viernes, 28 de septiembre de 2018

NOCHE DE LLUVIA




NOCHE DE LLUVIA

Desde una lejanía de sopor y silencio,
una lluvia inocente llora en la noche,
dejando sus lágrimas
un encaje de efímeras perlas en los cristales.

Un reloj que palpita acortando silencios,
un espejo antiguo
donde ya no se contemplan los luceros
y en el aire que pesa,
un devenir de mundos imaginarios
que flotan en la quietud despierta
de sombras y ladridos.

Mientras la terca noche, sigue su salmodia
de lluvia mansa y asequible,
recuerdo a Lorca cuando escribe,
que la lluvia tiene un vago secreto de ternura.

Por eso me aferro a la esperanza
de que la mañana,
nos grite su júbilo perfecto,

con la bella moraleja del sol en las esquinas.




miércoles, 26 de septiembre de 2018

PECES DE COLORES






LOS PECES DE COLORES

                                          (Microrrelato)

Aquel nieto era insaciable de palabras. Nada de televisión. Nada de juguetes ya manoseados. Nada de jugar en la era del pueblo manchego donde vivía.

Solo quería escuchar los cuentos del abuelo, aquel hombre al que siempre podía encontrar arrellanado en su viejo sillón de cuero ajado.

Lo que el niño no sabía es que aquel joven  con maletín que lo visitó hacía ya unos meses, le había dicho a sus padres, una frase que terminaba con algo parecido a “locura senil”.

Desde aquel día, el niño empezó a notar que el cuento del abuelo, con  ligeras variantes, era siempre el mismo.

Hablaba de un viejo pescador que solo buscaba peces de escamas plateadas y de colores vistosos.

Un día el abuelo fue solo silencio, vacío y total oscuridad. Se acabaron los cuentos.

El  niño creció, trabajó y sudó en esa Mancha alejada y profunda.

Hoy escribe cuentos, vive junto al mar y sigue soñando, como el abuelo, en peces de colores.



lunes, 17 de septiembre de 2018

LLEGA AMIGO OTOÑO





LLEGA AMIGO OTOÑO

Llega amigo otoño,
con tu paleta de colores dorados
para bocetar de tristeza
la alegría pasada del verano que muere.

Llega amigo otoño,
para que la lluvia moje
con su lenta parsimonia
esa tristeza antigua
que habita en los poemas.

Llega amigo otoño,
que necesito encontrar palabras
en los sucios charcos de las calles
y resolver las metáforas
que suenan aleteando
entre las ramas de los pinos.

Llega amigo otoño,
necesito que un vals de golondrinas acompañe
a las confusas hojas de árboles que lloran.

Llega amigo otoño,
quiero que descanse la melancolía
en cualquier solitario banco de algún parque,
mientras va sembrándose, en sol y verde,
una necesaria y ansiada primavera.

Llega amigo otoño,
que quiero escuchar, mientras la niebla,
las bellas notas de tu música secreta.




miércoles, 12 de septiembre de 2018

CONSERVO TODAVÍA LA TERNURA




Conservo todavía la ternura
de tus labios en beso enamorado,
de aquel temblor apenas iniciado
que nació de mi mano en tu cintura.

Así daba comienzo la aventura
que despierto también había soñado:
a este poder vivir, siempre enfrentado
a mis ansias de amor y tu dulzura.

En esta lucha de amor, yo juraría
que salgo victorioso en el empeño
aunque caiga rendido a tu mirada.

Déjame que viva en este sueño
y siga conservando la alegría
de saberte por siempre enamorada.





martes, 11 de septiembre de 2018

ASTURIAS QUE GUAPA YES





Estas vacaciones hemos tenido tiempo para cumplir un deseo: conocer la parte que nos faltaba de Asturias. Y la verdad es que ha merecido la pena.

Como pequeño homenaje a esta bella autonomía, permitidme que comparta unas fotografías, que solo intentan revelar, (sin conseguirlo), la tremenda belleza de esa tierra.






jueves, 6 de septiembre de 2018

MIS LECTURAS DE ESTE VERANO




Leonardo Padura, con su “Viento de Cuaresma”, Lorenzo Silva, con  “Lejos del Corazón” y María Oruña, con “Donde fuimos invencibles”, han sido las novelas “estrenadas” este verano y las califico así, ya que ha habido una reposición, que tenía prevista desde hace seis o siete años.

Se trata de “La elegancia del erizo”  y es acerca de ella  de la que pretendo hablar.

La novela de esta escritora y filosofa francesa, me ha vuelto a emocionar, quizás ahora más que cuando la leí por vez primera.

Debo anticipar a aquellos que leen “por pasar el rato”, que se abstengan, ya que este libro, aunque no exento de belleza,  también necesita una dosis de sensibilidad, sosiego y reflexión.

Sobre tres personajes que habitan en la misma casa “de ricos” en París, se cimienta el andamiaje de esta singular novela: una portera que lee a Carlos Marx y Tolstoi, oye música de Mahler y algún inquilino le recuerda al Legrandin de “En busca del tiempo perdido” de Proust.

Una niña de trece años, superdotada, que lee haikus en “La antología de poesía japonesa clásica” de la biblioteca de su padre. O que está aprendiendo japonés para poder leer los “mangas” originales de Taniguchi.

Y un japonés jubilado, que desentraña el nudo de las apariencias y pone en las vidas de ambas el sosiego y la serenidad de la cultura “zen”.

Recuerdo que lo primero que me vino a la mente, la primera vez que leí el libro, fue la certeza de que las apariencias engañan.

Profundizando más me ha enseñado que hay que sacarle sentido a la vida, cuando alrededor todo o casi todo se desvanece, y nada mejor para ello que apoyarnos en la cultura en todas sus acepciones, el humor, el arte y sobre todo en la propia vida.

Esta novela es también un bello, humorístico y claro alegato contra la superficialidad.

Seguro que muchos de mis lectores amigos, ya la habréis leído, para los que no, os dejo unas cuantas perlas de esta singular novela:

“Así vive la vida un hombre, en nuestro universo: tiene que reconstruir sin cesar su identidad de adulto, ese ensamblaje inestable y efímero, tan frágil, que reviste la desesperanza y a cada uno ante el espejo, cuenta la mentira que necesitamos creer”

“Para eso sirve el futuro: para construir el presente con verdaderos proyectos de seres vivos.”

“El Arte es la vida, pero con otro ritmo.”

“Quizás estar vivo sea esto: perseguir instantes que mueren.”

“De vez en cuando rebobino la cinta, gracias a ese rosario laico llamado mando a distancia.”

“Para qué sirve la inteligencia si no es para servir.”

“Los más fuertes entre los hombres no hacen nada, hablan y hablan sin parar.”

Y este bello panegírico sobre el té, que vendría pintiparado como introito, para las entradas de los martes de la amiga Trazy.

“El ritual del té, tiene la extraordinaria virtud de introducir en el absurdo de nuestras vidas una brecha de armonía serena, Sí, el universo conspira a la vacuidad, las lamas perdidas lloran la belleza, la insignificancia nos rodea. Entonces tomamos una taza de té. Se hace el silencio, fuera se oye el soplar del viento, crujen las hojas de otoño y levantan el vuelo, el gato duerme, bañado en una cálida luz. Y, en cada sorbo, el tiempo se sublima.”

Si en verdad queremos seguir viviendo, a pesar de que a veces  no entendemos esta vida, os recomiendo que atendáis a la lección de esperanza, sosiego y cultura que nos ofrece este libro.



martes, 4 de septiembre de 2018

UN DÍA EN LA PLAYA





UN DÍA EN LA PLAYA
                                                                                     14/08/2018

En el paseo donde habito este verano, los pájaros acostumbran a gritar temprano desde las acacias.

No es que me molesten, que uno ya acostumbra a madrugar según el decreto de los años, pero es que con su alegre sinfonía, parece como si llamaran a rebato a los visitantes de la playa.

El mar de enfrente sigue a los suyo, sin reparar en gritos y aleteos, mientras las olas, mansas y constantes, refrescan la arena de la orilla, pensando en los castillos de los niños.

No sé si por el aviso de las aves, la premura de los más pequeños o las ansias de proximidad de los mayores, lo cierto es que, de aquella playa virginal y primeriza apenas queda alguna gaviota despistada,  el hombre de las hamacas que coloca las últimas sombrillas y el penúltimo repartidor de Cruz Campo que se acerca al chiringuito.

Una sirena, morena de L´ Oreal e interminables horas al sol, termina varada donde las olas rompen, aunque no sepa mucho de Alejandro Casona y si de whatsApp y emoticones.

Una madre primeriza, persigue al hijo con el plátano en la mano, mientras este solo sabe de transportar cubos de agua, para el agujero en la arena que le hizo su padre al llegar.

Pretendo leer, pero aunque la ficción es interesante y me arrastra, es mucho más importante la vida de esta mañana de playa.

El niño sigue transportando agua a la orilla, la madre, cansada del seguimiento, abnegada y olvidando los mandamientos de la dieta, ha terminado por comerse el plátano, ahora rebozado de arena.

El padre, sigue absorto con el Marca, que queda mucho por leer aunque España haya sido eliminada. Pero quedan las dudas existenciales de Ronaldo, que duda entre pagar lo debido a Hacienda y entre un avión nuevo para su nueva miss.

Algún desalmado, intenta poner su toalla delante de ese matrimonio instalado al borde con sus dos sillas, su sombrilla y la bolsa de los arcanos, y termina por levantar el campo ante los improperios de los que se saben propietarios del lugar por madrugadores y pioneros.

Mientras, Mario Conde ese policía que solo quiere ser escritor, trata de engancharme, con su humor literario y decadente, en la novela “Vientos de Cuaresma” de Leonardo Padura, con su protagonista femenina Karina tocando desnuda el saxo, una pareja de muchachas pasean por el borde del mar, mostrando la casi total desnudez de sus cuerpos que lucen su rotundidad con pasos caribeños y brillos de piel casi cubana.

Bajo una sombrilla tres orondas mujeres hablan de sus cosas, mientras los maridos acrecientan la medida de sus cinturas a base de cervezas, papas, aceitunas y boquerones en vinagre, importándoles poco la llamada del agua.

Un moreno, sin necesidad de aceites y horas tumbadas al sol, se acerca a las mujeres mientras portea toda una tienda de vestidos playeros, gafas, relojes, sombreros de paja y camisetas de marcas conocidas.

Ante su petición, descarga parte de su pesada carga y se dispone a enseñar vestidos, pareos y pamelas.

La playa se hace mercadillo y probador, como en un Corte Inglés desinhibido y triste.

Vuelvo de mi chapuzón refrescante y todavía sigue el chalaneo.
Al final, el negrito, harto de tanta cháchara y manoseo, vuelve a soportar su pesada carga, sin haber conseguido aminorarla ni en un gramo, mientras las mujeres siguen sonriendo, comentan lo que se han divertido. Por su posterior conversación me entero, que no pensaban comprar nada, ya que ni tenían monedero ni pensaban llamar a sus maridos, que por cierto habían cambiado de “chiringuito”.

Vuelvo a la novela: El Flaco, le dice a Conde: “Ojalá te salgan bien las cosas, mi hermano. La gente buena merece tener un poco más de suerte en la vida.”

El Conde pensó que tenía razón: el Flaco era la mejor persona que conocía y la suerte le había vuelto la cara. Pero aquello le parecía inaceptablemente patético y, buscando una sonrisa, le respondió:

.- Ya estás hablando mierda, asere. Los buenos se acabaron hace rato.”

El niño, cansado de tanto inútil trasiego, sentado bajo la sombrilla, le dice a su madre que tiene hambre y que quiere un plátano.