martes, 31 de agosto de 2021

BARCOS DE PAPEL


 

Se llamaba Federico y hacía barquitos de papel con las palabras.

Tenía alma de seda, manos con pesadillas de grito y tacto de guirnaldas.

Su vida era un canto de alondras y  sus ojos una luz mágica que envidiaban las estrellas.

Pero cada día, en sus amaneceres, tenía que amordazar sus sentimientos y poner sordina a esa voz sin domesticar que lo hacía diferente, esas ansias desesperadas que a veces lo agobiaban.

Quedó con una amiga, para disfrutar en compañía de del suave misterio de los atardeceres.

Pero a esa hora, no todas las ventanas levantan los visillos, ni hay valientes detrás de las tulipas apagadas.

En un segundo, un rumor de muescas repetidas, pone en alerta a la camada.

.-Maricón a la vista.

Y las pantallas que no saben de vergüenzas, repiten los mezquinos mensajes de desamor y cenizas.

Un cataclismo de odio va avergonzando a la noche.

Un grupo de jóvenes con ira en los ojos y muerte en sus botas, descargan sus frustraciones en el ring acostumbrado del asfalto.

Manos hechas para la caricia, se tensan violentas y asesinas, demostrando la triste falacia de una hombría que nadie les reclama.

En los semáforos de la noche han dejado de parpadear, avergonzados, los  colores.

Te llevaron a la muerte y te vaciaron de palabras y un caudal de lágrimas  sigue sin ser capaz de acallar a las jaurías.

Ya no escribirás poemas ni podrás amar libremente, no sabrás de amaneceres, ni de brisas, pero a cambio debo decirte que, mientras los jueces recapacitan y las palomas escupen sus ramas de olivo, el grupo que subió tu muerte y agonía a “Instagram”, cuando escribo avergonzado estas líneas, ya llevan más de 1.500 “likes”.

Se llamaba Federico y aunque han pasado 80 años y unos pocos días, podía haberse llamado Samuel.

 


domingo, 29 de agosto de 2021

DE DOMINGO A DOMINGO... XLlll


 

SONETO DEL VINO

                                      (Jorge Luis Borges)

 

¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa

conjunción de los astros, en qué secreto día

que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa

y singular idea de inventar la alegría?

 

Con otoños de oro la inventaron. El vino

fluye rojo a lo largo de las generaciones

como el río del tiempo y en el arduo camino

nos prodiga su música, su fuego y sus leones.

 

En la noche del júbilo o en la jornada adversa

exalta la alegría o mitiga el espanto

y el ditirambo nuevo que este día le canto

 

otrora lo cantaron el árabe y el persa.

Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia

como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.