Hace
mucho frío en las tabernas del recuerdo.
El
pesado vino, con sabor a pez,
se
avinagra en las frascas y rezuma en los pellejos.
Hay
muchos otoños en los viejos calendarios
y
solo la lluvia ha dejado huella en los cristales.
En
el viejo velador,
versos
a punta de navaja, cincelados en sus mármoles,
como
tristes epitafios de poetas no leídos,
se
enredan en los circulos de suciedad y tanino.
Los
viejos carteles de toros,
desvaídos
de sol y moscas,
se
quedaron varados a las cinco en punto de la tarde,
sin
posibilidad, ya, de sangre y de clarines.
Se
helaron las blasfemias que prohibían las paredes
y
no suenan fandangos que rompen
madrugadas.
Solo
el olvido y sus sollozos
y
esa fría realidad de un sucio cielo,
con
color de ausencia y despedida.
Ante
tanta tristeza irremediable,
me
quedo con tu alegría en blanco y negro.
con
tu sencilla verdad sin alharacas.
Ese
templo pagano donde beber los sueños,
sin
saber siquiera lo que era una resaca.
Tus versos destilan el aroma justo de belleza y recuerdo, de melancolía y añoranza que -con su paso- el tiempo nos deja marcados en el alma. Precioso Juan. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarHas reflejado a la perfección con estos bellos versos, el paso del tiempo algo imparable que la vida nos impone y que no tiene remedio. Todos los versos me perecen de una enorme calidad, pero me quedo con los taurinos. Ya se que es algo como dicen muchos antitaurinos de la España profunda, pero mira yo como soy muy raro, y me gustan los espectáculos taurinos en todas sus modalidades. Por cierto y me imagino que lo sabrás; tu tierra Castellón y Valencia son las dos provincias donde más espectáculos taurinos se celebran del mundo de los tradicionales "Bous al Carrer". Sobre todo La Vall d'Uixó. Y los dos últimos versos con los que terminas también son geniales.
ResponderEliminarFuerte abrazo JUAN.
Es verdad, cada vez quedan menos tabernas, en Granada, no más de dos o tres, ahora todas son modernas e iguales, sin nada que las diferencias, salvo las tapas.
ResponderEliminarUn abrazo
Has bordado el paso del tiempo de forma excelente.Ese tatuaje del que nadie se libra.
ResponderEliminarUn placer leerte Juan
Un abrazo.
¡A LAS MUY BUENAS noches, Juan! Lo cierto es que locales de ese tipo ya van quedando muy pocos en las ciudades. Sí los hay todavía en algunos pueblos pequeños donde el ambiente que describes aún es palpable. Aquí en nuestra ciudad, pues algún local queda donde el placer de tomarte algo sigue siendo una gozada, por ejemplo, cuando mi esposa y yo tenemos canguro para nuestra hija pequeña solemos escaparnos a tomar alguna pinta de Guinness al Paddy, bueno, no es exactamente una taberna como las que rememoras en tu texto, pero está muy, muy chulo, la verdad. Y también nos acercamos aluego a echar unos bailes en un local donde, entre rock sesentero y rock ochentero...¡hasta cae alguna de flamenco, Y OLÉ!, jajajajajaja...
ResponderEliminarAbrazote de nuestra parte y muy buen finde tengáis!!!
Que maravilla, es precioso, le has puesto un plus a las tabernas, le has añadido un estrella a los recuerdos y a mi me has encandilado, Un abrazo poeta
ResponderEliminarSin resacas porque serían vinos de calidad...
ResponderEliminarDa tristeza, todo va quedando en el abandono, todo lo que antes estaba tan lleno de vida.
Muy bonito poema, aunque triste. Un placer leerte.
Muchos besos, Juan.
Menos mal que al final lo has arreglado, porque si no llega a ser así... te hubiera echado una bronca que ni pa qué.
ResponderEliminar¡Coño! que escribes tan bien que me he puesto triste con la bendita taberna, sus carteles de toros y su velador.
Un beso grande... anda... anda...
Alguna todavía va quedando por aquí, pero a decir verdad están en tiempo de descuento.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me has recordado con tus nostálgicos versos a una vieja taberna de mi pueblio, "el 33". Apenas ha cambiado, ni siquiera han quitado una preciosa y estética foto en blanco y negro, sobre la barra de aluminio, de una muchacha desnuda de cintura para arriba. Hoy es parte imprescindible de la decoración de la taberna, en la que te siguen dando una torta de boquerones y unos michirones que seguro conoció la (hoy abuela sin duda) niña en blanco y negro. Un lujo que estos lugares no deaparezcan. Un abrazo, Juan.
ResponderEliminarPor aquí quedan tabernas y sueños con borra...Me encanta leerte, Juan. Cariños.
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