lunes, 25 de abril de 2022

CUALQUIER FECHA ES BUENA PARA ALABAR AL LIBRO.





 

El libro sirve

para encontrar auroras

cuando anochece.


 

El que no lee

dificulta respirar

las libertades.

 

 

Monos de feria

buscando metáforas

entre los bytes.

 

 

Cuando leía

aquel viejo pescador

pescaba estrellas.


jueves, 21 de abril de 2022

LO SUYO NO ERA LA PINTURA


 

Definitivamente, lo suyo no era la pintura.

De pequeño, ni siquiera era capaz de hacer con un 6 y un 4 la cara de algún retrato.

Ni era mañoso para el dibujo lineal, (siempre alguna línea torcida, o una mancha indiscreta y exuberante de tinta le acercaban al 0 absoluto, en el preceptivo examen de bachiller), y no hablemos del dibujo artístico que con paciencia infinita y probados conocimientos, nos enseñaba la profesora de dibujo, topando siempre, a pesar de sus esfuerzos,  con su total incapacidad para pergeñar al menos algo parecido al motivo que nos servía de modelo.

Creció y pudo comprobar con envidia, como otros eran capaces de pintar con  la sola ayuda de la ceniza de un cigarro, un poco de vino tinto y una imaginación desmedida, algo bello y distinto que se mantenía en el tiempo.

Envidió a aquel pintor de brocha gorda, pero de sensibilidad afilada, que con cuatro líneas de un bolígrafo y unas sombras sabiamente descuidadas, armaban en la página un cuadro perfecto de unas ruinas soñadas.

Trató con pintores consagrados, estuvo en estudios de premiados, comprobó desde el inicio carreras de artistas que devinieron en imprescindibles, pero de todo aquello, no supo aprender nada.

O al menos, Minerva o Kora, no fueron capaces de insuflarle con su aliento, el latido necesario para hacer de él alguien que al menos supiese representar con algún decoro la belleza que cada día se ponía ante sus ojos.

Pasaron los años y trató de trasmitir esa belleza con la ayuda de las palabras, dudando siempre de si era capaz de conseguir, que esa belleza refulgiera.

Y cuando los otoños de la vida se agolpaban con machacona insistencia, gracias a una técnica que no sabía de amaneceres, luces, sombras y latidos, se hizo a la idea que al menos podría “inventar” primaveras, crear nuevos colores y soñar que las maquinas son capaces de hacer que los sueños se cumplan.

Sabía que era poco, pero solo con eso se conformaba.

 


jueves, 7 de abril de 2022

AQUÍ SUPE DE LA VIDA


 

Aquí supe de la vida

y de todas esas menudencias

que acaban por poner el andamiaje

de ese difícil proyecto

que llamamos existencia.

Mientras los días, imperturbables,

seguían a lo suyo, sin mi permiso,

yo asistía, con un despertar lento

a conseguir algo que luego supe,

se llamaba libertad.

 

Y cuando la inocencia voló,

con aquellos aviones de papel de los recreos,

cuando empecé a traducir lunas,

a encontrar respuestas en los anaqueles,

a coleccionar palabras luminosas.

 

Y cuando vino ella,

con la que conté al alimón

los granos de nuestro reloj de arena.

 

Cuando al conjuro de la magia,

con esa arena

levantamos nuestro castillo junto al mar,

para llenarlo de sonrisas y de anhelos,

aquella luz primigenia con la que fui ungido,

encontró los colores distintos del mar y los soles.

 

….y ahora que los recuerdos se olvidan

y las vivencias canean,

 cuando vuelvo a ti, te desconozco, te extraño.

Y no es que se me olviden los orígenes,

es que se cambiaron los trazados

y nacieron nuevas arquitecturas.

Es que ya no encuentro

aquella calle empedrada en que jugaba,

a poder emular golondrinas,

dejando huellas en el aire.

 

 


viernes, 1 de abril de 2022

ERA UNA MAÑANA Y ABRIL NO SONREÍA.

 



Perdón por la irreverencia de adueñarme y cambiar el sentido del verso de Don Antonio Machado, para dar título a esta entrada.

 

Hoy abril empieza en los calendarios. Empieza tan descontrolado como estos tiempos convulsos que estamos obligados a vivir.

Y no sé vosotros, pero yo no me conformo con esta frialdad que me acosa los huesos y me descalienta los latidos.

No quiero conformarme con la diaria letanía de desgracias ocurridas.

Quiero sentir, carne adentro, el tibio escozor del abrazo, el perfume caliente de una mirada, la acogedora luz de una sonrisa, el perdido placer de latir al compás exacto de la música.

Vamos a abolir las soledades, a olvidarnos de las penas y por el tiempo que dure un bolero, vamos a buscar el viejo sentir del amor primerizo, del beso robado, del temblor sudoroso y acuciante.

Ya que hasta la primavera nos es huidiza y casquivana, busquémosla  en el salón de nuestra casa, junto a la persona que queremos, que recordamos o que soñamos.

Que cada uno escoja la música que le guste y si no queréis molestaros, os dejo este bolero de Ibrahim Ferrer que seguro “os anima”.