Me gustaría podértelo
decir cara a ola, de hombre a brisa, pero como seguro sé que conoces las
restricciones de la actuales circunstancias, ese placer no me está permitido.
Obviamente no caeré en
la tentación, tan en boga en estos días,
de mandarte un mensaje telemático, que seguro no entenderás, ya que bastante
tienes tú con descifrar cantos de sirena, música de caracolas, cabriolas de
cormoranes y otras menudencias.
Quisiera que fueras
tú, con tu ancestral y probada sabiduría, el que me explicases este desvarío,
esta extraña venganza de los dioses. Pero me han cerrado las semanales visitas
del domingo y mis ansias de libertad, no concuerdan con ese afán de eternidad
que predicen tus azules.
No entiendo esta
tristeza de naufragio, esta quietud de barca varada, este desconcierto de
gaviotas con alas truncadas. Son ya muchos mis años y en tantas tristezas
vividas, he sabido soportar muchas y variadas contingencias, penosas e
incomprensibles prohibiciones, pero ninguna tan cruel y castrante, como esta de
no poder saber de ti, teniéndote tan cercano.
Se me han prohibido
los abrazos, el mirar de cerca los ojos de las personas que me sonríen, la
visita mañanera al café donde se despejan las telarañas, el “buenos días”
gratificante y candeal de la panadera, la alegría contagiosa de la cajera del
supermercado y lo que es peor e inhumano, los besos de mis hijas, los
“achuchones” de mis nietas.
Sé que en ti puedo
encontrar aire no viciado, aventura cotidiana, libertad que no tengo, por eso
quiero, ¡Oh! mar que nunca te cansas de dar soluciones, que intercedas ante
Poseidón y por su intercesión a todos
los demás dioses de Olimpo, para que permitan, al menos, que pueda encontrar
este verano, esa felicidad soñada de poder tumbarme en tú playa, mientras la
brisa me impregna de sortilegios la piel y las caracolas inventan nuevas
canciones que arrullan los oídos.
Tú eres capaz de
devolvernos la alegría y además te necesitamos.
Eres lo más parecido a
la eternidad que podemos encontrar en este desquiciado mundo.
Juan has como yo, esos achuchones, esos besos y abrazos, mételos en un cajón y luego, cuando podamos, los das, ahora miremos a distancia y veamos esos montes claros y transparentes sin "boina", miremos a esas estrellas, cuando nos dejen estas lluvias, unas estrellas que muchos será la primera vez que las ven, de momento conformémonos con lo que hay, mañana será los de besos y abrazos, ¿cuando?, no lo se, pero vendrán.
ResponderEliminarUn abrazo aunque sea telemático.
Todo volverá a su curso y tendremos muchos achuchones que repartir, esperemos a tiempo completo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pa mi que el Mar ahora mismo está más feliz que nunca :-)
ResponderEliminarUn abrazo.
Ahora mismo, me asoma una lágrima.
ResponderEliminarMaldita sea Juan, que te estoy empezando a querer !!
Te abrazarán las hijas, te achucharán las nietas, te abrazará la mar y mientras van llegando, déjame un trocito para que lo pueda hacer yo.
Madre mía qué enternecedor tu carta al mar, me ha llegado al alma, de verdad, es precioso lo que has escrito, ya verás como todo volverá a la normalidad, y volverás a tener los achuchones de tus nietas, y los besos de tus hijas, y podrás volver a visitar al café mañanero, verás como todo volverá a ser como antes, porque todo pasa, verás como así será.
ResponderEliminarMientras tanto te dejo mi abrazo que te llegue cercano con todo el alma por si te puede servir un poquito de consuelo.
Un abrazo enorme.
El mar nos tratará bien, sobre todo si aprendemos a tratarle bien nosotros. Es madre de la vida, de la alegría, de los buenos recuerdos.
ResponderEliminarMuy sensible tu post, muy marinero. Un abrazo y tarde bonita, con el mar en la retina
No es necesario que le mandes nada telemático, Juan. Es como si tu pensamiento hubiera volado hasta su orilla y este mar, al que tanto añoramos y hablamos con la mirada, te agradece tu bondad, tu sincero sentir. Lo sé, y tú también.
ResponderEliminarVolveremos a hablarnos con el lenguaje de los besos y abrazos... paciencia y calma.
Mil besitos para tu tarde y feliz jueves.
Lo único que se parece al mar,es el azul de mis ojos, ya sé que no es lo mismo pero te ofrezco mi mirada de comprensión que ahora se ha llenado de lágrimas.
ResponderEliminarVolverás a tu mar y yo a mi Cantábrico.
Volveremos ¡maldita sea!.
Un abrazo.
El mar es fuente de vida y energía, es una de las pocas cosas que todavía no logramos arruinar del todo con nuestras destructivas manos. Yo creo que la naturaleza puede salvarnos y devolvernos la libertad, pero mientras tanto tenemos que ayudarla a que siga su curso.
ResponderEliminarUn gusto leerte, este texto es muy bueno!!
Me gustaría, si aún no enviaste la carta, que le digas en mi nombre que suscribo tu petición, él me conoce a mí y sabe bien cuánto lo necesito.
ResponderEliminarPor hoy nada más, Juan, me has dejado tocá de ala con tu carta.
Deseo fervientemente que atienda nuestra súplica.
Besos
Nos esperará, sabe que la necesitamos, sabe que somos leales y sobre todo la mar sabe que nos es necesaria. Me gustaría firmar en una esquinita de tu carta. Abrazos
ResponderEliminarQuién sabe cuánto nos tomo a todos en el mundo regresar a la normalidad, pero el mar te esperará sin lugar a dudas y volverás a disfrutar de esa playa y ese sol que tanto ansías.
ResponderEliminarTe sigo desde hace tiempo pero he estado fuera de los blogs por lo que ahora estoy poniéndome al día.
Te mando un beso grande al alma desde Uruguay.
Son extrañas e insólitas estas circunstancias, muy tristes y solitarias...
ResponderEliminarQuizás esta pausa le venga bien a tu mar, le esté viniendo al planeta para oxigenarse... hoy, se podía ver la nieve de la sierra de Madrid desde la ventana de casa.
Para mí, lo más triste es esa orfandad de besos y abrazos y saber que mis mayores están solos.
Espero y confío que este verano puedas pasear a la orilla del mar.
Abrazos
Bellísima plegaria que le has dedicado a ese amigo... ya todo volverá a ser disfrutado...ya lo verás!. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarBien lindo lo escribes,amiguco!!Ese canto a la mar,seguro que te escucha y su dios Poseidón puede que escuche sus plegarias desde las olas rompientes
ResponderEliminarOjalá !!
VAmos a esperar otro poquito más Juan.Esperanza sobre todo!
Besucos
Gó
Hermosa carta, cuanto sentir volcaste en ella que al leerla mis ojos se humedecieron.....El mar estara ahí esperándote cuando todo esto termine, ya veras que si. Saludos amigo Juan.
ResponderEliminarLo más parecido a la eternidad... Bueno, este "encierro" ya empieza a parecer eterno, aunque aún falta así que mejor lo tomamos con paciencia.
ResponderEliminarY confiemos en que en verano sí podrás visitar el mar.
;)
Muy emotiva la carta.
Besos
En este espacio yermo en el que se van convirtiendo los días, leerte es un bálsamo. Gracias Juan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jomío, me has dejado tocada del todo...pues me uno a ti en tu carta a la mar, a la que tanto amo y echo de menos...
ResponderEliminarYo guardo los besos y estrujones en un arca y cuando todo acabe y los suelte, será de traca.
Besos.
Por cierto, la imagen de hoy me recuerda a la bellísima Córdoba, enhorabuena.
ResponderEliminar👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏
Yo también recuerdo con añoranza cosas sencillas que hacía y también me pregunto cuándo volveré a estar frente al mar. A mi me queda muy lejos.
ResponderEliminarSAludos.
Qué entrada más bonita... Y cómo te entendemos todos.
ResponderEliminarEl mar es ese lugar donde lanzamos nuestras preguntas tantas veces...
Yo también lo echo de menos; y eso que no vivo tan cerca como tú.
Un beso de mar.