La amiga Lucía del blog “Sintiendo en la piel” nos
invita a hablar esta semana sobre museos.
Hablo de los de mi pueblo y pido perdón a Tésalo:
los sentimientos, que no son buenos consejeros, han disparado las palabras.
En
mi recuerdo el pueblo tiene color de lámina antigua. En mi mirada de entonces,
se juntan todas las posibles claridades de una mañana y una vida que empieza.
Septiembre,
en la ciudad de mis sueños, huele a alegría, versos y vino caliente recién
extraído. Pero sobre todo, cuando cada tarde se abre al público El Circulo La
Confianza con sus salones repletos de obra pictórica, huele a una nueva
experiencia para mis sentidos ávidos de nuevas emociones y colores, con los que
aclarar el silencio duro de un país ocre de ceniza y gemido.
La
Exposición de Artes Plásticas de Valdepeñas, nos sumerge cada año en esa luz
incierta de un arte, que para los no iniciados, como es mi caso, no deja de ser
interrogador, aunque aun estemos lejos de las respuestas.
Junto
a mí, que trato de alcanzar estrellas entre tanta paleta, enganchan su mirada
el menestral, el bodeguero, el albañil, el pintor de brocha gorda, (alguno
afinó tanto su pincel, que al cabo del tiempo, estuvo entre los galardonados),
mientras que ese caleidoscopio de figuras y colores, les sugieren sonrisas,
mientras encuentran motivos que ni siquiera el autor pretendió. Pero siguen
indagando, escuchan y afinan sensaciones, tratando de saber, para con el
tiempo, tener su particular certezas de calidades.
En
aquellos años, pude conocer la obra de maestros como. Antonio López, Pancho
Cossío, Redondela, Agustín Ubeda, Guijarro, Alfredo Alcaín, Barjola, Zabel, Venancio
Blanco y muchos más que se ocultan tras una memoria cada vez mas quebradiza.
Me
fui haciendo mayor y mi amor por la pintura, permitió que convenciera a mi
padre, un simple hostelero de un pueblo como Valdepeñas, para que instaurase un
premio al que denominamos Premio Quintería, (nombre del mesón del que era
propietario), dotado con una exigua cantidad de premio en metálico, (siempre
que el autor dejase el cuadro) y una jarrilla de oro, para todos los premiados.
De
aquella ilusión de entonces, puedo disfrutar ahora de obras de: Miguel Navarro,
Jesús Molina, Ignacio Gª Ergüin, Francisco Rodríguez, Concha María Gutiérrez
Navas.
Fueron
premiados también Menchu Gal y Demetrio Delgado. No dejaron su obra, pero nos
invitaron a pasar por sus estudios, para escoger otra. Me arrepiento ahora de
no haber aceptado esa petición.
Aquel
muchacho que servía chatos de vino en un mesón, mientras estudiaba un larguísimo
bachiller de 7 cursos y un Examen de Estado, obtuvo además dibujos de Pancho
Cossío, Guijarro y un álbum de firmas que aún conservo de figuras consagradas
de la pintura.
Ahora
revivo cada día, en mi casa, la emoción primigenia
de mi proximidad al arte pictórico, de aquellos años de mi juventud ya tan
lejana.
Vosotros
podes disfrutar de una magna colección, visitando Valdepeñas.
Tenéis
donde elegir: Museo Municipal, Museo de la Fundación Gregorio Prieto y Museo de
los Molinos.
Estay
seguro que os emocionareis ante tanto arte, en
este pueblo al que alguien bautizó como la Atenas de la Mancha.
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