miércoles, 26 de marzo de 2014

PALOMA DE ALTOS VUELOS.- Relato de los jueves.



Fotografía de felo




Aunque suene a frase hecha, en esta ocasión estaría justificado decir  que era una paloma de altos vuelos.

Llevaba muchos años en la porticada plaza de aquel noble pueblo castellano y siempre se reconocía o en los tejados, contrafuertes y gárgolas de la iglesia catedralicia o posando altanera sobre el monumento dedicado al prócer local que lucía majestuoso en el centro de la plaza.

El inexorable paso del tiempo, el sucio trafago de sus volátiles congénere y la desidia de los responsables del lógico mantenimiento, habían terminado por ajar sus dos habituales hogares.

Iglesia y Ayuntamiento, tuvieron que mover sus siempre eficaces capacidades de recaudación para poder sufragar los elevados gastos que la remodelación, limpieza y acondicionamiento de ambos monumentos, conlleva.

La plaza había perdido su pasado esplendor. La iglesia, cubría la tristeza de sus añosas piedras con lonas grises, mientras un mecano de hierros de colores, empaquetaba lo que quedaba al descubierto, dejando sola,  aterida y a la intemperie una pequeña puerta que se había abierto para hacer posible el culto.

De la majestuosidad del monumento al prócer, solo quedaba visible el mustio jardincillo que lo rodeaba.

Ahora la paloma, que había bajado a la plaza, veía pasar la vida, con todas sus faltas, penurias y sordideces, a una altura que le era desconocida, al lado de un pordiosero, que le regalaba algunas migajas de un trozo de pan que algún vecino dejaba cada mañana, junto unas monedas. Aprendió de cómo era la vida de los seres comunes, que tenían que inventarse cada día su subsistencia sin poder acceder a subvenciones ni privilegios.

Las obras se acabaron. La plaza volvió a tener su pasada belleza, pero la paloma no volvió donde solía.

Estaba mas a gusto junto a la vida. Junto a los que jamás tendrían estatuas ni prebendas.

Estaba mejor al lado de aquellos que sin apenas tener nada, eran capaces de repartir, sin pedir nada a cambio.

El tiempo que le quedaba, lo quería vivir a ras de suelo, a la cabal altura de los que, con razón, se llaman  hermanos y demuestran con hechos que la solidaridad existe.

No quería sentir ese mal de altura de los que solo saben volar cuando les empuja la avaricia.


Ve donde el amigo ALFREDO, para seguir volando





25 comentarios:

  1. Sabia paloma, donde se ponga estar a ras de vida...

    ResponderEliminar
  2. No, si es que te terminas encariñando con todo :)
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Me encanta el símil. Amigo mío, así es: con los pies firmes en el suelo y el corazón bien alto, así es como se vuela de verdad. Repito, tu metáfora es perfecta.

    Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  4. La paloma aprendió algo muy valioso, la solidaridad y eso solo lo hacen quienes menos tienen.
    Lo demás es toda migajas.

    Un abrazo :)

    ResponderEliminar
  5. Mi lado "pajaróloga empedernida" se sonríe dubitativa ;) ... pero me ha gustado esta imagen de una paloma ejemplar que rehuye de dos piedras altas y frías (donde tantos se complacen) para sentir el verdadero calor, el calor del mundo de a pie, siempre generoso.
    Como siempre, un placer leerte, Juan.
    Un gran abrazo y una sonrisa. :)
    ...

    ResponderEliminar
  6. Nos das un mensaje dicho con altura y desde la ALTURA Juan; con excelente consejo final....

    ResponderEliminar
  7. Un buen mensaje para la clase alta, que si es alta es porque jamás compartió nada a no ser con los de su propia "raza"...

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Una bonita metáfora, a la altura de los acontecimientos que por desgracia nos rodean. Alguien debía de tomar nota; pero seguro que el que tiene que oír se hará el sordo, como si no fuera con él, y todo continuará igual.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  9. Me gustan las metáforas, tristes, pero originales.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Vinieron bien las obras para hacerla aterrizar. Son muchos los que viven en sus hornacinas, por encima del bien y del mal. pontificando sobre cosas y situaciones que ni conocen ni padecen,
    Hermosa entrada, Juan L.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  11. La experiencia de esta paloma encierra mucho. Toparse con la realidad le sirvió para darse cuenta de muchas cosas. Muy buena metáfora. Un beso.

    ResponderEliminar
  12. La paloma alcanzó a probar lugares diversos y pudo finalmente escoger donde quedarse.
    Tu relato, muy bien narrado, carga su mensaje, y ciertamente, creo que de optar, me quedaría picoteando las miguitas afectuosamente entregadas, en un acogedor lugar de sol y solidaridad.
    Besos al vuelo!
    Gaby*

    ResponderEliminar
  13. Al bajar a la realidad de la cotidianidad encontró un mundo más natural, más simple donde posarse. Y quizás con más candor que el que recibía de las alturas.
    Una hermosa historia, con un final que deja mucha enseñanza.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  14. Lástima que no todas las palomas viven a ras de suelo.
    Es muy difícil, cuando siempre has vivido en las alturas, bajar a la tierra y preferir quedarse en ella.
    Buenísima enseñanza.
    Feliz fin de semana.
    Un abrazo Juan.

    ResponderEliminar
  15. De no ser por esas obras, esta paloma no aprende a caminar a ras de suelo, al menos esta fue consciente de lo bueno de la vida. De las otras ya se hablará.
    Un abrazo Juan.

    ResponderEliminar
  16. Pero vamos a ver, Don Juan Luis Trujillo, ¿usted sabe lo que vale?, ¿sabe la humanidad que destilan sus poemas, reflexiones, relatos?, ¿sabe acaso cuanto me gusta venir a aprender y degustar de sus escritos?
    Es hora de que se vaya enterando¡¡

    Besos muy muy fuertes ♥♥

    ResponderEliminar
  17. Esta paloma es un ejemplo. Lo penoso es que raras veces los grandes caen y, si lo hacen, inventarán todo tipo de artimañas para volver a subir.
    Un abrazo, querido Juan L.

    ResponderEliminar
  18. Y es que por el interés te quiero Andrés, dice el refranero español. Un relato muy rico y bien escrito.

    Gracias por participar en mi primera convocatoria.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  19. Un buen ejemplo el de la paloma que deberían seguir muchos "pájaros" hoy e día, porque desde arriba se ven las cosas muy diferentes.
    Muy bueno. Un beso

    ResponderEliminar
  20. Juan, en mi lateral sales con una especie de señal de prohibido. Una vez en tu página, todas tus imágenes, incluida la de cabecera del blog, están en ese plan: señales de prohibido. Ignoro si al resto de tus lectores les pasa lo mismo, o si tú lo ves también así.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  21. :(( A mí, me pasa lo mismo que a Valaf... ¡¡¡ Juan !!! ¿Dónde estás?

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  22. Ojalá más de una obra hiciera bajar a las palomas de altos vuelos de sus aéreas cornisas. Con una más que tomara la misma decisión, todos saldríamos ganando.

    ResponderEliminar
  23. Mucho dice este relato. En primer lugar, la remodelación de la plaza me llevó a la del Pilar, de Zaragoza, que no siendo muy bonita, la remataron. No es el único caso. Por otro y principal, me gusta como describes el sentimiento de la paloma que cuentas, esa sabiduría.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar