Antes de nada, todos
mis respetos, para cada uno de mis lectores y a todos los que escriben en esta
misma bitácora.
Lo que no significa,
que siempre esté de acuerdo, con lo que leo o con las ideas que,
subrepticiamente, esconden algún que otro mensaje que no se explicita en el
escrito.
Alguien a quien
admiro, respondía a sus lectores, en sus comentarios, con algunas apreciaciones
sobre la libertad, sobre las cuales me es imposible estar de acuerdo, sobre
todo con ese “nunca me he sentido menos
libre que en estos tiempos”
Y me voy a permitir
contemplar el “paisaje” actual, desde la perspectiva de mis viejos y
seguramente gruñones, 87 años.
Antes de nada, me
resulta paradójico, que una mujer de esta época, eche en falta la libertad,
cuando en los últimos 30 años, las féminas han sido el revulsivo de una
sociedad caduca y que ha sabido evolucionar y parangonarse con el resto de
países que nos aventajaban.
Si Simone de Beauvoir,
hubiese nacido en la España, de antes de la Constitución, seguro que hubiese
terminado en una cárcel, sin pelo y con una condena por la Ley de Vagos y
Maleantes.
Espero que se me
reconozca, que en ese aspecto, algo hemos ganado.
Libertad es que el
niño pueda tener un móvil si a la madre le apetece, sin tener que pedir permiso
al marido, utilizando su propia tarjeta. Otra cosa es, que por su edad y
condición, sea merecedor del regalo.
Libertad es que cada
uno pueda decir libremente lo que piensa, sin que los cimientos de la educación
se remuevan y no te expulsaban de clase por tratar de saber un poco más y no
conformarte con la doctrina oficial. (Y hablo en primera persona del singular
de un tiempo pretérito e imperfecto).
Seguro que a los
abuelos no los atracaban. No es que dejara de haber atracadores, (que desde
Sierra Morena hasta aquí, siempre los hubo), es que los abuelos, la mayoría, no
tenían nada que robar.
Desgraciadamente con
los abuelos actuales se ha hecho algo peor, se les ha negado la libertad de
vivir, mientras se ponía el énfasis en
otras libertades menos necesarias y más pedestres.
He conocido a mucha
gente, que no podía comer lo que quería, pero no porque lo dijera un ministro, es
que con los sueldos amordazados, no tenían otro remedio.
(Por cierto, como
viene demostrándose, las macro-granjas son un arco de triunfo para el impacto
ambiental y de esa carne era de la que hablaba el ministro). Un ministro democrática
y libremente elegido, gracias a un sistema que nos permite, si no nos gusta,
cambiarlo cada cuatro años.
Libertad significa,
que nadie pueda recriminarte por tu condición sexual, el color de tu piel o tu
nacionalidad y el que algunas de estas se coarten, el motivo no es por falta de
libertad, es por falta de educación.
Algo de ello estamos
viendo en estos días.
En la contestación a
un comentario, leo lo siguiente: “de
momento estamos en plena dictadura, nos tratan como a niños y obedecemos”.
No
creo que tratándonos como a niños, todos estemos dispuestos a obedecer, al
menos conozco a bastantes, (entre los que me incluyo, que no lo permitiríamos.)
Lo
que me preocupa es ese “de momento”.
¿No será que en estos
días, lo que se pretenda, no es exigir más grados de libertad, sino que esas
libertades sean más propicias para los intereses de otros?
Permitirme despedir esta
entrada con una frase de Karl Marx, (espero que a pesar de su controvertida
biografía, se me conceda la libertad de la cita):
“Nadie
combate la libertad; a lo sumo combate la libertad de los demás. La libertad ha
existido siempre, pero unas veces como privilegio de algunos, otras veces como
derecho de todos.”
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