miércoles, 26 de abril de 2017

MIS PATRIAS




Nunca supe a que patria quedarme. 

Ahora que tan en boga están los nacionalismos, las identidades y las rayas divisorias, yo siento, como dentro de mí, se difuminan las barreras de los sentimientos, bien hacia la tierra que me ha visto nacer y crecer y la tierra que me cobija ahora cuando los años apuntan al final.

No podré renunciar nunca al amor a la patria primigenia. A la patria de los primeros llantos y las primeras risas, la de mis juegos, la del amor irrepetible a cocina de mi madre, la del calor de mesa camilla, la del olor a vendimia. La patria del primer beso robado, la del balbuceante amor y la del amor definitivo.

Uno acaba construyéndose con retazos de amigos juveniles, con primeras lecturas, con consejos de maestros, con pequeños descubrimientos y con dolorosas renuncias.

Hasta el paisaje de la tierra en que naces, termina por enmarcar el cuadro futuro de tu existencia.

Quizás por ello, dentro de mi existe una porción como parda y umbría, como árida y sin límites, como esa Mancha que me vio nacer.

Menos mal que también se vislumbran en el horizonte, molinos de viento con aspas de ilusiones, (ya con herrumbre en la maquinaria), y ubérrimas vendimias precursoras de abrazos.

Quiero a esa patria primera, sobre todo porque la siento, alejada, seca, maternal y sufriente. O quizás porque siempre se ama a lo que se añora.

Pero también tengo otra patria a la que también quiero. Es la patria que me ha dado el trabajo, (algunas veces las lindes de las patrias, tienen extrañas  formas de puchero), y la tranquilidad.

La tierra  que ha permitido que mis hijas crecieran y creasen nuevas familias, la patria donde yo, definitivamente he sido.

Y sobre todo, donde he oído los primeros llantos y las primeras risas de mis nietas, donde las he visto crecer, donde gracias a ellas, ya entiendo otras palabras nuevas que no son las mismas que yo aprendí.

Es esta patria mediterránea y frutal, barroca y luminosa, musical y lúdica.

En definitiva el contrapunto necesario para llenar de colores vivos, la paramera excesiva de la tierra donde nací.

Confieso que las quiero igualmente alas dos- y no estoy loco- y las necesito por igual.

A una, porque mis raíces están profundamente arraigadas en esa tierra de surco y sudor y a la otra porque ha permitido que al tronco de mi existencia le nacieran hojas verdes, risas, frutos de luz y sosiego.

… y luego está el mar.-

Este Mediterráneo que me tiene agarrado por los sentimientos y no me deja apartarme de él.

Este mar que me anuncia cada mañana que la inmensidad existe, que la belleza es múltiple, que siempre son posibles nuevos horizontes.

La patria que vivo, está hecha de luz y sombra, de marrón y azul, de seriedad y gozo, de cardencha y palmera, de seria quietud y musical fantasía.


Mi patria de nacimiento, está escrita en mi carnet de identidad y luego está la otra que no aparece en ningún documento. Pero las dos ocupan el mismo espacio en el corazón agradecido de este hombre que las ama.



martes, 18 de abril de 2017

VUELTA DEL MAR


Efecto acuarela con photoshop de una foto del autor.



Entrada escrita a vuelapluma, nada más llegar.

Se acabó esta corta temporada de relajo. Hay que volver al monótono paso de los días y esperar al fin de semana, para poder volver a la caricia del mar y la brisa.

A pesar de que las playas terminarán por estar siempre ocupadas por asistentes a comerciales festivales “on beach”. (Si se dice música en la playa, parece como si los conciertos estarían faltos de glamur). En Benicassím, que ya se anuncia como ciudad de Festivales, son tres o cuatro al año. Se masifica la playa, pero bienvenidos sean, si con ellos los negocios florecen y la ciudad gana. Aun así, merece la pena acercarse al mar.

Estos días, he podido disfrutar de su belleza luminosa, aunque sin atreverme a recibir caricias de las olas, que el cuerpo no está ni para altas o bajas temperaturas.

Paseos por la orilla, tomar el sol con mesura y terminar en el refugio hostelero, donde el condumio es un poco más caro que de costumbre, pero tiene la ventaja de que el tiempo se estira con la ayuda del gin-tonic.

Dos novelas policíacas, (Azul Marino y Don de Lenguas), de una trilogía escrita por Rosa Ribas y Sabine Hofmann, han sido mis contactos con el mundo del intelecto, que en estos día es conveniente no calentar mucho los cascos, que bastante es con el sol.

No puedo hablar de descanso, que bastante descansado estoy, pero me han venido bien estos días, aunque como siempre os he echado de menos.

De nuevo ante mi renqueante ordenador, aprovechando parte del interminable tiempo que me sobra, con vuestra amistad y sapiencia.


miércoles, 5 de abril de 2017

LIBERTAD MALTRECHA



Luché por la libertad,
pero no buscaba este sucedáneo
de un tiempo de mentiras.

Me enfrenté a cerrados muros,
a soterradas trampas
de consignas y panfletos,
de vítores y escapularios.

Aprendí a amar al prójimo,
porque así lo ordenaban los poetas.
Sopesé la palabra amor,
sin importarme las conjugaciones.

Recolecté estrellas en la noche,
para sembrar un jardín de eternidades
y solo encuentro ceniza en medio de la herrumbre
de este tiempo sórdido en que vivo.

Luché por la libertad,
pero no era esto.

Este triste rosario de impúdicas mentiras,
esta letanía  de cajas B y de misales.
este pestilente olor a cloaca y noticiero,
esta rendida pleitesía a la impostura.

Luché tanto que ya no me quedan fuerzas.
He sumado tantas “nadas”,
que solo soy dueño de silencios.

¡Quise emborracharme de libertad!
y solo me ha quedado esta triste resaca
y un sabor de ceniza en las entrañas.

¡Y este doloroso cansancio de Sísifo,
que no llegó a ninguna parte!