Los días se atascan
entre semáforos en rojo
mientras los espejos empiezan a
negarme.
Por otro, lado la noche
despliega sus alas de penumbra,
que ni siquiera despiertan
las voces de tediosos locutores.
Extrañas sinfonías
se desgañitan en las sombras,
mientras versos no nacidos se suicidan
en los rugosos acantilados de la
sabanas.
Los recuerdos,
tienen textura de silencio
y el triste color de la ceniza.
La mañana
tampoco se prodiga en claridades
y
es cuando empiezo a saber que,
irremediablemente,
he perdido mi apuesta con los pájaros
y no conseguiré la luz de los
jardines.
Me pongo a escribir un poema de
silencios.
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