El
“fandango”, es un baile popular
introducido en Cádiz, en el año 1735, por los que han estado en el reino de las
Indias, que se acompaña al son de un tañido alegre y festivo.
Antecesor
de las “jácaras”, a finales del siglo
XVIII, se hace cantable en Huelva con el “fandango
de Huelva” y en Málaga con “la
malagueña” y “la taranta”.
El
“fandanguillo” nace por la necesidad
de crear letras para el baile del “fandango”,
naciendo este palo flamenco que conforma una gran variedad de cantes que toman
nombre de cada región, cada pueblo o cada intérprete.
Tal
como se conocen en la actualidad el “fandango”
es un cante para escuchar.
La
mayoría son quintillas, en las que se repite la primera estrofa en la tercera, para
completar los seis tercios:
De la hermosa
Andalucía
Huelva es rica capital
De la hermosa
Andalucía
Que guapas son sus
mujeres
Y qué bonita es su
bahía
Y que buen
fandanguillo tiene.
Sería
imposible que en este espacio tratara de compendiar todo lo que se sabe sobre
el “fandanguillo”, pero al menos
trataré de marcar una línea, que defina la enorme variedad de este “palo”:
Regionales:
Fandangos de Huelva, de Almería, “granainas”,
“malagueñas”, “cantes de Levante”.
Y
una gran cantidad de cantes que tienen su raíz en este palo del flamenco, como
son “las livianas”,” el martinete”, “la
milonga”, “la petenera”, “el polo”, “la minera”, “la serrana” y alguna más
que seguro se queda en el tintero.
Por
intérpretes: Vallejo, el Gloria, Cepero, Juan Breva y una interminable lista de
viejos y nuevos "cantaores".
He
citado a Juan Breva, que partiendo de un baile de Málaga, llamado “verdial” crea un fandango “verdial” flamenco y de aquí
se genera lo que se conoce como “malagueña”:
Creyendo que ya eras
buena
en ti puse mi querer
pero yo me equivoqué
y tú sigues siendo
quien eras
Dios te lo pague mujer
Y me respondió al
momento
a un sabio le pregunté
y me respondió al
momento
yo también me enamoré
y aunque me sobra el
talento
lloro por una mujer.
Me
imagino unos cuantos amigos alrededor de una mesa, cuando empieza a lucir las
estrellas dentro de la copa de vino, uno
de ellos “se echa palante” y entre
sus latidos y los nudillos en el tablero, inicia el “compas” y se arranca con un
“fandanguillo”, a sabiendas que la
guitarra, su sempiterna compañera, pronto estará su lado, para arroparlo con
cariño, para llenar, con sus rasgueos de luz, los espacios vivos del cante.
No se por cual decidir
con dos mujeres me entiendo
no se por cual decidir
a las dos estoy queriendo
las dos me quieren a mi
los tres estamos sufriendo.
Es
el introito, el comienzo del milagro. Seguro que la noche se despierta, se hace
joven y se ocupa por poner “falsetas” a todos los corazones y un ángel flamenco
termina por revolotear por la estancia, con sus alas de sabiduría popular y su
sonido antiguo de metal y campana.