REGALO
Fernando Quiñones,
unos días antes de su muerte, a su
mujer veneciana, Nadia Consolani:
“ahí tienes Cádiz, te lo regalo.”
Me gustaría regalarte el mar,
o hacerte un broche
con la inocencia de la espuma,
para que brille en tu pelo.
Pero el mar, es solo una metáfora
que no cabe en el cuenco de mi mano.
El salitre se escapa,
jugando entre los dedos,
el aire se esconde de las nubes
y las infancias se pierden,
ahogadas de recuerdos.
Me gustaría regalarte el mar,
pero no puedo.
Mi vida solo depende
del caliente soplo de su/tu brisa.
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