En uno de sus
comentarios el amigo Emilio Manuel, que ha seguido desde el principio mis
entradas donde recuerdo el Libro de Firmas de “La Quintería”, me hablaba sobre
el valor sentimental de ese libro.
Mi vida profesional,
se podría partir en dos mitades.
Una vez terminado el
bachiller de 7 cursos y Examen de Estado, tenía la opción de entrar en la
Universidad.
Mis padres eran
propietarios de un bar de grandes dimensiones en la misma Plaza de España y yo
era hijo solo.
Debo confesar que,
desoyendo los silenciosos consejos de mi madre, de que entrara en la
Universidad en la Escuela de Periodismo, (mi padre no estaba por la labor), yo
opté por lo fácil y trabajé, (de hecho ya lo venía haciendo mientras
estudiaba), “a tiempo completo” en el bar familiar.
A pesar de todo, no
dejé de escribir, asistir a recitales y a ser tenido en cuenta, en todos los
movimientos de la cultura en Valdepeñas.
Pero esas inquietudes
culturales, en muchas ocasiones, chocaban frontalmente con las exigencias de
ese trabajo y lo que es peor, con las exigencias de mi padre.
Sacando tiempo de
donde no había, seguí “enganchado” a todo lo que me interesaba.
Organizaba
conferencias del Aula de Cultura, colaboraba en la programación del “Trascacho”,
llegué a estrenar en el Teatro Cine Parque, una pequeña obra de teatro, que
titulé “Las palomas ciegas”, conseguí algún premio literario, fui invitado a
pronunciar el Pregón de Semana Santa de Valdepeñas, un canto al vino de
Valdepeñas en una feria del vino y la industria en Madrid, tertulias literarias
en “Entrelagos” de Ruidera y muchas cosas más que ahora no vienen a cuento.
Las consecuencia de
esas aficiones mías, de esas inquietudes, se reflejan en ese libro de firmas
del que os he venido hablando. Son por tanto un fiel reflejo de una importante
parte de mi vida.
Lo que siento es que
no fui lo suficiente previsor, para anotar debajo de cada autógrafo el nombre
del firmante, ya que son muchas más las firmas de las que os he enseñado, pero
desgraciadamente, no puedo saber a quién corresponden. Mi memoria no ha dado
para más.
De la misma manera que
hay otras que si recuerdo, pero deliberadamente, no quiero publicitar. Como la
del padre de un abogado muy en boga en estos días.
La otra mitad, viene
cuando ya casado y con hijas, compruebo que la tiranía hostelera de un pueblo
de La Mancha, no me permite vivir como yo quisiera y me estoy perdiendo la
felicidad de la más importante época de mi vida.
Y decido “quemar las
naves”. Procurarme una nueva y distinta existencia.
Por cierto
completamente opuesta a mis más íntimos sentimientos y con un trabajo que me
costó entender y asumir y teniendo que empezar de nuevo prácticamente, aunque
esa experiencia que antes había vivido, también me ayudó a poder superarla.
Pero eso es otra
historia, que ya no viene a cuento.
Si has sido feliz en esas dos facetas de tu existencia, la experiencia ha valido la pena. ¿Verdad?
ResponderEliminarUn abrazo.
Situaciones de vida! Muchos estamos en esa tesitura. Y como dice Alfred, habrá merecido la pena.
ResponderEliminarAbrazos Juan.
Nuestro Gran Maestre de la Orden literaria Francisco de Quevedo es miembro del "Trascacho", Juan José Guardia Polaino.
ResponderEliminarLa vida y sus vicisitudes. En mi caso, fue mi padre quien me animó a estudiar
Feliz domingo, amigo, Juan
Juan, muchas gracias, hoy te conozco un poco mejor, y uno que es un "chafardero", aun entendiendo que hay cosas que deben de quedar en la intimidad, espero que un día puedas contar esa otra historia que debe de ser tan interesante como la otra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por compartir tu historia personal, Juan. Has aprendido y te has entregado al trabajo y a la universidad de la vida. Nunca dejaste la literatura, que es fiel testigo de tu grandeza interior y buen hacer.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz domingo.
Una vida más que repleta, de muy buenas anécdotas y de firmas que son de verdad importantes.
ResponderEliminarUn abrazo y felzi noche
Gracias por mostrarnos esa parte de tu vida que ya se adivinaba a través de las historias de La Quintería que nos has ido regalando poco a poco. La verdad yo me he quedado con ganas de seguir leyendo esa segunda parte de tu vida en la que aún estás ¿o hay uan terccera?
ResponderEliminarMuy interesante lo que nos has brindado y esperemos que sigas con la continuación.
Besos.
Tu Universidad se siente en tus escritos,en tu forma de ver y sentir,en cada verso o prosa ,en tus emociones...
ResponderEliminarHAy que perdonar los errores que sin querer,se cometían en aquella época
Fuiste de todas maneras un hombre activo con tus sueños y como dices,cumpliste muchas expectativas que quizá no imaginaste
Guarda ese libro que para tí es un camino del pasado bien importante y agradece seguir caminando por donde te apasiona
Todos llevamos mochilas a la espalda,pero hay que deshacerse de ellas y el :"si yo ,,,"olvidarlo
Tu presente es este y desde luego,sin saber nada de tí,bastante has cuidado lo que amaste
Besucos y a seguir
Gó
Un gusto leer parte de tu historia de vida...... Es bonito recordar épocas pasadas.... Saludos Amigo.
ResponderEliminarSaludos, Juan Luis.
ResponderEliminarDejando claro que mientras más conocimientos tenga mejor los transmitirá, el escritor irá haciéndose con el tiempo ni más ni menos que en cualquier otro menester, ya sea el de cocinero o la noble tarea de curar los males. Pero por encima de todo, él nace con ese gen. Y por muchas vueltas que de a su vida para ganársela, jamás dejará de observar para escribir o imaginar.
O como dicen en esa Universidad a la que no fuiste: "Lo que Natura non da, Salamanca non presta".
Una vida con mucho para contar por lo que leo Juan.
ResponderEliminarUn abrazo.
De lo que se deduce una vez más que si bien la Universidad te forma como profesional (o se supone...),la Universidad de la vida es imprescindible para formarte como persona. Y tú, lo has conseguido. Todo un ejemplo.
ResponderEliminarUn abrazo, admirado Juan.