Perdonar la repetición, pero el recuerdo de lo
vivido ha pesado más que la difícil creatividad que se pierde con la ausencia.
Esto lo publiqué en el año 2018, pero, al menos, a
mí me sirve.
“EL ENCUENTRO” EN VALDEPEÑAS.
Sin hacer caso a los pronósticos,
la “madrugá”, se tiñe de incienso o niebla.
Un olor a anís y cera derretida,
señalan los caminos que llevan a la plaza.
En la noche oscura, un siseo de temblores.
Mientras, torre iluminada arriba,
un reloj que acompaña los latidos
se va acercando inmisericorde
a la hora exacta de la emoción y los lirios.
Las rutas y los corazones
se han quedado sin luces.
Calle de la Virgen abajo, un siseo
de pasos que se arrastran
y un temblor de velas encendidas,
anuncian que se acerca el momento de la magia.
Los primeros y nerviosos capirotes azules
nos anuncian la llegada
del que dicen que es el gran protagonista
de esta noche oscura
y de otras no menos funerarias.
Acompañado del silencio,
y del temblor frío de los cirios,
con el paso que le marcan
un puñado de sufrientes hermanos,
un cuerpo con espasmos de junco dolorido,
se hace dueño del silencio
alanceando corazones
y dejando lágrimas a la intemperie.
Entre una maraña de nubes,
se asoma la luna, tímida y vecindona.
(Continuará)
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