Composición fotográfica del autor.
Agosto
se ha despedido con una adustez impropia de un mes propicio a la fiesta, el
descanso y el olvido de las preocupaciones.
Los
días se ha vestido de color de cielo tormentoso y las calles con querencia de
mar han llenado de rumores y de espuma,
los aliviaderos del descanso.
Han
vuelto las conversaciones entendibles y los oasis de las terrazas, han recogido
las sombrillas, al tiempo que miles de contratos, tan efímeros como el moreno
de los cuerpos, se van por las atarjeas de los sueños que solo ciertos
políticos conocen.
Es
hora de volver al reencuentro de lo cotidiano. Atrás han quedado juegos con las
nietas, lecturas diversas, tardes en la playa, un inolvidable día visitando las
redivivas Lagunas de Ruidera y visita al pueblo de mi infancia, donde he sido
consciente de que ya nada es igual, de
que el tiempo no pasa en balde.
En ese viaje que no estuvo exento de alegrías
y risas, he sido consciente de la dolorosa verdad de los calendarios.
En
la era en la que me deshollejaba las rodillas, ahora existen una gran
superficie, donde desgraciadamente no venden ni regaliz, ni cigarros de matalahúva.
En
la casa solariega de mi primer guateque, un banco hacer relucir su neón de
interesado negocio y en el cine de verano de programa doble, gaseosa y
cacahuetes, a un real el programa doble, ahora multinacionales de la moda han
cambiado los afiches.
Comencé
preguntando por amigos y conocidos y al cabo tuve que desistir antes las
luctuosas respuestas, con la que la mayoría de las veces se respondía mis deseos de conocimiento.
En
fin, que todo vuelve a lo cotidiano. En mi caso a vuestra compañía que tanto me
ayuda y me rejuvenece.
Quiero
aferrarme a vuestra amistad, que ha renovado mis ansias de vida y la felicidad
de sentirme escuchado y querido por genta más joven y mejor preparada que yo.
Procuraré
estar cada semana ocupando nuestra ágora, mientras tenga cosas que decir y el
bloc de los días sea magnánimo con los guarismos y con las posibilidades de mi intelecto.
Han
sido dos meses los que no he tenido contacto con vosotros. Deliberadamente, no
he querido entrar en el blog. Quería comprobar que había vida, también detrás
de Internet. Y la hay. Libros, música, juegos, viajes, paseos.
Pero
llega el otoño y se difuminan los colores, se tiñen de oscuro las hojas y los
días y se hace propicio acomodarte a la querencia, temblorosa y caliente, de la
segura y desconocida amistad compartida.
Vuelvo
a vosotros con la necesidad vital de aférrame a la vida. Una vida hecha de
bellas palabras, nuevas ideas, luminosos colores.
Esa
otra vida que he conocido gracias a
vosotros y que me ayuda a soportar la existencia que nos ha sido impuesta, por
unos dioses que no han aprendido a bajarse de su Olimpo.