Al buen amigo Ernesto, de “Cayado de Sándalo”,
que hace unos días preguntaba: ¿Quiénes somos?
Me
parece mentira,
pero
en pleno siglo veintiuno,
acuciados
por la sangre y el terror,
hay
gente que llena su maleta de recuerdos,
para
buscar el cobijo de una nueva patria,
donde
no sea posible el miedo y la muerte
y
donde curar el desgarro frío de la ausencia.
Niños,
hombres y mujeres obligados
a
olvidar las canciones y vivir en el silencio
de
esa muerte a pocos metros,
que
anuncian las bombas,
cargadas
por el odio y la mentira.
Hoy,
viendo las últimas noticias,
al
volver a ver volar los estorninos
entre
el humo de los tanques,
he
recordado aquella tarde noche en Valencia
de otro aciago día de febrero,
en
el que temblé por mis hijas.
Otro
iluminado más,
que
nos trata de robar la primavera,
que
prohíbe las sonrisas,
que solo se alimenta de caviar y lágrimas
ajenas,
de
flores moribundas,
de
llantos de niños y miedo de las madres.
Preguntas ¿Quién soy?
Ahora
soy la voz herida que balbucea
el
odio debido a todos los tiranos.
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