jueves, 30 de junio de 2022
sábado, 25 de junio de 2022
domingo, 19 de junio de 2022
LECCIONES SOBRE ESCRITURA
Aquél día, en la clase
de literatura la “school mistress”
habló de los microrrelatos.
Les dijo, que para
escribirlos había que partir de una buena y sólida idea.
Mirando al pupitre de la izquierda, se extasió con la belleza de los
ojos azules de Katherine, mientras sus deseos se enmarañaban en la locura de
sus tirabuzones rubios.
Continuó diciendo que
había que tener entretenido al lector haciéndole partícipe del relato.
Se enamoró de ella, desde que ambos se juntaron en las primeras
clases del “college”, aunque siempre le faltó la necesaria valentía, para
trasmitirle sus pensamientos y la ternura de sus deseos.
Otra particularidad
del “micro” consistía en tratar de
utilizar las menos palabras posibles.
De hoy no pasaba, a la salida de clase le haría participe de todos
sus sentimientos y de todo el caudal de su amor guardado.
Y como colofón-siguió
la profesora- ofrecerle el lector un final inesperado.
Lo tenía decidido, a partir de esta tarde, sería solo suya.
Lo pensaba mientras acariciaba con sus manos, el revolver que
llevaba en la mochila.
martes, 14 de junio de 2022
jueves, 9 de junio de 2022
PESCADORES
Se citan cada mañana a
la hora en los que los pájaros ensayan sus cantos, las gaviotas afilan en la
arena sus picos, los peces se visten de plata y abre el bar de su primer
“carajillo”.
No saben de
estaciones, ni de reservas, ni de apreturas. Todos los días del año recogen sus
cañas y sin reparar en trofeos, medidas o parabienes, se llegan hasta el
cercano espigón, todavía fresco de espumas y salobre de brisas.
En el horizonte, en la
línea de apartamentos, con sus variopintas banderas de rizos y colores, los sueños empiezan a mojarse de sudores, las
habitaciones se orean buscando corrientes cruzadas y se hace caso omiso a los
despertadores.
Como flores
sincopadas, a la salida del sol por donde suele, se abren al unísono las
sombrillas y un rumor de sueños olvidados, se van desprendiendo de las
tumbonas.
La caña del pescador,
imperturbable, no osa en inmiscuirse en la sosegada conversación de los dos
amigos, esa conversación que cada día viene a demostrar que, al igual que a los
peces, no siempre los cebos les son apetecibles.
A media mañana, cuando
al espigón empiezan a llegar visitas no programadas y se comienzan a justificar
sus faltas de capturas a las voces de los niños, recogen sus bártulos y los
cubos vacíos y cierran ese círculo maravilloso del día que empieza, con su
azulona quietud de mar, su sol que rompe
nubes y abre horizontes, el constante beso de la brisa y la tranquilidad de
saber que pese a todo, el mundo sigue a lo suyo y siempre quedan las mañanas
para saber, que aunque los peces no piquen, la belleza está a nuestro lado, a
poco que nos molestemos por encontrarla.
En el recién abierto
“chiringuito” de la playa, se despiden, hasta el día siguiente, con otro
“carajillo”.