FIN
DE UN MAL SUEÑO
Para Albada Dos, de Micro-Regalos, de la que tanto he aprendido y a la que envidio su portentosa
imaginación y su bella manera de narrar.
No se supo si fue
debido a la vacunación, a la inmunidad de rebaño, o a la suerte, pero lo cierto
es que la pandemia pasó.
Ya no eran necesarias
las mascarillas y todo fue una fiesta de abrazos y latidos, de pieles
desinhibidas y ojos brillantes.
La vida volvió a ser
como solía, a nuestra mediterránea manera.
Con algunas
excepciones: aquellos que desesperados ante tanta incongruencia pasada, tanta falta
de solidaridad y tanto egoísmo, habían olvidado sonreír.
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