viernes, 30 de octubre de 2015

LA GASTRONOMÍA EN EL QUIJOTE



“Una olla de algo mas vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda.


Lo que salta a la vista, en primer lugar, es la mala situación económica del Quijote, que solo en comer gasta la tercera parte de sus posibilidades.
 Bien es cierto que tampoco tenía necesidad de pagar luz, agua, gas  y lo que es más importante, ser socio del Círculo de Lectores que a pesar de sus penurias, su biblioteca era holgada.
Pero empecemos por saber las recetas del reducido menú de que disponía.

Una olla de algo mas vaca que carnero:
Se trata de un guiso, presumiblemente con patatas al que se le añade o bien carnero o vaca.
Hay que resaltar que en la época de Cervantes, el carnero era más preferido que el cordero, seguramente porque al ser mayores eran más aprovechados e incomprensiblemente también mas suculentos que la carne de vaca. (Entonces no se sabía que la carne roja, fuese tan nefasta como ahora indican los próceres de la Organización Mundial de la Salud.

Salpicón


Este plato no tiene nada que ver con lo que actualmente entendemos por salpicón. (Especie de ensalada con mariscos, pimiento, tomate, huevo duro, todo picado fino y macerado con vinagre y aceite)
El salpicón en aquella época, se hacía aprovechando la carne sobrante de la olla de mediodía, que se aliñaba con aceite y vinagre o bien lo que en la  Mancha se conoce como “ropa vieja”, que consistía en freír estos restos troceados y revolverlos con huevo. Me inclino, en el caso del Quijote, por lo primero, ya que no se habla de gallinas en el corral del Hidalgo.

Duelos y quebrantos


En esta receta es donde surge la controversia, ya que se conocen dos maneras de la misma: una la que se sirve en restaurantes actuales, sin ningún aporte bibliográfico que la sustente y  la que, entiendo, se debe asemejar más a la realidad de la época.

La primera, al alcance de cualquier casa de comidas que se precie en la Mancha.- 
(Receta para 6 personas)
.-4 chorizos
.-200 grs. de panceta
.-200grs. Jamón serrano
.-3 dientes de ajo
.-100 grs. de sesos de cordero
.-1 vaso de aceite de oliva
.-15 huevos

Sinceramente no creo que la exigua alhacena del Quijote diera para tanto, pues de comer este menú todos los sábados, seguro que su figura no sería tan escuálida, su rostro tan macilento y afilado y además el colesterol lo tendría por las nubes.

Me quedo mejor con la segunda que va más en consonancia de los tiempos de Cervantes, aferrándome  a la idea de que en ese tiempo durante los sábados no se podía comer cerdo.

Los sábados eran los días en que los pastores llevaban a sus patrones las ovejas que habían  muerto en el transcurso de  la semana. De estas ovejas, la carne se destinaba a “tasajo” (carne endurecida por el frío y la sal) y los huesos mondos y lirondos, se utilizaban para hacer un caldo, que lógicamente tenía pocas calorías.
“Quebranto” el que sufría el dueño por la muerte de la oveja y “duelo” el que debía mostrarse en la cara de los comensales por la precariedad del plato.

Yo me quedo con esta receta, más literaria y sobre todo más acorde con la figura del Quijote.

De las lentejas no creo necesario hablaros pues todos las conocéis e incluso algunos, quizás las padezcáis. Este plato no ha cambiado con el paso del tiempo, aunque no seré yo el que menosprecie tan exquisito manjar  actual, nada parecido al que me daban en mi infancia, donde los trozos de chorizo y los taquitos de jamón, eran vilmente sustituidos por bichitos inclasificables y traidoras piedrecitas que se habían salvado del expurgue familiar de la mesa camilla.


Los palominos o pichones, eran plato de domingo ya que era raro el hidalgo que no tenía palomar en casa y era fácil su provisión. Y si faltasen, siempre estaban a mano las que el preste solía regalar de la interminable cosecha del campanario.
La forma más practica y usual de prepararlos era braseándolos mediante fuego directo y comerlas a mano, dejando la navaja solo para cortar de la hogaza candeal.

Y esto es todo amigo. En tiempos de Cervantes, aunque no lo creáis, no había hamburguesas, ni se encargaban pizzas, ni se merendaban “tigretones”.
 Lo que no fue menoscabo para que en aquella época crecieran saludables personas tan importantes como Lope de Vega, Quevedo, Góngora y el propio Cervantes.




sábado, 24 de octubre de 2015

POEMA IMPOSIBLE




Se trastocan las fechas,
mientras polvo de recuerdos,
terminan por ensuciar los calendarios.

Se repiten los días,
con la triste monotonía de una noria
de horas iguales y furtivas que,
además de con minutos,
se alimentan de tristes soledades.

Las palabras,
titubeantes y confusas,
pierden su azul de llamarada,
sin poder llegar apenas a murmullo.

El poeta,
antiguo descubridor de sonidos,
con querencia de pájaro y campana,
solo acierta a inventar el silencio
en esta noche repetida,
en la que tampoco se acaban

de cumplir las profecías.



jueves, 15 de octubre de 2015

LA NOSTALGIA TIENE NOMBRE DE BOLERO



No  sé si las primeras canciones que debí escuchar son las de alguna nana que me cantase mi madre, pero si tengo recuerdos, primeros recuerdos, de los discos dedicados de Radio Andorra, con boleros de Antonio Machín o Bonet de San Pedro o Lorenzo González  y cuplés de Concha Piquer y Juanito Valderrama.
Con ellos aprendí que en apenas tres minutos pueden contarse bellas o tristes historias, para las que un autor de bets seller necesitaría 500 páginas.
Cuando me fui haciendo mayor,  pude comprobar que en aquellos tiempos de moral de cilicio y candado, había que ponerle imaginación a los asuntos del amor y el mejor compañero para esas necesarias ansiedades era el bolero.
Nunca agradeceré lo suficiente, primero al músico y sastre cubano José Sánchez que en 1883 compuso el primer bolero conocido, al que llamó “Tristezas” y después al Lecuona de “Siboney”, al Carmelo Larrea de “Dos cruces”, al Agustí Lara de “Solamente una vez”, a la María Grever de “Cuando vuelva a tu lado”, al Miguel Matamoros de “Lágrimas negras”, al Armando Manzanero de “Te extraño”, las facilidades que me dieron para que gracias a su magia, pudiera saber que aquella chica de cabellos rubios y ojos azules también temblaba, cuando se sentía cogida de la cintura,  mientras en su oído, junto al calor de una respiración entrecortada, escuchaba:
        
                          Tu destino es como el mío,
                          si eres vela yo soy viento,
                         si eres cauce yo soy rio,
                         si eres llaga yo lamento.
                         Nadie habló de enamorarnos
                        pero Dios así lo quiso
                        y tan solo de tratarnos
                        hemos hecho un compromiso.

Después, podrían venir las reprimendas negras y truculentas del defensor de la moral, plagadas de los peores presagios para el alma y el cuerpo, pero ya la suerte estaba echada:

                           Es más fuerte que yo,
                           que mi vida,
                           mi credo y mi sino.
                          Es más fuerte
                         que todo el respeto
                         y el miedo hacia Dios.

                         Aunque sea pecado
                        te quiero, te quiero lo mismo,
                       porque a veces de tanto quererte,
                       me olvido de Dios.

Bécquer, Amado Nervo, Rubén Darío podrían ser perfectos letristas de boleros y seguramente algunos versos de estos poetas están esperando que un músico cubano, o portorriqueño, o chileno, o argentino, o mexicano le ponga la música necesaria.


El bolero, como toda la literatura popular habla de amores, de fracasos, de fatalidades, de desamor, es decir habla de la cara eterna del romanticismo. Por ello se enrosca en los recuerdos y nos hace vibrar con los amores felices o con aquellos que le dan más consistencia a la historia por mor de su fracaso.

Estoy convencido de que todos los que somos de una cierta edad tenemos nuestro bolero, ese que creemos escrito para aquel amor que no pudo ser, o para el que aun seguimos bailando juntos, aunque los años pongan “lagrimas negras” a los recuerdos.

Perdonadme esta hemorragia de nostalgia, pero ahora que solo entiendo el bolero como la transcripción exacta de los sentimientos acompañados de una música que nos mueve al abrazo, ahora que no tengo que utilizarlo como celestina, como en mis años mozos, dejadme que yo también afirme lo que alguien sabiamente dejó escrito: “el bolero es una puerta de entrada al alma”.

Os dejo un ejemplo: he tenido serias dudas a la hora de elegir entre Olga Guillot y Beny Moré. Al final me he decidido por el último, sin duda el mejor cantante masculino de boleros.
Un consejo: si tenéis a mano a la persona amada, bailarlo. Si no, disfrutar, sentir, recordar que siempre es posible que el amor nos llame.










lunes, 12 de octubre de 2015

MALTRATO



Cuatro mujeres han sido asesinadas por sus parejas en 36 horas. Tenían nombre, amigos, familia, vida.- (El País)

!!! ¿Hasta cuándo? !!!





domingo, 4 de octubre de 2015

BELLAS PALABRAS


Foto montaje del autor.


Hace años se conmemoró el día E. Con ese motivo  se buscaba la palabra más hermosa del castellano. Dudé mucho entre varios y hermosos vocablos, merecedores todos de conseguir tan preciado titulo.
Con las palabras que seleccione pergeñe este soneto.
Al final no tuve duda terminé por elegir la palabra final del último terceto.

Me ha venido al recuerdo este viejo soneto, al leer hoy la pasada petición de Cass, para el relato de los jueves.


Pasión, amor, felicidad y risa,
mariposa, caricia y fantasía,
beso, susurro, deseo y alegría,
luciérnaga de luz de tu sonrisa.

El rocío de azahar de tu dulzura,
primavera de sol en armonía,
belleza de jazmín, algarabía
del alma de alhelí de tu ternura.

El rumor de la magia de tu aliento,
sinceridad de vida y esperanza,
me acaricia con aromas  de jazmines.

Tu le pones belleza al sentimiento.
Invoco con delirio la añoranza
De no rimar AMOR con ANGELINES.