud fermenta en realidades,
con la primera levadura de los sueños.

Esta cosecha que ahora soy,
tras el  lento macerar de las barricas,
ha perdido la acidez agresiva de los años
y al menos le queda la solera,
de ese vino que nació para el abrazo
y con un buqué con regusto a claridades.



miércoles, 18 de septiembre de 2019

RESISTIENDO




RESISTIENDO
(microrelato)

Le dijeron que con la venta de su antigua casa, su vida sería mucho mejor.

Le hablaron de todo aquello que podría tener: un enorme piso en un edificio de acero y cristal, con sauna, dos plazas de garaje, ascensor automático con parada dentro del propio piso, aire acondicionado, piscina comunitaria y todas las ventajas de vivir rodeado de gente importante y “con posibles”.

Aquel trajeado ejecutivo, tras la mesa de su enorme despacho de maderas nobles, no supo que contestar, cuando aquel hombre mayor, arrebujado, casi escondido en el imponente sillón, le  hizo estas preguntas:

.- ¿Y dónde puedo meter mi bicicleta? ¿Tengo pozo en el patio con agua fresca para el botijo y para regar mis arriates? ¿Dónde pongo la parra para dormir “a la fresca” durante la siesta? ¿Hay sitio para mis macetas? ¿Seguiré pudiendo ver las estrellas en las noches sin nubes?

Afortunadamente, la casa resiste y puedo dar fe de que cada día está más bonita y cuidada.




lunes, 16 de septiembre de 2019

ESTE OTOÑO




El otoño es una congoja
que despide a las hojas que caen
y al viento que las mece.

El otoño es la ceniza,
de algunos amores que nacieron en verano.
El desaliento de las rosas,
que lloran con gotas de rocío.
Los últimos náufragos de un verano finiquito.
El atardecer de un mar que se desboca.
La gaviota que busca las cometas.

El otoño, sobre todo este, es:
el óxido que mancha las sonrisas,
el barro que ensucia los paisajes,
el agua que anega las cosechas,

Este otoño es,
ese maldito rayo que asusta golondrinas,
esos inmisericordes truenos
como el ruido triste de una “mascletá” ,
a la que no sigue el alegre
colorido de los fuegos de artificio.

Odio este otoño,
que la tierra donde habito no merece.
Este otoño que olvida,
que aquí nace la luz y la esperanza,
que aquí se inventaron los colores.
que las flores no saben de estaciones,
que el trabajo y las cosechas
no entienden de almanaques.

Odio a este otoño traicionero,
que sabiendo que las puertas
están siempre abiertas a la esperanza,
se aprovecha
para llenar las casas de barro y de tristeza.




domingo, 15 de septiembre de 2019

LAS ESCARAMUZAS DEL ABUELO (lll)




El día 14 de diciembre del año 1962, debió de ser movidito dentro de “La Quintería”.

Y todo porque en ese día nos visitaron Roció Dúrcal, acompañada por nuestro paisano y locutor Pedro Sáez, que en aquellos entonces presentaba, no sé si en la Voz de Madrid, o en Radio España un programa, muy popular en aquellos tiempos, llamado “Feria de coplas”.



Su autógrafo, con “ripios” incluidos, no me cabe la menor duda de que se fraguó después de algunos “tientos” a la botella y dice así:

“Lo mejor del mundo entero/ lo mejor en esta “vía”/ es tomarse un chato tinto/ con Rocío en la Quintería/ Un abrazo/Pedro Saez.

También estaba en la reunión la Reina de la Vendimia de ese año, de la que solo recuerdo que se llamaba Conchita y que según su autógrafo, no parecía muy conforme con lo dicho por el locutor:

“Ya no vale lo anterior/porque hoy todo es distinto,/Distinto y mucho mejor/porque ese chato de tinto/tiene un sabor superior/apartando laberintos/ de Rocíos y Encarnitas/ ya que es  criterio mío/ que donde puso Rocío/ ahora pondría Conchita.

Me gustaría saber más de esa Conchita, por su gracejo y por salir vencedora en la “justa” poética.

Os preguntareis que quien era esa Encarnita de la que habla la autora del autógrafo- poema.

Encarnita Molina era una periodista murciana, que gracias a una entrevista que hizo a Fabiola de Mora y Aragón, futura reina de los belgas, pocos días antes de su boda con Balduino, alcanzó notoriedad, en las revistas del corazón y en las emisoras de aquellos tiempos.

El célebre locutor de TV Alfredo Amestoy, llegó a decir de ella, que la propia Sofía Loren se había enamorado de esta joven, que había conseguido ser Miss Madrid con gafas. No osaré meterme en esos libidinosos trances, difícilmente demostrables.

Hay una anécdota de aquella época, de esta periodista, que no me resisto a contaros.

Murió de leucemia a los 30 años, y ya había dicho a muchas de sus amistades, (Rocío Dúrcal, Paquita Rico, Lola Flores, Carmen Sevilla) que le gustaría que la enterraran en su Murcia natal.

Paquita Rico, no dudó en poner su coche a disposición y junto con el chofer, ella misma y una hermana de la periodista, con el cadáver aún caliente y vestida de calle, hacer los 400 kilómetros del viaje.

Seguro que ni el mismo Rafael Azcona lo hubiese imaginado, para uno de los guiones de sus películas.

Su autógrafo:En recuerdo de este día (14-Xll-62) A “La Quintería” la mejor garantía de Valdepeñas. Encarnita Molina

Mientras, Rocío Dúrcal, repartía sonrisas y firmaba autógrafos, dejándonos a todos prendados con su clase y su belleza, y esa cierta candidez propia de sus 18 años.
Su autógrafo fue más simple y bastante menos rebuscado. Con un sencillo y socorrido,

“Para La Quintería” con todo cariño, Rocío Dúrcal”

solventó la cuestión.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

OCÉANO MAR



Últimamente la elección de mis lecturas veraniegas, las suelo solucionar entrando en la parte derecha del blog de mi buen amigo Emilio Manuel y elijo las que él ya ha leído y yo desconozco.

Los dos somos aficionados a esa literatura que parece intrascendente y vacua y sin embargo sirve para pasar el rato y no está exenta de buenos escritores. Me refiero a la novela negra.

He leído “Si esto es una mujer”, “El caso de las japonesas muertas”, “Querido asesino en serie” y como cada verano, una de Leonardo Padura “Máscaras”, que me ha decepcionado un poco, quizás por las expectativas que siempre pongo en este autor.

En los primeros días de septiembre, leí en diario digital “Infolibre”, una pequeña crónica sobre la novela de Alessandro Baricco,  “Océano Mar”, la bajé para mi Reader y una vez leída, (son solo 169 páginas), ahora quiero hablaros sobre ella.

He tenido que dejar que pasen unos días, para poder digerir lo que, para mí, es una pequeña obra de arte.

Nada que ver con lo que se entiende por una novela tradicional y no por la temática, que podría ser una novela de aventuras, de suspense, de náufragos, de amor, sino por ese intento innovador de una literatura narrada con un hálito poético y hasta estético, distinto a lo conocido.

Tengo la certeza, que no tardando mucho, de la misma manera que vuelvo siempre a la orilla del mar, volveré a su lectura.

Estoy seguro que disfrutaré con palabras olvidadas, metáforas exquisitas, que vendrán a recordarme la infinitud del mar y su extraña seducción.

La posada Almayer, es donde se reúnen unos personajes que cuentan historias mágicas y poéticas, historias de amor, historias de su existencia interior, pero siempre con el trasfondo del mar como verdadero protagonista.

El mar. El mar encanta, el mar mata, conmueve, asusta, también hace reír, a veces desaparece, de vez en cuando se disfraza de lago o  bien construye tempestades, devora naves, regala riquezas, no da respuestas, es sabio, es dulce, es potente, es imprevisible. Pero, sobre todo el mar llama.”

“Uno tiene sus sueños, cosas suyas, íntimas, y después la vida no quiere seguir jugando contigo, y te lo desmonta, un instante, una frase, y todo se desvanece. Suele ocurrir. Por esta razón y no por otra vivir es una tarea dolorosa.”

O más aún: ¿a qué nos referimos cuando decimos mar? ¿Nos referimos al inmenso monstruo capaz de devorar cualquier cosa o esa ola que espuma en tomo a nuestros pies? ¿Al agua que te cabe en el cuenco de la mano o al abismo que nadie puede ver? ¿Lo decimos todo con una sola palabra o con una sola palabra lo ocultamos todo? Estoy aquí, a un paso del mar, y ni siquiera soy capaz de comprender dónde está él El mar. El mar.

Podría seguir, pero es mejor que aquellos que buscáis otras formas narrativas, nuevas sensaciones que os hagan sentir cerca de la poesía y sobre todo los que estáis enamorados del mar y sus sortilegios, claridades y negruras, leáis esta obra del autor de “Seda”.

martes, 10 de septiembre de 2019

CONSEJOS PARA ANTES DE UNA NEGOCIACIÓN




CONSEJOS PARA ANTES DE UNA NEGOCIACIÓN


20 de julio del 2009


Este poema lo escribí unos días antes de la sesión de investidura, de Pedro Sánchez. No lo publiqué por estar de vacaciones. Desgraciadamente sigue estando de “vergonzosa” actualidad.



No pongamos adjetivos
a la belleza de la espiga,
ni hagamos mucho ruido
con las ideas importantes
que no necesitan ditirambos.

Dejad que la palabra,
en su cochura,
huela a verdad y sentimiento
y que tenga claridades
en sus varias acepciones.

Olvidar los trampantojos
que envenenan los discursos,
o esas ideas que solo sirven
para trucos de trileros.

Mirarse cara a cara
con ojos de esperanza
y pensar que en vuestras manos
anidan las sonrisas
y las soluciones son posibles.

Olvidaros de la purpura,
que nada es tan precario,
como el recado de la urna
y el otoño de las papeletas.

Y si no sois capaces
de ensamblar los pensamientos,
si no entendéis,
que entre el quiero y no puedo,
hay daños colaterales y precisos,
si creéis que vuestra palabra es única e irrepetible,
mejor será que volváis
a esa nada tan tozuda,
de donde nunca debisteis salir.






domingo, 8 de septiembre de 2019

LAS ESCARAMUZAS DEL ABUELO (ll)



Repasando las amarillentas hojas del Libro de Firmas del Bar de Sebastián-La Quintería, de las que ya os he hablado con motivo de la Exposición de Artes Plásticas de Valdepeñas, hay recuerdos que se presentan nítidos en la memoria, mientras otros se esconden tras esquinas de vivencias, recuerdos e intuiciones.

Es el caso del primer autógrafo de esta página que pertenece a Don Nicolás González Ruiz.

Escritor, crítico literario, autor teatral, periodista y hombre de inconmensurable cultura, del que en mi nebulosa del tiempo, quiero recordar como padre de una cliente del bar, esposa de un médico, que acudía todas las tardes a darles de merendar a sus hijos, a la salida del colegio.

Esa clienta existió, pero no puedo asegurar fehacientemente que fuera su hija. Son “las neblinas del ayer”. Ahí lo dejo.

En su autógrafo dice: “Con el deseo  de ser considerado valdepeñero honorario”.
Nicolás González Ruiz-

Lo que si recuerdo es el haber visto el “Quijote para niños” que escribió y que se utilizó en las escuelas.

A lo mejor, es en el que dice que leyó por primera vez El Quijote, el amigo Emilio Manuel.



El otro firmante es Don Gregorio Marañón Moya. Hijo de Don Gregorio Marañón.

En este caso, los recuerdos siguen intactos y podría hasta situarlos en el espacio.

Cuando esta visita se hizo, el Sr. Marañón, prestigioso jurista y diplomático, era Director del Instituto de Cultura Hispánica.

Su autógrafo dice: “Si la gastronomía, como decía el Dr. Marañón, forma parte de la cultura, la casa Sebastián es casa de la Cultura en Valdepeñas.
A López Trujillo, esperando que nuestra colaboración- y nuestra amistad- sean muy grandes y muy importantes.
Gregorio Marañón Moya-

Explicación a lo de la colaboración: en el transcurso de la amable conversación que mantuve durante la sobremesa con el Sr. Marañón y su esposa, se habló de Valdepeñas, de sus vinos, de la Exposición de Pintura de la que había oído hablar.

Con la inconsciencia que dan los pocos años, le dije que hacía mis pinitos literarios, me hizo leerle algunos poemas que tenía escritos y me dijo, que cuando tuviese bastantes para llenar un libro, se los enviara para publicarlos en una de las colecciones del Instituto de Cultura Hispánica.

Al pasar los días, entendí que tras la euforia una buena comida, regada con un buen vino y en un marco acogedor, se prometen muchas cosas, que con el paso del tiempo, se van quedando en educadas promesas y a pesar de seguir agradeciendo, incluso hoy, su generosidad, desistí de su amble colaboración.

Lo que no olvidaré, es que tuve la suerte conocer a un buen hombre, al que todavía le sigo agradeciendo su gentileza y su exquisita educación.




jueves, 5 de septiembre de 2019

TRUEQUE




Hagamos un trueque:
me pido la tersura brillante de tu vida
a cambio de arrugas y desvelos.

Te cambio algunos versos sin sentido
por la alegría cantarina de tu risa.

La vieja caracola que encontré un día,
que olvidó su música de mar,
por la suave delicadeza de tu espuma.

La cadencia de tus cantos por derecho,
por el ronco martinete de mi pena.

Ese tu despertar de alondra mañanera
por el insoportable insomnio de mis noches.

Mejor no sigo,
en este interesado trueque
siempre acabaras perdiendo.



martes, 3 de septiembre de 2019

AMOR EN LA TARDE




Acudían cada mañana a la playa cogidos de la mano.

Tras colocar las toallas en la arena, comenzaban el ritual repetido de cada día de vacaciones: maceraban sus cuerpos con cremas solares, sin siquiera un asomo de caricias suaves, se tumbaban al sol, sin que sus manos se rozasen siquiera, ocupadas como estaban con el invisible teclado de su teléfono móvil.

Jugaban en la orilla, con el monocorde ir y venir de una pelotita de plástico, impulsada por sendas raquetas, pelotita que la mayoría de las veces terminaba en el agua, sin apenas contactar con las pequeñas maderas.

Chapoteaban cerca de la orilla con infantiles juegos, alevosas “aguadillas”, inacabados desafíos natatorios y  al rato vuelta a las toallas, el sol y la arena.

Así hasta que, siempre a esa misma hora en la que se pueblan los “chiringuitos”, recogían los bártulos y volvían por el camino por donde habían venido.

                           *     *      *

Cuando el sol pone oro en los cuerpos, la playa acalla los gritos y se van poniendo firmes las sombrillas, llega ella sola, hasta ese mar que se va quedando dormido, puntual a la cita de todas las tardes.

Sedientas de olas y caricias salobres, la veo dirigirse al tálamo de las aguas, adentrándose en el deseo y la aventura de ese mar desnudo y sin prejuicios.

Tiritando de luces y con su cintura acariciadas por las olas, se inicia un vals de caricias, que va ganando en intensidades, cuando el deseo se esconde entre la espesura de las profundidades.

Su pelo, como un pararrayos de ansias, emerge entre las aguas, al tiempo que su pecho redondo y pleno se llena del aire necesario para las nuevas caricias.

Nadie puede saber lo que ocurre en las inmensidades oscuras de la tarde, pero cuando el mar se cansa de morder la playa, ebria de luz, sal y brisa, asoma del agua la alegre geometría de su cuerpo de ninfa, mientras el sol poniente traspasa la figura y perlas de gotas de mar adornan la marfileña tersura de su cuerpo ahíto y satisfecho.

Como cada tarde, en el cuenco de su mano, coge un sorbo de espuma y lo besa.

Se nota que su verdadero amor es el mar y no su previsible acompañante de la mañana.








domingo, 1 de septiembre de 2019

LAS ESCARAMUZAS DEL ABUELO




Supongo que tendría 11 o 12 años, que mi mente no está ahora para precisar.

Era un helador día de invierno, de esos que la Mancha nos depara. Llegué al bar familiar, por la tarde después de clase y me encontré en la barra y en una de las mesas a algunas personas que no eran habituales.

En el mostrador tres desconocidos que hablaban animadamente de flamenco con mi padre y sentadas en un velador una joven “arrecía” de frío y la que intuí, (por el parecido), debería ser su madre.

Celestino, el camarero, me puso al corriente: las de la mesa eran Lola Flores y su madre y los de la barra Manolo Caracol, su padre Caracol “el del bulto” y el Beni de Cádiz.

Solo había oído hablar de Manolo Caracol y todo por la afición al cante de mi progenitor y por las zambras que con las que algunas veces se atrevía.

Recuerdo que después de la actuación en el teatro, el bar los recibió a puerta cerrada y con algunos, (pocos), invitados, la fiesta duró hasta bien entrada la madrugada.

Naturalmente, no estuve entre los invitados .  Y ahora lo siento.


De aquellos parroquianos, hoy quiero hablaros de los menos conocidos: “Caracol el del bulto” y el Beni de Cádiz.

El primero, sevillano y padre de Manolo Caracol, fue un cantaor de flamenco del montón y terminó por ser mozo de espadas de Joselito El Gallo, pasando después a acompañar a su hijo en las giras ocupándose de los problemas del día a día.

Un día, después de un largo viaje en tren desde Sevilla a Madrid, en la antigua estación de Atocha, al pasar al lado de la máquina del tren que los había traído, esta soltó un buen chorro de vapor que le dio un gran susto.

El del bulto, volviéndose le espetó a la maquina:

.- “Esos “cohones”, en Despeñaperros”, acordándose de las “fatiguitas” que el tren había pasado por esos desfiladeros que separan Andalucía de la Mancha.


El Beni de Cádiz, es conocido como un extraordinario “cantaor” que tocaba todos los “palos” del flamenco, aunque en las fechas que os recuerdo, en la compañía iba como palmero y bailaor.

Fue el propio Caracol, el que escuchándole en los camerinos lo invitó a que cantara, con el éxito conocido por todos los buenos aficionados.

Buen porte y una gracia especial, esa de la que en Cádiz existe un manantial, natural y gratuito.

Un crítico, Eduardo Márquez, dijo de él que solo con salir al escenario se hacía dueño de la gente. Y añadía: “las tres personas que yo conozco que mejor andan son Rafael el Gallo, Rafael de Paula y el Beni de Cádiz.”

Y su simpatía: le he oído decir en un teatro, de pie junto al guitarrista: “pidan ustedes el cante que quieran, que vamos a estás aquí hasta que venga el lechero”.

Con estas virtudes que expongo, no me extraña lo que cuenta un buen amigo suyo: que la gran Ava Gadner, sorbía los vientos por él.

 Pero vaya usted a saber, son tantos los pretendientes que la pobre artista no hubiera dado abasto para tantos.

Un día, paseando con un amigo por su Cádiz natal, al llegar a la calle Isabel la Católica  se pararon a leer la placa de la casa donde había nacido José Mª Pemán.

El amigo le dijo al Beni, “seguro que tu tendrás una placa. ¿Qué te gustaría que pusiera?

.- Pues, coño, que va a poner : !! SE VENDE !!

No sabía que no solo iba a tener una placa, otro gaditano conocido como el Kichi, en las antípodas de Pemán, le iba a rotular una calle.