Acuciado por otros
menesteres, he dejado de pasar un tiempo para iniciar la lectura del libro de
poemas TIEMPO DE MEMORIA, de la buena amiga y extraordinaria poeta
Chelo de la Torre, ejemplar que la autora ha tenido la gentileza de dedicarme.
Y me ha venido bien la
espera, a pesar de que los tiempos que vivimos no son los ideales para “inventar historias nuevas”, mientras vamos
“esquivando palabras entre escombros”.
Acostumbrado a leerte
“a salto de mata”, como suele leerse en las redes internautas, me ha venido
bien el sosiego al calor envolvente del ya necesario sillón orejero, de este
medio paisano “de Quevedo, con los bolsillos
repletos de años”.
Aunque no “se pongan en pie las masas, ni te
encierres ni te escondas y sigue escribiendo poesía” que como puedes
comprobar viendo el telediario, cada vez estamos más necesitados de ella.
¿Cómo dejar de
escribir quien sigue tratando de “aprender
a resolver la ecuación de los años y se hace mujer, y madre, y loba”?
Aunque “nos sea difícil levantar el día cada
mañana” y “ya no germinen los brotes
de la tarde”, debemos reincidir en la poesía para que este mundo “que tiene aristas y ángulos que cortan”, sepa
que tus manos “son manos que no llevan
fusil”, pero están hechas para la escritura “que rompen velos y no hincan la rodilla”.
Ahora que somos casi
viejos y “que estamos en esa edad en que
los silencios se afanan en poblar nuestro día y lo círculos se cierran a
destiempo” no debemos abdicar de la
belleza sonora y armónica de la palabra.
Sobre todo Chelo, tú
que todavía tienes tiempo de vivir y recordar, de reinventar los diarios de
ayer, de mirar esa foto de familia donde la tristeza se viste de sepia, de
reírte de las lagartijas de la infancia, de tratar de encontrar el guarismo
necesario para que “pi” se pare de una puñetera vez.
Mientras “tus dedos respiren rabia”, por favor
amiga, no lo dejes.
Este mundo de hoy, tan
alucinado y nervioso, necesita de la verdad de tu poesía.
Y por lo que a mí
respecta, me viene bien la belleza de tus versos, para paliar la tristeza de
este pájaro curvo que me acecha.
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