Se empieza a enmohecer
la fantasía
que siempre habitaba
por mi mente,
me empieza a resultar
indiferente
este devenir de
realidad sombría.
Si pudiera desandar me
ofrecería,
a pasar de esta vida
decadente,
a vivir de manera
diferente
y darle una ocasión a
la alegría.
Este jardín que muere
en el olvido,
al que le falta un
riego de ternura,
solo queda patente en
la memoria.
Le queda el recuerdo
de haber sido
la busca de un camino
a la aventura,
andando entre la pena
y sin la gloria.
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