viernes, 11 de marzo de 2022

LA COSTUMBRE


 

Como cada noche, después de despertarse del sopor al que siempre se rendía  harto de vaciedades y colorines en la televisión, se aseguró de que no quedaba ninguna luz encendida, que las puertas estaban cerradas y las ventanas con las persianas bajadas, se lavó los dientes y después de doblar cuidadosamente la ropa y prepararse el vaso de agua en la mesita, se metió en la cama.

A la mañana siguiente el despertador, obediente, lo sacó de su profundo sueño.

Le extrañó que su mujer, siempre diligente y dispuesta, siguiese en la cama.

La tocó en la frente y notó una extraña frialdad.

Con una cierta desazón, se acordó de que en la noche pasada, antes de acostarse, se le había olvidado darle el beso acostumbrado.




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