Perdón por la
irreverencia de adueñarme y cambiar el sentido del verso de Don Antonio Machado,
para dar título a esta entrada.
Hoy abril empieza en
los calendarios. Empieza tan descontrolado como estos tiempos convulsos que
estamos obligados a vivir.
Y no sé vosotros, pero
yo no me conformo con esta frialdad que me acosa los huesos y me descalienta
los latidos.
No quiero conformarme
con la diaria letanía de desgracias ocurridas.
Quiero sentir, carne
adentro, el tibio escozor del abrazo, el perfume caliente de una mirada, la
acogedora luz de una sonrisa, el perdido placer de latir al compás exacto de la
música.
Vamos a abolir las
soledades, a olvidarnos de las penas y por el tiempo que dure un bolero, vamos
a buscar el viejo sentir del amor primerizo, del beso robado, del temblor
sudoroso y acuciante.
Ya que hasta la
primavera nos es huidiza y casquivana, busquémosla en el salón de nuestra casa, junto a la
persona que queremos, que recordamos o que soñamos.
Que cada uno escoja la
música que le guste y si no queréis molestaros, os dejo este bolero de Ibrahim
Ferrer que seguro “os anima”.
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