sábado, 27 de mayo de 2023

LIBERTAD Y OTRAS REALIDADES


 

Antes de nada, todos mis respetos, para cada uno de mis lectores y a todos los que escriben en esta misma bitácora.

Lo que no significa, que siempre esté de acuerdo, con lo que leo o con las ideas que, subrepticiamente, esconden algún que otro mensaje que no se explicita en el escrito.

Alguien a quien admiro, respondía a sus lectores, en sus comentarios, con algunas apreciaciones sobre la libertad, sobre las cuales me es imposible estar de acuerdo, sobre todo con ese “nunca me he sentido menos libre que en estos tiempos”

Y me voy a permitir contemplar el “paisaje” actual, desde la perspectiva de mis viejos y seguramente gruñones, 87 años.

Antes de nada, me resulta paradójico, que una mujer de esta época, eche en falta la libertad, cuando en los últimos 30 años, las féminas han sido el revulsivo de una sociedad caduca y que ha sabido evolucionar y parangonarse con el resto de países que nos aventajaban.

Si Simone de Beauvoir, hubiese nacido en la España, de antes de la Constitución, seguro que hubiese terminado en una cárcel, sin pelo y con una condena por la Ley de Vagos y Maleantes.

Espero que se me reconozca, que en ese aspecto, algo hemos ganado.

Libertad es que el niño pueda tener un móvil si a la madre le apetece, sin tener que pedir permiso al marido, utilizando su propia tarjeta. Otra cosa es, que por su edad y condición, sea merecedor del regalo.

Libertad es que cada uno pueda decir libremente lo que piensa, sin que los cimientos de la educación se remuevan y no te expulsaban de clase por tratar de saber un poco más y no conformarte con la doctrina oficial. (Y hablo en primera persona del singular de un tiempo pretérito e imperfecto).

Seguro que a los abuelos no los atracaban. No es que dejara de haber atracadores, (que desde Sierra Morena hasta aquí, siempre los hubo), es que los abuelos, la mayoría, no tenían nada que robar.

Desgraciadamente con los abuelos actuales se ha hecho algo peor, se les ha negado la libertad de vivir, mientras se ponía el énfasis en  otras libertades menos necesarias y más pedestres.

He conocido a mucha gente, que no podía comer lo que quería, pero no porque lo dijera un ministro, es que con los sueldos amordazados, no tenían otro remedio.

(Por cierto, como viene demostrándose, las macro-granjas son un arco de triunfo para el impacto ambiental y de esa carne era de la que hablaba el ministro). Un ministro democrática y libremente elegido, gracias a un sistema que nos permite, si no nos gusta, cambiarlo cada cuatro años.

Libertad significa, que nadie pueda recriminarte por tu condición sexual, el color de tu piel o tu nacionalidad y el que algunas de estas se coarten, el motivo no es por falta de libertad, es por falta de educación.

Algo de ello estamos viendo en estos días.

En la contestación a un comentario, leo lo siguiente: “de momento estamos en plena dictadura, nos tratan como a niños y obedecemos”.

No creo que tratándonos como a niños, todos estemos dispuestos a obedecer, al menos conozco a bastantes, (entre los que me incluyo, que no lo permitiríamos.)

Lo que me preocupa es ese “de momento”.

¿No será que en estos días, lo que se pretenda, no es exigir más grados de libertad, sino que esas libertades sean más propicias para los intereses de otros?

Permitirme despedir esta entrada con una frase de Karl Marx, (espero que a pesar de su controvertida biografía, se me conceda la libertad de la cita):

“Nadie combate la libertad; a lo sumo combate la libertad de los demás. La libertad ha existido siempre, pero unas veces como privilegio de algunos, otras veces como derecho de todos.”

 

 


martes, 23 de mayo de 2023

CUANDO INEVITABLEMENTE


 

Cuando inevitablemente,

van cayendo los años,

como hojas oxidadas del otoño.

 

Cuando nada nos compensa

de todo aquello que perdimos.

 

Cuando ya no nos consuelan

ni plegarias ni aleluyas.

 

Cuando ni siquiera son distintas

las noches de los sábados

y pierden consistencia

casi todas las teorías.

 

Cuando me pesan tanto los olvidos,

no quiero enfermar de monosílabos.

Ni dejar que se desoville

el hilo plateado de los sueños.

 

Quiero ver en el espejo

unos ojos con brillante luz de fuego

dando color y ansia a las pupilas.

 

Ahora solo quiero que mis palabras,

-luz y caricias contenidas-

como gotas de lluvia inunden los barbechos,

germinando flores

que sepan sobrevivir a la esperanza.

 


miércoles, 17 de mayo de 2023

REGALO


 

REGALO

 

Fernando Quiñones, unos días antes de su muerte, a su

          mujer veneciana, Nadia Consolani:            

“ahí tienes Cádiz, te lo regalo.”

                  

 

                                     

Me gustaría regalarte el mar,

o hacerte un broche

con la inocencia de la espuma,

para que brille en tu pelo.

Pero el mar, es solo una metáfora

que no cabe en el cuenco de mi mano.

El salitre se escapa,

jugando entre los dedos,

el aire se esconde de las nubes

y las infancias se pierden,

ahogadas de recuerdos.

 

Me gustaría regalarte el mar,

pero no puedo.

Mi vida solo depende

del caliente soplo de su/tu brisa.



domingo, 7 de mayo de 2023

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ERNESTO


 

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ERNESTO…

 

  y la no menos importante de llamarse Emilio, que algunos amigos tengo con esos nombres.

Y viene todo a cuento, porque ya es la segunda vez que en dedicatorias, me confundo con esos nombres.

Como diría el amigo Oscar Wilde, (del que copio el título de esta entrada, exponiéndome al castigo de algoritmos vigilantes), “experiencia es el nombre que le damos a nuestras equivocaciones” y a la vista está que soy un hombre experimentado ya que cada día olvido y me equivoco, como si no hubiera un mañana, (que lo hay, pero cada vez quedan menos).

Estoy empezando a barruntar la idea de escribir unas memorias, que ya lo anunció el referido Oscar: “que solo publican sus memorias, aquellas personas que la han perdido totalmente”, pero me temo que a pesar de cumplir los requisitos, no me encuentro con fuerzas para ello, que bastante tengo con mis múltiples visitas al escusado, cada vez veo peor las letras del teclado del ordenador y no puedo pasar mucho tiempo sentado, ya que se me “acalambran” las piernas y termino fatal de la espalda.

Amigo Ernesto: ya ves que hace tiempo se me empezaron a gripar los motores de los recuerdos y solo me quedan indelebles, aquellos de la alejada niñez, que a pesar de las penurias, son los que ahítos de claridades, se empeñan en mantenerse en mi mente.

Lo malo de todo esto, es que no hay a quien pedir reclamaciones, ya que mi garantía, venció hace muchos, muchos años y los repuestos ni son posibles, ni se encuentran en los desguaces.

Por el contrario, hay algo bueno: tanto Emilio, como tú, empezáis a entrar en esa madurez que todavía tiene buenas cosas, aunque, ¡cuidado!, los años pasan con rapidez y no quisiera que cayerais en la tentación de pensar que lo que os queda es la edad de oro.

Solo me resta desear para vosotros, algo que también citó Oscar Wilde, (este hombre se pasó la vida citando).

“Mejor es ser un cohete caído, que no haber resplandecido nunca”.

Antes que se me olvide, (cosa bastante probable), perdón a los nominados y un sincero abrazo para Ernesto y otro igual de sincero para Emilio.

Que como dice el refrán de mi tierra, (ya está bien de citar al mismo autor), “más vale un «toma» que dos «te daré».

 

martes, 2 de mayo de 2023

I.A.


I.A

(Al amigo Emilio, de Cayado

de Sándalo, que el otro día

también escribía sobre esto).

 

Entenderéis enseguida que con mis años, no estoy en contra de los avances de la ciencia.

Cuando uno viene de los vagones de tercera y los viajes que duraban un día. Cuando para hablar por teléfono con Madrid, echabas una mañana. Cuando durante mucho tiempo, el único pescado que entraba en tu casa era el bacalao. Cuando los coches funcionaban con “gasógeno” y las ruedas se “recauchutaban”. Cuando recibir un “telegrama” era un mal presagio y el dinero era sonante y contante, o no era.

Cuando recuerdo y miro los avances actuales, no tengo por menos que olvidarme de aquel dicho poco real y edificante que decía, “todo tiempo pasado fue mejor”.

Todo eso viene a cuento de esa I.A., de la que tanto se viene hablando últimamente.

A mí, que no ando sobrado de conocimientos cibernéticos, me  resulta un poco dificultoso el explicar en qué consiste eso de “la inteligencia artificial”. Dicho de una manera un poco pedestre, viene a consistir en que los ordenadores piensen y actúen como lo hacemos nosotros, que dicho sea de paso tampoco, es muy meritorio con los tiempos que corremos.

Pero se me ocurren algunas consideraciones, que explicaré al canto y que me hacen pensar a simple vista, que la cosa no parece fácil.

Comienzo mis dudas:

¿Dónde será exiliada la imaginación?

¿Se confeccionará una nueva ley de Vagos y Maleantes, para los portadores de ilusiones?

¿Se edificará un mausoleo para enterrar los latidos, no programados, de los que se enamoran?

¿Habrá un búnker donde salvaguardar las fantasías?

¿Qué hacer con ese milagro del duende “que quema la sangre, como un tópico de vidrios” (Lorca, dixit), que solo algunos cantaores elegidos consiguen, en noches de vino, suspiros y camisas rotas?

¿Qué haríamos si a Mafalda le surgiera una hermana gemela?

¿Con qué algoritmos conseguiríamos los majestuosos registros de la garganta de Billie Holiday, cuando grita de venganza y susurra de amor?

¿Qué tecla habrá que tocar para conseguir la desconocida, implacable y maravillosa improvisación de John Coltrane?

 

¿Nombraríamos a Johann Sebastian Bach persona “non grata”?

¿Dónde se congelará esa luz que nace de los poetas y permite que la vida sea vista de otra manera?

Pero hay algo que me preocupa mucho más: ¿podrán ser utilizados esos algoritmos por un millonario loco, que se haga cargo también de nuestras libertades?, ¿o por alguien a quien no le gustas y es capaz de dominar esas demoniacas técnicas?

Afortunadamente, no espero que yo pueda sufrirlo, pero qué pena me da aquellos que tengan que vivir con sueños precocinados, suspiros congelados y latidos en conserva.