lunes, 26 de junio de 2023

ESTROFAS DEL MAR Y TÚ


 

Deja que el mar me recuerde

con sus palabras de brisa

que el sol  en el horizonte

se pone por tu sonrisa.

 

Aquel beso que me diste

tumbados sobre la arena

me supo a latido y sal,

a estrellas y luna llena.

 

Estoy aprendiendo a volar

desde este mar hasta el cielo

y que seas tú la alondra

que me acompañe en mi vuelo.

 

A esta vida que me queda

quiero ponerle fronteras

tu olor, tu beso y tu risa

y este mar de primaveras.



miércoles, 21 de junio de 2023

RECUERDOS...


 

¿Os acordáis cuando niños jugábamos en la calle, en las eras o junto al mar?

 

.- Aquello era verdadera libertad.

.- Sabíamos con certeza de estaciones.

.-Los recados nos llegaban boca a boca

y mirándonos a los ojos.

.-Las palabras venían de nuestros abuelos,

con espasmos de vidas y de sentencias.

.- Las estrellas centelleaban

y nada se oponía al recado de sus luces.

.- No perdíamos las llaves,

porque las puertas de nuestras casas

siempre estaban abiertas.

.-Disfrutábamos de días suaves y multicolores

pintados de acuarelas y verdades.

.-Entonces, la eternidad era una ola,

que siempre nos regalaba,

la esperanza de la espuma.

 

Escribo esto, cuando empiezo a resignarme, a no disfrutar de nuevos arcos iris y solo va quedando un poco de poesía y jugar con los colores.

 


domingo, 18 de junio de 2023

POESÍA


 

Aunque no tenga métrica,

aunque carezca de ritmo,

aunque no invente palabras

y olvide los acentos:

poesía es aquello, que al leerlo,

nos duele y nos desgarra,

a la vez que nos alumbra.


martes, 13 de junio de 2023

AQUELLO...


 

Aquella infancia,

marcada por nubes azules

surcos verdeando a pesar de los terrones

y pájaros jugando al escondite

en la tarde preñada de ilusiones.

 

Aquellos días,

en el que tiempo sobraba,

mientras las horas somnolientas

caían del campanario,

haciendo que los perros

olvidaran los silencios.

 

Aquellos amigos,

licenciados en nidos y lagartijas,

faltos de juguetes y sobrados de golondrinas,

que al trascacho de las parvas en las eras,

coleccionaban deseos y soñaban esperanzas.

 

Aquel primer amor,

desvanecido como una sombra,

entre nubes de tiza

y peroratas magistrales.

Unos rizos dorados

donde se ahorcaban los deseos

con ansias y ternuras primerizas.

 

Aquel yo,

que buscaba en el descanso de la noche,

alguna estrella fugaz

que iluminase la tristeza gris de la existencia,

ofrecerle luz y latidos

a un caminar sin metas,

a un penetrante olor a odios y cenizas.

 

Hoy ha crecido el tiempo,

-tanto que comienza a acabarse-

y no todos los sueños se cumplieron.

Las luces de las farolas enmudecen,

las noches se acortan tanto,

que acabaré siendo perito en madrugadas

y a falta de estrellas fugaces

me sigo conformando con la luna.



martes, 6 de junio de 2023

AGRADECIMIENTO A MI OTRA FAMILIA


 

Hay veces que me pregunto, cuando los almanaques, en su penumbra evocan desesperanza, donde fueron a parar aquellos días de mi infancia, de un tiempo angosto de sueños y plenos de desasosiegos.

Los suspiros se entretejen y las guitarras pespuntean su amargura.

Solo amanecen claridades cuando pienso, en aquel bar que me amamantó de realidad y me enseñó todo aquello que nunca fui capaz de aprender en los pupitres de las aulas.

Mis maestros, la otra familia, la no elegida. Aquella que se preocupaba lo mismo por exigirme la tapa con el chato de vino, que por la marcha de mis estudios de bachiller.

La que me enseñaba lo que no sabía preguntar, al tiempo que reclamaba con ímpetu el vaso de agua del seltz, que se acompañaba con el café.

(Por cierto, ¿dónde andará la brillante saturadora, que junto con los tubos de anhídrido carbónico de Las Corominas, nos permitía fabricarla?).

Cuando el humo del tabaco era legal y las siestas me daban lecciones de modorra tras el mostrador. Mientras Celestino dudaba entre la novela del Coyote, el cigarro agonizante en el cenicero y peligrosas cabezadas, trataba de resolver el crucigrama de mi vida, sin obtener las respuestas necesarias para su resolución.

Pero aquella familia, a la cual antes le llamaba clientela y a la que nunca la agradecí lo suficiente tanta lección y tanta dadivosa enseñanza, siempre supo, sin pretenderlo y a poca atención que yo prestara, a ofrecerme las respuestas necesarias.

Mientras hacía café en la vieja cafetera Pavoni,  mientras escanciaba un vermut de las Bodegas Bilbaínas, con sus correspondientes boquerones en vinagre, o tiraba una caña de cerveza Mahou de grifo y fregaba y secaba “vedriao”, tuve tiempo de enterarme de que no todas las doctrinas oficiales, eran verdaderas.

Aprendí que la vida hay que afrontarla, sin tener un libro de instrucciones y que mirar, escuchar, entender, estudiar, amar y perdonar, siempre hay que hacerlo mirando directamente a los ojos.

Traté y comprendí, a los que eran diferentes y estaban marcados a fuego por los prejuicios y las sinrazones.

Aprendí, supe y utilicé palabras que no vienen en los diccionarios.

Pagué alboroques en los tratos y escuché las palabras de los poetas, que algunos hubo y me marcaron a fuego.

Supe buscar el tuétano de la amistad, cuando una copa de vino hace de las suyas.

Le puse música a la inocencia que empezó por cantar por “soleares”, mientras atentos esperaban Charlie Parker, Miles Davis, John Coltrane y aquellos clásicos que le dieron prestancia y sosiego a la existencia.

Aprendí también esa cierta rebeldía, de aquello que pude mal oír, en frases entrecortadas y silenciosas y que trataban de conseguir ese paraíso perdido teñido de sangre y que tanto costó de recuperar.

Ahora que el olvido me acecha y los recuerdos duelen entumecidos, quiero recordar aquellos días, en los que la vida, (mi vida), empezaba a sonar, como esta lluvia que ahora llama intermitente en mi ventana.

Antes de que un aguacero de olvidos, anegue mi conciencia y empiecen a desdibujarse la luz de las estrellas, quiero darle las gracias a aquella familia del bar, que tan importante fue para esta existencia, que ya empieza a estar desposeída.



jueves, 1 de junio de 2023

CAPITULO VIII


 

Con el deseo de que esta recreación de un pasaje del Quijote, no se tope con los malhadados y malandrines enanos que andan entre los entresijos de los ordenadores, con el afán innoble del chivateo y la maledicencia.

Es por ello que firmo y rubrico, con el color rojo de la sangre, que he copiado literalmente la parte mayor del Capítulo VIII, del Quijote, para poder dar forma a esta aventura, más acorde con el devenir de los tiempos.

Dios perdone mi escasez de mollera, para atacar tan peligrosa aventura y meterme en estos berenjenales impropios de quien bien haría en no obligarse en tan dispares desatinos.

 

RECREACIÓN DEL BUEN SUCESO QUE EL VALEROSO DON QUIJOTE TUVO EN LA ESPANTABLE Y JAMÁS IMAGINADA AVENTURA DE LOS MOLINOS DE VIENTO CON OTROS SUCESOS DIGNOS DE FELICE RECORDACIÓN

En esto, descubrieron treinta o mansiones acristaladas que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:

—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.

—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.

—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos y resplandecientes, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.

—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino anuncios multicolores, y lo que en ellos parecen brazos son los neones, que, con efectos de luces y mentiras hacen mudar de manos la riqueza, aunque siempre ganan ellos.

—Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.

Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda alguna eran bancos y no gigantes, aquellos que iba a acometer y que en estas y otras peores lides, siempre llevaban las de ganar. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran, antes iba diciendo en voces altas:

—Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.

Se cambiaron de nuevo las pantallas multicolores , y las grandes luces y figuras comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:

—Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.

Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primer anuncio que estaba delante; y dándole una lanzada en la pantalla, la achuscarró con tanta furia, que la dejó como gorrino en matanza, llevándose tras sí al caballo y al caballero, qué acalambrado, fue rodando muy maltrecho por el duro suelo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el calambre que dio con él y Rocinante.

—¡Válame Dios! —dijo Sancho—. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino bancos, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros pensamientos en la cabeza?

—Calla, amigo Sancho —respondió don Quijote—, que las cosas de la guerra más que otras están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en bancos o bolsines, por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.

—Dios lo haga como puede —respondió Sancho Panza.

Mientras los bancos, bolsas y bolsines a lo suyo, guiñaban a quienes quisieran mirar, sin importarle que un loco hidalgo venido a menos, restañara sus heridas gracias a las pócimas y hierbas de su fiel escudero y sin importarles tampoco las palabras del hidalgo

.- Y, así, me voy por estas soledades y despoblados buscando las aventuras, con ánimo deliberado de ofrecer mi brazo y mi persona a la más peligrosa que la suerte me deparare, en ayuda de los flacos y menesterosos.

… mirando con ojos extraviados por el dolor,  Don Quijote quiso columbrar que los gigantes, taimadamente, sonreían.

.- Fui hidalgo, olvidé la administración de mi hacienda, vendí anegadas de tierra de sembradura, y cambié todo por libros y aventuras, pero lo que estos bellacos me podrán hurtar es algo que vale mucho más que el dinero.

¡¡¡No me podrán quitar la fantasía!!!