Soy el que es nadie, el
que no fue una espada
en la guerra. Soy eco,
olvido, nada.
(Jorge Luís Borges)
Hubo un tiempo
en el que la vida
parecía,
tener valor en todos
los mercados.
Hasta que alguien,
maestro en cenizas y
ataúdes,
asesino de azules y
eficaz con la hoz
de espigas y de vidas,
decidió
que las noches fueran
sombrías,
los latidos desolados
y los llantos como
truenos de tormenta.
La vida y los pájaros,
en loca desbandada,
anunciaron al mundo,
que las bolsas se
cerraban y
se multiplicaban los
infiernos.
Mientras,
se van llenando de sangre
las antiguas pantallas
de la despreocupación
en colores,
y el odio y la mentira
sustenta
el único argumento de
un enfermo solitario
que llena sus vacíos,
con la ingrata misión
de creerse importante,
entre la latente y
peligrosa raza de Caínes.
Quiero ser la llama que grita
ante tanta ceniza
y tanta flor decapitada.
Soy el que sufre recontando niños
huyendo como hormigas asustadas,
También soy el que no es nadie,
el que será eco, olvido, nada.
Mi espada es la pluma.
Solo “malescribo” versos,
¡pero no tengo la conciencia
acanallada!
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