martes, 22 de noviembre de 2022

MÚSICA, POESÍA Y FLAMENCO


 

Dejadme que en esta ocasión me permita juntar la pasada bella efemérides del cante flamenco, con la festividad del día.

Y permitirme también que lo dedique a los que aman la música, (seguro que no hay excepciones), los amantes más dispersos del flamenco y a los/as que hoy celebran Santa Cecilia, patrona de la música que como  bien dijo el escritor alemán Jean Paul Richter, “es la poesía del aire”.

Porque a pesar de un desprecio de siglos, mucho ha tenido que decirse y blanquearse para dar el brillo necesario a ese flamenco vilipendiado por la Generación del 98, y felizmente redimida por la  Generación del 27.

Hay un libro definitivo escrito por los hermanos Antonio y David Hurtado Torres, musicólogos y compositores, que nos demuestra que la oscuridad con la que se pretendía desmerecer este arte definitorio de lo español, está muy lejos de la belleza intrínseca del flamenco.

El cante flamenco hace música arriesgada de sentimientos, creando sensaciones, improvisando emociones. Música alegre y doliente. Amorosa y apenada. Directa y reivindicativa. Pellizco y caricia. Consuelo y vinagre. Flor y espina.

Pero mejor que os deje unas cuantas letras que sirvan para justificar esta entrada de hoy y que vienen a demostrar, que la poesía flota en el aire cuando, sin poner adjetivos y sin pedir “papeles”, el sentimiento nace teñido de belleza:

 

En la torre está el reló

El mochuelo en el olivo

En mi corazón la pena

...cada cosa está en su sitio.

+++

Desperté y la vi

por si estaba soñando conmigo

la dejé dormir.

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No te quiero por la ropa

te quiero por ese lunar

que tienes junto a la boca.

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Duérmete gitanito

rey de los soles

te voy a hacer una cunita

de caracoles.

+++

Cómo quieres que en las olas

no haya perlas a millares

si en la orillita del mar

te vi llorando una tarde.

 

Merecido el reconocimiento al flamenco, por su música, por su baile y por hacer posible esa poesía que nace de las hondas raíces de un pueblo que siente y se desespera.




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