Yo, que siempre busqué la amistad de la
palabra,
me pierdo ahora entre este bosque de
consignas,
en esta resaca de improperios,
en esta asonancia estruendosa de
gritos,
en estos buscados sinónimos de
artificio.
No me encuentro en el oficio,
de saber modular los sentimientos,
de esconder las verdades que hacen
daño,
en este no poder llamar a las cosas por
su nombre.
A la hora de los que mandan y opinan,
no se necesitan los diccionarios
para escribir sobre la realidad sin
dobleces,
son mejores las navajas,
para mostrar una realidad deshilachada.
Ya no hay palabras hilvanadas,
las frases pierden sus sentidos,
con la bomba mortal del exabrupto
que mata todas las promesas.
Yo, que siempre busqué la amistad en el
dialogo,
la etimología de los abrazos,
la belleza sin dobleces de la poesía,
el irrenunciable valor de la palabra
dada,
no entiendo las que nacen con filo de
puñales,
como ladridos de perros rabiosos,
no entiendo a los que sortean verdades
y edifican discursos con cimientos de
mentiras.
Yo que siempre busqué la amistad de la palabra,
tendré que refugiarme en la música.
Ese acto de belleza y verdad
que no creo que puedan mancillarme.
Tan preocupante es la visión de los que se mantienen sobre mentiras, como quienes se las compran con sus votos, sabiendo que lo son.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es difícil huir de los malentendidos. Un beso
ResponderEliminarLa música es otro forma de comunicación, mejor o peor, pero diferente. Las palabras, para ser que querías ser su amigo, te han tratado bien, estoy segura, porque se ve en tu blog continuamente. Malentendidos puede haber siempre, eso sí.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz tarde
Y se llaman entre si señorías. Y se dicen padres de la patria. Y dicen ser devotos que acuden responsables a lo que el pueblo llama el Templo de la Palabra.
ResponderEliminarQue los dioses nos asistan.
Sigue confiando en la palabra, que ahí está el futuro, aunque nos cueste creerlo.
ResponderEliminarPrecioso.
Un abrazo.
La palabra tiene alma, se regenera, se renueva y reinventa constantemente, Juan. La dignidad de la palabra pondrá todo en su lugar y "apartará" a palabras vanas, crueles y estériles. Buen y profundo poema.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo, Juan.
Los oídos y los ojos nos acercan la belleza. También las palabras, tú lo sabes pues las acaricias y las haces brillar como una sinfonía de crepúsculos. ¿Qué culpa tienen ellas de darse a todos, incluso a aquellos que las profanan y marchitan? ¡Cómo amamos las "barbaras, terribles, amorosas crueldades" que nos brindan las palabras!
ResponderEliminarSigue confíando a la verdad de tus palabras Juan, que vas por buen camino.
ResponderEliminarBesitos para tu noche.
Quizá no sea mala idea lo de la música, porque si no tu vida será un chasco tras otro. Sobre todo todavía escuchas a los políticos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Difícil es escapar de los malos entendidos... pese a eso me gusto tu texto Juan.
ResponderEliminarBesos grandes al alma y que tengas un lindo viernes.
No cambies nunca el alto concepto que tienes de la palabra y del lenguaje , es un arte como lo manejas en su extenso vocabulario, mientras deja a los perros ladrar, que entre ellos se entienden y además parece ser que no saben usarlo nada más que para ofender y atacar allí donde más duele.
ResponderEliminarHace tiempo que me refugio en la música, que además no me preguntes cómo, porque no te lo sabría decir, pero siempre la hago bailar al compás de mis sentimientos y te juro amigo, que es una auténtica pasada.
Besos musicales.
Las palabras son las que son y no son culpables, pero las puede usar cualquiera y entonces pierden prestigio. Un abrazo
ResponderEliminarBuena compañía la música para estos momentos. Sentido poema, saludos amigo Juan.
ResponderEliminarJuan, todo llegará, puestos a mancillar hasta lo más sublime son capaces de destruir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Se trata de la generación de nuestros hijos. Algo debió salir mal, quizás desearles lo mejor y protegerlos? Será que algo habrá que desaprender!
ResponderEliminarAfortunados los supervivientes de edades avanzadas que aprendimos a desarrollar la concordia, pero a qué precio? Compensará?
Ahh sí y la música ( ondas armónicas al gusto) no solo seda, muchas veces nos salva de nosotros mismos y del entorno. Comprobado desde hace más de medio siglo. Así conjure todos mis múltiples males y errores. Nada de echar balones fuera..... pero con Beethoven al oído .!!
ResponderEliminarAhh sí y la música ( ondas armónicas al gusto) no solo seda, muchas veces nos salva de nosotros mismos y del entorno. Comprobado desde hace más de medio siglo. Así conjure todos mis múltiples males y errores. Nada de echar balones fuera..... pero con Beethoven al oído .!!
ResponderEliminarLa palabra bien dicha siempre nos ha abierto la puerta.
ResponderEliminarMil besitos, Juan.
Se puede ser amigo de las palabras y también de la música. Siempre que se sepa elegir al escucharlas y compartirlas. Y me consta que tú sabes ;)
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Hola Juan!
ResponderEliminarSiempre quisiste las palabras y ellas te aman a vos!!
Un lindo romance entre tus palabras y tu inspiracion que te abrazan calidamente.
Un beso y feliz fin de!!
me has maravillado como siempre muchacho
ResponderEliminarNo son las palabras, son los que las utilizan para atacar y ofender. No creo que debamos dejarlas, es más, creo que debemos utilizarlas, aún más, si cabe.
ResponderEliminarHasta con signos, son capaces de ofender los que se dedican a ello.
Un beso.
La carga de violencia que se siente en la actualidad en cada palabra dicha o escrita, en cada gesto, en cada improperio dicho al que piensa distinto, remarca las carencias de valores que cada vez más vamos padeciendo como sociedad. Muy triste esto que cuentas tus atinados versos. Un abrazo Juan
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