VOLVER A LAS ANDADAS
Tenemos que aprender a vivirnos cada día.
A cantar viejas canciones
que nos hablan de la infamia.
Tenemos que aprender
a sentirnos elegidos del sol y las estrellas.
Tenemos que rezar ante el espejo
las nuevas oraciones que ordenan los poetas.
Tenemos que volver
al definitivo ejercicio de la rabia.
A nuestra vieja y saludable condición de fieras.
Aunque solo sea
para que ardan las jaimas de los dictadores,
para que se acabe la certeza ganancial de los de siempre.
Aunque solo sea.
para orear de claridades
los escondidos crepúsculos
donde medran y engordan tiburones.
Aunque solo sea,
para robar los cálices
a los egoístas de ritos fastuosos
y que un orfebre justiciero
reparta pan de oro a los frágiles y hambrientos.
Para dejar de ser la cifra del rebaño
con un voto pegado a la conciencia.
O llenamos de preguntas los pasquines,
poniendo en su sitio las sonrisas,
o tenemos que volver a las andadas.