viernes, 25 de abril de 2014

¿ SE PUEDE?

Macondo.- Imagen de internet


Se acabaron los días de holganza dentro de este asueto perpetuo de viejo jubilado.
Han pasado los días antiguamente santos y  de penitencia, que a la vera de este mar luminoso y azul, se transforman en una fiesta constante de color y alegría y donde, apagado por el suave susurro de las olas, se oye un eco lejano y apenas perceptible de oraciones, redobles y trompetas.

Uno, que ya no está para muchos trotes, los ha disfrutado viendo jugar al sol a aquellos que todavía les quedan sonrisas que gastar y olvidando viejas, interesadas y  anacrónicas bulas eclesiales y los más reales y peligrosos marcadores de colesteroles y trigliceridos, adentrándose en los placeres de una gastronomía mediterránea que seguro habrá puesto alguna muesca más en mi cinturón.

Lecturas, paseos al sol y música han llenado las horas de estos días, otra forma de dar gracias a la naturaleza y rezar por los dioses que hacen que los hombres seamos un poco mejores, a pesar de la insistencia de algunos en poner notas de odio en la suave sinfonía de la felicidad.

En los días de Pascua, hemos conseguido un puesto de trabajo, en ese oficio tan en boga de abuelos canguros.

Hacía tiempo que no tenía un trabajo mejor remunerado: una nueva pulsera de colorines, los arrumacos y “achuchones” de mi nieta y los besos nacidos sin venir a cuento, cuando el abuelo contaba cualquier historia. Y sobre todo el caliente tacto de su pequeña mano, cuando se cogía a mí, para “ayudarme” a cruzar un paso de peatones, seguramente preocupada por mis pausados andares, comprobando con alegría que se cambiaban los papeles.


En estos días, una triste noticia ha llenado las ondas y encomiables panegíricos han vuelto a sacar a la luz la inmensa calidad artística de un pleclaro escritor que ha muerto.

Gabriel García Márquez ya no está físicamente y en Macondo, mariposas amarillas le dan luz al triste otoño de todos los patriarcas.

Yo me quedo con toda la tristeza con la que acaba su portentosa “Cien años de soledad” y que , desgraciadamente, sigue siendo una triste realidad:

“Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”.




12 comentarios:

  1. Por el final, gran pérdida para las letras con mayúsculas. Y por el principio: de buen seguro disfrutaste con tus nietos, porque disfrutar en 3D de los que amas es lo mejor que un amigo le puede desear a otro.

    Enhorabuena!!!

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Desde el jueves por la tarde que me entere de la noticia, hasta el cielo se puso gris y con tristeza fui llevando las horas posteriores.
    Me alegra ese trabajo que tienes, es el mejor, y realmente con una paga que es la mejor de la vida.

    Un abrazo :)

    ResponderEliminar
  3. Querido Juan. La abuelitud es un estado de gracia.Yo muero de amor por mis nietos y pude darme el gusto de disfrutarlos a morir cuando chicos.Ahora están grandes y la osa es distinta. Tienen poco tiempo pero el lazo de amor que nos ata es indestructible
    Dos: No podría decirte el tiempo que llevo amando a García Márquez. Me he devorado TODOS sus libros. ¿Quién no lo ha amado ?... Yo moriré con su realismo mágico tatuado en mi alma.
    ..." y en Macondo , mariposas amarillas le dan luz al triste otoño de todos los patriarcas"...bellísimo
    Un abrazo gigante...

    ResponderEliminar
  4. Bonito homenaje a Gabo y su querido Macondo que tanto disfrutamos.

    ResponderEliminar
  5. Disfrutar de los nietos seguro es de las experiencias maravillosas que se pueden experimentar Juan y en tu primera parte eso se percibe, me da gusto y la perdida de García Márquez, es de lamentarse.

    Un abrazo Juan.

    ResponderEliminar
  6. Pues sí.
    Bienvenido de nuevo al mundo de las rutinas :)
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Un bonito trabajo, sin duda.
    Lo hombres como García Márquez nunca morirán, habitan en sus obras y allá los encontraremos a cualquier hora.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  8. Repito mi comentario que se ha escapado por allí... :(
    Te decía que los Grandes como Gabo nunca nos dejan del todo ya que podemos disfrutar de su obra en cualquier momento.
    Y te decía también que tu estatus de abuelo es bien bonito y espero disfrutar de ello algun día.
    Un abrazo y una sonrisa, Juan. :))

    ResponderEliminar
  9. Me alegra volver a leerte.


    García Marquez no está con nosotros físicamente pero sí en la memoria, él nunca se irá.

    D.E.P.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  10. Grande Juan Luis, tu experiencia con tus nietos vista a través de tus ojos es absolutamente maravillosa. El final de la novela de Gabo un detallazo distinto de cuantos homenajes he visto.

    Sabes que?, creo que desde que te conozco no he faltado a mi cita contigo, ¿tendrá mucho que ver como escribes?, ¿como eres? ¿lo que dices?


    Besos amigo ♥

    tRamos

    ResponderEliminar
  11. Un homenaje muy acorde e intenso. La equilibrada mezcla con tus sensaciones personales le da un toque más humano y más real. Aunque cueste creerlo y me avergüence un poco, aún no he leído Cien años de Soledad. Me queda pendiente.
    un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  12. Me encanta cuando hablas de tu "abuelidad", se te cae la baba y con razón, los nietos son un lujazo. Cuando sean más granditos ya imagino les contarás de tus batallas literarias y de ese monstruo que fue, es y será Gabo.
    Un fuerte fuerte abrazo

    ResponderEliminar