“”Pa Santiago y
Santa Ana pintan las uvas, pa la Virgen de Agosto ya están maduras”
En
el recuerdo,
las
calles de mi pueblo
huelen
a mosto y “chilanco”.
En
los portales,
con
la sombra de la siesta,
mi
niñez se hace oscura
y
mi juventud fermenta en realidades,
con
la primera levadura de los sueños.
Esta
cosecha que ahora soy,
tras
el lento macerar de las barricas,
ha
perdido la acidez agresiva de los años
y
al menos le queda la solera,
de
ese vino que nació para el abrazo
y
con un buqué de claridades.