Sinceramente no sabía
de qué escribiros. Son tantos los años iniciados, las ilusiones depositadas en
los días que restan, los fracasos y certezas, que no me atrevo a jugar a
pitoniso en estos días primerizos del almanaque y mucho menos a revestirme con
una sapiencia que ni tengo, ni mucho menos se me conceda por el paso del
tiempo.
No sabía de qué
escribiros y de pronto he mirado la cabecera de mi blog y he pensado que no
sería mala manera de empezar el año, reuniéndonos alrededor de este fuego, sentarnos
en los poyetes, serijos, banquetas, sillas de enea o cualquier adminículo que
encontremos donde aposentar nuestras posaderas, aprovechar las brasas para asar
una patatas, que nos calienten el estómago y haciendo pasar la bota con vino de
mi tierra, y empezar a notar, como dijo el poeta,
La sed se apaga, el
corazón se abrasa
la frente crece y
la corbata aprieta.
Mientras, “al amor”
del fuego, con el tiempo necesario para todas las cosas trascendentes, se va
haciendo la “caldereta” de cordero
que se sostiene en las trébedes.
Y cuando el vino y las
llamas, nos van poniendo nuevas luces en las miradas, cuando los corazones y
las palabras se abren como flores sonrojadas, cuando se acortan las distancias
y los mapas se desdoblan, cuando las confidencias y los perfiles chisporrotean,
entonces es el momento de que los vocablos resplandezcan, las sonrisas busquen
geometrías musicales y esos abrazos escritos que se quedan día tras día vacíos
de contenido, se hacen realidad y tacto, calor y latido, temblor y afecto.
“La
caldereta”, cumplió con su noble misión de placer y
alimento, y ahora que cada trago de la bota, viene envuelto en versos y
canciones, cuando la tarde se pone lívida de afectos y recuerdos, la luna,
ansiosa de mar se conforma con reflejarse en el agua del pozo, hay que salir al
porche emparrado, donde buscar la estrella necesaria que nos guíe, en esa nueva
noche que ha de nacer cuando se apaguen la lumbre y las miradas.
Pero seremos otros y
se acompasarán los pulsos. Una gavilla, unas cepas de vid, un vino sin nombre,
una caldera que hierve y unas llamas que chisporrotean, serán capaces del
milagro.
Ya sé que esto es un
sueño, pero permitirme este ejercicio de nostalgia, esta añoranza de amistad y
recuerdos, este rumor de caracola niña que me canta en los oídos.
Dejad que acabe con los
versos de mi poeta de cabecera, Juan Alcaide Sánchez:
Una
lumbre, un puchero y una rosa cortada.
Y
aquel mantel que guarda de la madre el zurcido.
…..
Pero
quiero
Que
acariciéis la sombra de este amor con que os hiero.
Que
aprendáis en lo dicho lo mucho que he callado.
Soy
vuestro aunque no quiera; pero quiero y lo soy.
No
me queda otra sangre que la que os busca en todo.
Solo
encuentro firmeza si la mano que os doy,
buscando
un punto honrado, se cuelga en vuestro codo.
¿Y qué mejor comienzo de año que "al calor de la lumbre"?
ResponderEliminarUn abrazo.
Juan, me apunto a esa caldereta virtual (ojalá la pudiéramos hacer real...). Yo aporto unos paparajotes de mi tierra, con su saborcico a limón y muchas sonrisas y abrazos. Seguro que lo pasaremos bien.
ResponderEliminarUn abrazo.
Al calor de una lumbre, se suelta la imaginación y todo se conforma en un poema.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿Y no sabías qué escribir?, pues querido manchego lo has bordado. Mis hijas no conocían las trébedes, un lenguaje casi olvidado y poco usual ya, pero donde se cocinaban las mejores calderetas.
ResponderEliminarBuen provecho y calor en esa lumbre.
Es una reunión de amigos, blogueros tal vez, alrededor de una caldereta y un fuego. Qué mejor nostalgia que saber que esos tiempos se han ido, que somos otros, y que sin embrago, bien podríamos hacer una reunión, que no aquelarre, alrededor de un fuego inspirador, como has hecho tú.
ResponderEliminarPrecioso post y lindos verso de Alcaide
En el calor de la lumbre nos acomodamos, echas la imaginación a vloar y nos traes maravillas salidas de tu pluma mágica.
ResponderEliminar¡Olé tú!
Besotes.
Que maravilloso Juan me pude imaginar todo lo que has escrito, tu poesia es muy romántica y placentera reunirse al calor de esa caldereta, calentando algo delicioso y beber un buen vino suena muy bien.... y la poesia de tu poeta de cabecera Juan Alcaide Sanchez es preciosa.
ResponderEliminarQue lindo comenzar asi el año... leyendote!!
besos Juan!!
Reunirse entre el fuego y el calor de las personas qué mejor que eso.
ResponderEliminarEntre el fuego parece que andan los primeros días del año.
Muchos besos.
En casa de mi bisabuela siempre había un caldero echando humo, el hogar negro y el olor neutro, preferíamos jugar fuera con los animales que andaban sueltos o escondernos entre los avellanos (entonces no sabía que lo eran).
ResponderEliminarA tu poeta de cabecera le he tomado afición, tú me lo mostraste y lo busqué, si alguien aun no lo conoce que lo lea. Abrazos Juan
Se nota tu buen gusto al elegir a tu poeta de cabecera. Agradezco que compartas algo tan tuyo con nosotrxs: Gracias.
ResponderEliminarLos versos que citas son maravillosos, pero los dos primeros me han conmovido, no se puede decir algo tan cotidiano con más belleza y sensibilidad.
Besos al calor de la lumbre.
Una reunión de amigos al calor del fuego seria maravilloso, leerte es un placer amigo Juan. Saludos.
ResponderEliminarReunión al calor de la lumbre. Me has traído a la memoria, lo que nuestros ancestros e incluso algunas tribus por ahí perdidas todavía hacen, reunirse en la plaza de la aldea y contar historias a la luz de la luna y al calor de la lumbre, el contador era el anciano de la tribu, el hombre respetado y admirado por los jóvenes que escuchan sus historias los que atienden son los hombres y mujeres, que aprenden de sus mayores, luego, cuando ellos envejezcan tendrán que trasmitir los conocimientos de sus abuelos. ¡¡Igual que hoy!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Un entrañable relato Juan, compartido, por su naturalidad y franqueza. Y con el buen hacer que te caracteriza en esto de la expresión...
ResponderEliminarY un excelente poema de un poeta que no he leído nunca. Hoy ya leo poco... Pero que valoro e igualo, en lo que a mí respecta, con el único que conozco: Antonio Machado.
Fuerte abrazo amigo.
Bien lo dicen las palabras...al amor de la lumbre... Cerca de sus llamas todo es más auténtico. Y las palabras suenan como comunión profunda. "Que aprendáis en lo dicho lo mucho que he callado."
ResponderEliminarUn abrazo, poeta amigo Juan.
Y me voy a investigar a tu poeta de cabecera que no conozco. Presiento que me va a gustar.
Cuando el poeta tiene alma de guisandero se le van pegando los perfumes.
ResponderEliminarDel caldero al aroma de los padres. De antiguos amores y amistades. De caricias y abrazos queridos.
Afortunado, Juan L. Recibe lo mejor que ya va llegando.
Un placer compartir contigo este momento.
ResponderEliminarUn beso de amistad y agradecimiento al calor de la lumbre.