Me gusta entrar en las papelerías,
aunque sólo sea para olerlas y volver a sentirme joven.
Siempre que lo hago, termino por
comprar alguna libreta con papel de grano fino, una goma de borrar, (las tengo
de todos los colores) y algún bolígrafo que me seduzca por su diseño. (Las
plumas estilográficas tuve que olvidarlas, por las broncas de mi mujer al
mancharme las camisas).
El último que compré, aun no lo había
usado y el otro día al dar con él, en el fondo del cajón del escritorio, pensé
que debía estrenarlo, escribiendo un poema.
Buscando imágenes, persiguiendo metáforas,
terminé por extraviarme en el camino y aquí estoy ahora, perdido en el gramaje
de un folio A4, mientras el bolígrafo se resiste a mostrar su eficiencia.
De la goma de borrar, ni hablemos. No
suele borrase lo que no se escribe.
Lo he pensado mucho, pero si mi olfato
ya no es lo que era, no creo que deba pedir responsabilidades al dueño de la
papelería.
Adoro el olor de las papelerías, me pierdo en ellas cada vez que entro. Hay tantas cositas bellas para escribir, solo falta ese duende que juega al escondite con nosotros, pero siempre llega aunque sea a deshoras. La foto es muy bonita, Juan.
ResponderEliminarMás besitos para tu tarde.
Realmente las libretas, bolígrafos y gomas de borrar tienen voz y nos llaman. Guardan recuerdos del cole, del instituto, de la Uni y de tantos momentos disfrutados con las letras, que es inevitable no comprarlos, Juan. Te entiendo y espero que lo sigas haciendo, porque eso significa que tu vocación literaria sigue viva.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz tarde de junio.
Me encantan las plumas, tengo una de oro de mi abuelo que pasó a mi padre y este me la regaló a mí, seguramente se la daré a mi nieto; mi pedida de manos fué un regalo de una magnífico juego de pluma y bolígrafo de plata que seguramente pasará a sus manos, después han venido unas cuantas más, ya no escribo con pluma, ni bolígrafo ni nada de nada, en todo caso, para tomar alguna que otra nota tomo un boli de plástico o un lápiz y cuando se acaban voy a un chino, ¡¡que tiempos!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Pásate por Papelería Ferrer en la calle Sierpes, se inauguró en 1856. Aunque no compres nada es un gusto entrar y oler. Hasta el escaparate tiene historia.
ResponderEliminarUn abrazo
Es un mundo que a mí también me seduce, me encanta ese aroma de lápices, papel y madera, cuando los estantes y el mostrador son de este material. Y cuando además tienen libros ya es un un gozo que puede llegar al extásis cuando encuentras algo realmente curioso. Suelo chafardear en esas tiendas de pueblo en que tienen esas cosas.
ResponderEliminarMejor no pidas responsabilidades a nadie que están los ánimos muy encendidos.
Un abrazo.
Me encantan las papelerías, justo esta mañana le he enseñado a mi hija mis últimas compras en una de ellas antes del confinamiento, bueno, me he quedado sin un cuaderno...
ResponderEliminarBesos
Me ha saltado el comentario seguramente me estaba excediendo.Comienzo de nuevo:
ResponderEliminarNo sabía de este gusto tuyo ¡vaya coincidencia! también soy una apasionada de los artículos de papelería, junto a mis hijas podríamos montar un negocio para vender las existencias que tenemos en nuestras respectivas casas, si te quieres unir, te admitimos.
En lo viajes siempre traigo libretas , cuadernos, lápices, bolis... disfruto tocándolos y oliéndolos, es una pasión que la tengo desde muy jovencilla y que sin proponérmelo he traspasado a mis hijas y ahora somos tres maniáticas de las libretas de toda índole y cuando nos vemos disfrutamos enseñándonos las nuevas adquisiciones.
También somos forofas de los colores, pinturas de todo tipo... una locura.
¡Qué cosas!
Las papelerías como las librerías tiene alma y aroma, me gusta pasear y mirar, a veces si ha llegado algo nuevo me lo muestran saben que soy facilona y además tengo nietos a los que les encanta una libreta y un lápiz mas que muchos juguetes. Me he acordado de mi padre que siempre nos traía un sacapuntas que era un animalito o un invento antiguo, o un lápiz con goma. Qué bonito recordar. Un abrazo
ResponderEliminarEn mi entrevista a David (El Tintero de Oro), descubrí que su pasión por los objetos de librería y sus olores era muy frecuente entre los blogueros con los que nos relacionamos habitualmente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hay cosas que conservan la magia aunque pase el tiempo y haya quienes amenacen con ponerlas en desuso. Un abrazo
ResponderEliminar=)
Es genial, a mi me gusta por el aroma, qué cosas, me remonta a edades de lápiz y bolis, lo que me rejuvenece. Creo :-)
ResponderEliminarUn abrazo grande
Me gustan las plumas estilográficas, yo aun las uso aveces. Saludos amigo Juan.
ResponderEliminarConocí tu aficción cuando leí tu Macondografía y me resulto muy familiar eso que contabas porque tengo tu misma pasión. Las papelerías y las libretas. No sé cuantas tengo, pero muchas y no puedo evitar encontrar siempre una que me encanta y no puedo dejarla en la tienda jajaja. No hay viaje que haga que no me traiga una de recuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
que bonita entrada Yo hago lo mismo que vos tenemos el mismo hoby
ResponderEliminarEste texto lo podría haber escrito yo también tal es mi afición a estos lugares ;) Ya te lo comenté hace tiempo, tengo no lejos de casa mi particular Cueva de Alibaba, antro de perdición de donde no salgo nunca con las manos vacías. Su olor, su tacto, los colores y el ambiente donde deambulan los adictos con la sonrisa puesta pensando en lo que van a disfrutar con sus compras e incluso disfrutan ya sólo con imaginarlo .. Y colección de carpetitas y gomas también tengo y sacapuntas y lápices ya que son mis herramientas preferidas a la hora de escribir.
ResponderEliminarBonita entrada que quería ser poema y lo es.
Un abrazo.
Que bonita entrada Juan! Una se puede perder por sus pasillos como viejos pasadizos que te llevan a sentir la magia de sus estantes, su olor peculiar te hipnotiza, te atrapa. De niña solía pasarme las horas en una librería que tenían unos tíos míos.
ResponderEliminarBesitos Juan.
Lo que a ti te ocurrió con las estilográficas, a mi me ocurrió con los bolígrafos. Los que tenemos mas de 70, en nuestra niñez, vimos llegar los primeros bolígrafos a las tiendas. Eran unos tubos diabólicos que "perdían más aceite" que un 600. Nada que ver con la finura del instrumento de hoy en día. Aquella bola en la punta estaba siempre pringosa de tinta.
ResponderEliminarPero ciertamente el recuerdo de las papelerías -coincidimos muchos, veo- es algo entrañable.
Largos ratos hipnotizado frente al escaparate, tratando de apaciguar el deseo de todas aquellas cosas maravillosas que no podías comprar así como así.
Yo sí se las pediría, aunque sólo fuese por entrar de nuevo. :-)
ResponderEliminarUn abrazo.
A mí también me gustan las papelerías y ese olor a imprenta, pero las de antes que las de ahora ni huelen, pues en mi ciudad aun hay alguna papelería de esas antiguas que siempre encuentras algo bonito y además te regalan una bonita conversación.
ResponderEliminarAbrazote utópico.-
Quedan ya muy pocas como la que a ti y a muchos nos gustan. Antiguas y con sabor a colegio, con reuerdos como pinturas de Alpino, plumieres de madera, etc, etc.
ResponderEliminarHay una en la calle Fuencarral que voy siempre en Navidad, se encuentran cosas curiosas para regalar.
Un abrazo.
No suele borrarse lo que no se escribe(qué frase tan buena),pero es natural que al sumirte en esas libretas,ese bolígrafo,el DINA4...te perdieras
ResponderEliminarYA lo han dcho todos,pero ahora me siento en la necesidad de añadir que la papelería es un lugar en donde me puedo perder yo también.Todo me sabe a sueños que puedo volver a realizar,como comprar un cuento,un lapicero o una libreta,que también tengo muchas.Son como mágicas!!
Y ya si te cuento lo que siento cuando paso por un colegio ...ese olor a goma de borrar,a lapicero,a tiza,a ...
Preciosa entrada.Mira lo que has provocado!!SOnrisa
Besucos ,amiguco
Gó
No, no cabría pedir responsabilidades a terceros... Y razones para ello tampoco parece haberlas... Que en ocasiones el folio quede en blanco, quien esté libre tira la primera piedra, es consustancial con el hábito/deseo de escribir. ¡Sin mayor trascendencia!
ResponderEliminarAbrazos Juan.