Aquí supe de la vida
y de todas esas
menudencias
que acaban por poner
el andamiaje
de ese difícil
proyecto
que llamamos
existencia.
Mientras los días,
imperturbables,
seguían a lo suyo, sin
mi permiso,
yo asistía, con un
despertar lento
a conseguir algo que
luego supe,
se llamaba libertad.
Y cuando la inocencia
voló,
con aquellos aviones
de papel de los recreos,
cuando empecé a
traducir lunas,
a encontrar respuestas
en los anaqueles,
a coleccionar palabras
luminosas.
Y cuando vino ella,
con la que conté al
alimón
los granos de nuestro
reloj de arena.
Cuando al conjuro de
la magia,
con esa arena
levantamos nuestro
castillo junto al mar,
para llenarlo de
sonrisas y de anhelos,
aquella luz primigenia
con la que fui ungido,
encontró los colores
distintos del mar y los soles.
….y ahora que los
recuerdos se olvidan
y las vivencias canean,
cuando vuelvo a ti, te desconozco, te extraño.
Y no es que se me
olviden los orígenes,
es que se cambiaron
los trazados
y nacieron nuevas
arquitecturas.
Es que ya no encuentro
aquella calle
empedrada en que jugaba,
a poder emular
golondrinas,
dejando huellas en el
aire.
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