martes, 19 de julio de 2022

ÁNGEL-MUJER


 

Hasta que no se dio la vuelta, no comprobó que  aquel milagro repentino con apariencia de ángel, era simplemente una mujer.

Escuchó sus palabras que volaban como dulces pájaros en desbandada.

Se fijó en sus ojos que lucían con una extraña mezcla de mar y cielo.

Y su boca… con un dulce reclamo de sabores profundos y esa estimulante serpiente, para el dulce veneno de deseos de cada madrugada.

Desde esta sublime aparición, se olvidó de los sueños, intentó robar el color de los jardines, abandonó la melancolía, puso proa  a la esperanza y  tiritó bañándose en la recóndita luminosidad que emana de sus ojos.

 

Él, que nunca había tenido nada, emprendió las estrategias necesarias, para que esos  besos que empieza a soñar, no se pierdan a pié de página de un relato nuevo que desea definitivo.

Pergeñó un tratado de argucias, para ese desatino que se adueña del pecho cuando los latidos se desbocan.

Y le nacieron sonrisas donde habitaba la melancolía.

Y se hizo amanuense de fantasías, escribió estrofas que eran besos, rimó el deseo con las horas vacías y supo de cuantas ausencias caben en un suspiro.

También supo, que justo el día que la conoció, había empezado a vivir.


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