No era esta la entrada que pretendía, pero el año ha querido despedirse como solía y "malafollá" hasta el final, mi recién arreglado ordenador ha vuelto a "escacharrarse".
Me apañaré como pueda durante estos días, aunque no esperéis mucha actividad por mi parte.
Me temo que va a ser la última oportunidad que le doy al cacharro y no tiene nada de particular que si me sigue fallando, tenga que pedirle a los Reyes un regalo extra.
De cualquier manera, espero que ahuyentéis cuanto antes este malhadado año y recibáis con alegría y esperanza, el que está a punto de empezar.
A Elisa, bibliotecaria, le quedaban
unos días para la jubilación y no era capaz de imaginarse como sería su vida,
sin tener que volver cada mañana a sus libros y sus estanterías.
Recordaba ahora, cuando siendo joven,
entró en la vieja biblioteca, abandonada y mínima y no pudo dejar de sentir una
cierta admiración, al comprobar en lo que se había convertido, ahora que tenía
que dejarla.
Muchas horas ordenando material, muchas
luchas con los políticos de todo signo, pidiendo financiación, (ella tan poco
dada a lo material), tratando de buscar nuevos espacios, para sus sueños
iniciáticos, pero mantenidos en el tiempo, según permitía el presupuesto, de
hacer posible en su ámbito, nuevas actividades, que supusieran el
enriquecimiento cultural de sus paisanos.
Ahora le tocaba aprender a vivir en su
pequeño piso, sola, con sus antiguos libros, leídos y releídos y con la
libertad coartada, para empezar a leer el gran libro de esa naturaleza, que con
la pandemia, no deja de repetir capítulos ya conocidos.
Sabía que lo que más trabajo le iba a
costar, sería no poder acariciar, colocar, limpiar, escoger, leer, esos libros
que tanto amaba.
En estos pensamientos estaba, cuando un joven se acercó a su mesa, devolvió el libro que había estado leyendo y subrepticiamente, dejó un pequeño paquete con el nombre de Elisa.
Al abrirlo, se encontró con esta
dedicatoria: “A Elisa, que tantas vidas
nos has prestado, con el deseo de que con este pequeño regalo, pueda seguir
viviendo la suya.”
Era un libro electrónico, en el que se
habían descargado los últimos éxitos editoriales, que aún no habían llegado a
la biblioteca.
Han tardado 16 días en
repararme el ordenador, que ya son días, sobre todo si el miedo no te deja
salir de casa, ante la inconsciencia de algunos durante estas fechas
prenavideñas, tan astutamente engalanada de luces para aquellos que anteponen
el negocio a las vidas.
El técnico me ha dado
algunas explicaciones de la tardanza que yo he aceptado sin más, que uno no
está ducho en estos menesteres.
Pero tengo mi propia
teoría, ya que "unas veces por fandangos y
otras por peteneras", siempre lo pagamos los mismos.
Me explico: cada vez
más son los/las tele trabajadores/as que, por motivo de esta pandemia, tienen
que ganarse el jornal teniendo a punto su herramienta de trabajo.
Por este motivo, me
barrunto yo, que los técnicos andarán más ocupados, ya que siempre es bueno que
la maquinaria de la economía no pare.
¡Estaría bueno que
utilizará palabras altisonantes o emoticones de bombas a punto de estallar, en
detrimento del P.I.B patrio!
¿Cómo va un vetusto
humano, a punto de cumplir 85 años, a oponerse a la llegada de los nuevos
tiempos?
¿Tan necesario le es a
un jubilado el ordenador? ¿Para leer el Marca?
¿Para ver películas antiguas de Paco Martínez Soria? ¿Escuchar viejos
videos de Antonio Machín?¿Para recibir noticias de los viajes del INSERSO?
Todo eso puede esperar
todo el tiempo que sea necesario, ante la urgencia de lo verdaderamente
importante.
Aunque nací en la
Republica, crecí en la guerra civil y la posguerra, trabajé en la transición y
envejecí sorteando crisis, creía merecer unos años tranquilos.
Pero si hay que
sacrificarse otra vez, ¡no hay problemas!, nos sacrificamos, que ya tenemos
experiencia.
Bueno ha tardado, pero
ya lo tengo en mi despacho, dispuesto a llenar esta vida amordazada, mientras
pergeño poemas, mantengo luminosas conversaciones con ese nuevo grupo de amigos
a los que admiro; para jugar con colores, sombras y transparencias, tratando de
suplir con la técnica las habilidades pictóricas que me han sido negadas.
Me niego a jugar al
dominó en cualquier Hogar del Jubilado.
Con vosotros tengo
bastante, que como dice otro refrán, "aficiones
y caminos, hacen buenos amigos".
La cornada debe haber sido grave. Andara por la femoraly tejidos subcutaneos y no se cuantas transfusiones seran necesarias. Esa es lo que supongo ya que el operador no es muy dicharachero que digamos, aunque yo tengo otra teoria que os dare a conocer en mi primera entrada "normal".
Ser condescendientes con mi gramatica, que no se como puñetas se ponen los acentos con este aparato con el que mal escribo.
Espero que a la proxima ira la vencida.
No podeis imaginaros como os echo de menos.
Besos y abrazos a repartir.
Si no publico con la frecuencia debida y si no comento vuestros escritos, que no cunda el desasosiego.A pesar de encontarme en la edad del riesgo, al que le hacen un PCR es al ordenador.
Espero que no sea sintomatico y pronto pueda disfrutar del plcer de escribir y sobre todo el de comentaros, con la facilidad que me da la costumbre y no conlas dificultades que encuentro al redactar este simple aviso.
Cuidaros y has pronto.
Besos y abrazos para todos aquellos que los quieran recoger.