Cuando la luz y la oscuridad pelean,
cuando los sueños se despiertan
y los dioses se visten de calle,
sintiendo el miedo
de mirarse en los espejos.
Cuando en
las esquinas,
viejas vecindonas,
cuchichean sus enredos
y los paisajes se van decolorando.
Cuando se
empiezan a simular sonrisas,
tergiversar palabras,
traducir misterios,
bordear precipicios,
cocinar ideas,
avinagrar sentimientos,
cuando el mundo al fin
termina por parecer una mentira.
Entonces,
yo tengo la certeza
de que tú y yo respiramos
las verdades que siempre fueron.
Y que querernos sigue siendo
la mejor
manera de encontrar
los viejos paraísos,
que irremediablemente se perdieron
por el sumidero de los días.
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