Dedicado a Ricard Pardo (Noxeus), que en poco tiempo me enseñó muchas cosas.
Gracias por su
agradable y sencillo magisterio y por formar parte de ese pequeño grupo, que
me ha hecho reconsiderar que la vida
sigue, a pesar de dolores y calendarios.
El sol se bebió la última copa,
ese “penúltimo” trago que no acaba de darse.
Un temblor de lagartijas
es lo que queda de “lías” y “pajuelas”.
en la madera desfondada
donde los sueños fueron posibles.
Las duelas desquiciadas,
ya no saben del fornido abrazo de los aros
y un verdín de otoño,
pinta de soledades la barrica.
Donde habitaban las sonrisas
se nutrían las canciones y sonaban los silencios,
ahora solo queda la esperanza verde
de vida que nace de las piedras.
Pero se mantiene en pie,
a pesar de sus achaques,
y ese cuerpo envejecido solo espera
un trasiego de amor que lo libere
y pueda volver a soñar canciones
en la fresca quietud de la bodega.
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