domingo, 7 de mayo de 2023

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ERNESTO


 

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ERNESTO…

 

  y la no menos importante de llamarse Emilio, que algunos amigos tengo con esos nombres.

Y viene todo a cuento, porque ya es la segunda vez que en dedicatorias, me confundo con esos nombres.

Como diría el amigo Oscar Wilde, (del que copio el título de esta entrada, exponiéndome al castigo de algoritmos vigilantes), “experiencia es el nombre que le damos a nuestras equivocaciones” y a la vista está que soy un hombre experimentado ya que cada día olvido y me equivoco, como si no hubiera un mañana, (que lo hay, pero cada vez quedan menos).

Estoy empezando a barruntar la idea de escribir unas memorias, que ya lo anunció el referido Oscar: “que solo publican sus memorias, aquellas personas que la han perdido totalmente”, pero me temo que a pesar de cumplir los requisitos, no me encuentro con fuerzas para ello, que bastante tengo con mis múltiples visitas al escusado, cada vez veo peor las letras del teclado del ordenador y no puedo pasar mucho tiempo sentado, ya que se me “acalambran” las piernas y termino fatal de la espalda.

Amigo Ernesto: ya ves que hace tiempo se me empezaron a gripar los motores de los recuerdos y solo me quedan indelebles, aquellos de la alejada niñez, que a pesar de las penurias, son los que ahítos de claridades, se empeñan en mantenerse en mi mente.

Lo malo de todo esto, es que no hay a quien pedir reclamaciones, ya que mi garantía, venció hace muchos, muchos años y los repuestos ni son posibles, ni se encuentran en los desguaces.

Por el contrario, hay algo bueno: tanto Emilio, como tú, empezáis a entrar en esa madurez que todavía tiene buenas cosas, aunque, ¡cuidado!, los años pasan con rapidez y no quisiera que cayerais en la tentación de pensar que lo que os queda es la edad de oro.

Solo me resta desear para vosotros, algo que también citó Oscar Wilde, (este hombre se pasó la vida citando).

“Mejor es ser un cohete caído, que no haber resplandecido nunca”.

Antes que se me olvide, (cosa bastante probable), perdón a los nominados y un sincero abrazo para Ernesto y otro igual de sincero para Emilio.

Que como dice el refrán de mi tierra, (ya está bien de citar al mismo autor), “más vale un «toma» que dos «te daré».

 

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