Os
doy las gracias a todos los que habéis permitido que este tiempo, no me haya
parecido vacío y estéril.
Sin
vosotros me hubiese hundido en el marasmo de una vida plagada de achaques y
vanas justificaciones.
Habéis
sido mis mentores, mis bondadosos críticos, el acicate de mis sueños, el empuje
necesario para que la vida me siga pareciendo plena de vivencias y buenas
sensaciones.
Permitid
que plasme este agradecimiento, en unos cuantos amigos, ya que la lista sería
interminable.
A
los demás, a los que no aparecen en ese listado, todo mi agradecimiento, mi
cariño y mi consideración.
¡Cómo
no voy a ser agradecido a esas 5.200 veces que tras leerme, me habéis dedicado
el codiciado premio de un comentario!
Escribo a vuela pluma,
porque me voy a la manifestación.
Quien me iba a decir
que con ochenta y dos años, después de luchar por la libertad y la democracia,
después de las lágrimas por los abogados de Atocha, después del veintitrés F, después
de ETA, después de haberme apretado tantas veces el cinturón de las ideas de
libertad y solidaridad, después de todo eso, cuando debería estar gozando
tranquilamente,en mi casa de un
descanso merecido, tengo que volver a afinar la voz de la protesta, para tratar
de que no nos roben aquello por lo que luché y tengo derecho.
Lo mínimo que se le
puede exigir a un gobierno es que tenga prevista y asegurada la manera de
rescatar a las personas.
Hace una semana y aun
me emociono. Como en ese día 8M, que quedará para la historia, reniego de esta
ventaja de ser hombre y quiero que los embaucadores, me devuelvan esa costilla
de la que hablan los manoseados testamentos.
Si soy barro, ella
también es barro, mejor gres, que más resistente, más bello y se conserva mejor.
Y si hay algún poro, nada de ventajas: la mujer como el hombre, a reclamar al
maestro alfarero.
Seguro que en el viejo
paraíso, se han secado los manzanos y si queda alguna constrictor, esa
serpiente ha mutado a constructora, que proporciona mejores dividendos.
De manera que vamos s
mirarnos de igual a igual y vayamos
olvidando las parábolas, que solo sirven para favorecer al que escribe los
relatos.
Deja de ser “la musa
ordenadora” de la que hablaba Machado, y ponte en pié para desordenar ese mundo
especifico que te han creado, donde solo hay ventajas para los listos de
siempre.
Álzate con claror de
luna en este mundo de sucios espejos azogados, en esta falsía de frases huecas
y oxidadas, en esta repetida y triste sinfonía donde pretenden que tú seas la
coda que siempre desentona.
Si has sido capaz de
darnos vida, como no vas a saber ordenarla, darle sentido, planificarla,
dirigirla.
Si lo has hecho en la
familia, quien es el imbécil interesado, que pone en duda que no lo puedas
hacer en todo momento y cada día, en el resto de la vida que nos ha tocado
vivir.
No tienes que hacer
ningún cursillo, los traes de fábrica, ni tienes que mentir en los currículos,
que ya la vida que los hombres te impusimos, te obligó a tocar todos los
“palos”. Vuestra intuición y perspicacia, es bastante más precisa que todas las
certezas juntas.
Deja de escuchar a
esos que tratan de insultarte llamándote feminista, como si eso fuese un
oprobio, como si con ello quisieran coartarte tu profundo sentimiento de
justicia y de igualdad. Esa justicia e igualdad de la que presumen de boquilla,
pero que ni la sienten ni la desean.
Me alegra que hayáis
empezado a llamar a las cosas por su nombre y a ponernos en el sitio que nos
corresponde, sin importar jueces ni maridos, sacerdotes o políticos, profesores
o empresarios, que algo debe de valer el saber que en el Olimpo todas las musas
tienen nombre de mujer y los dioses masculinos, no parece que tengan buena
prensa.
Seguir en la lucha,
que no habrá premio más merecido que el de la igualdad con el hombre, pero
aceptar este consejo, para la vida que os resta y para la de vuestras hijas y
nietas: no os comportéis en esa lucha, de la manera que los hombres nos hemos
comportado con vosotras.
Aunque una vez escrito
el consejo, me parece una perogrullada: lo estáis haciendo desde siempre.
Y sobre todo no
olvidéis, o mejor los hombres no olvidemos, que sin vosotras la felicidad es
imposible.
No me cabe la menor duda de que el
flamenco no podría existir, si no hubiese sido incubado en el nido caliente y
maternal de la guitarra.
El guitarrista la abraza, dejando el
brocal de ese pozo de sonidos, muy cerca del corazón, para que los dedos estén
prestos a los adioses, a las penas y las alegrías, a los sollozos y las risas,
a la vida que nos cincela, al amor y el desamor, al sabor y el saber de un
pueblo que simplemente vive.
En la guitarra está el diccionario de
todos los sonidos posibles que nacieron para que algo tan español pudiera
hacerse universal y ecuménico.
Hasta el siglo XIX, el flamenco se
cantaba a “palo seco”, es decir, sin ningún acompañamiento, que no fuesen las
palmas o como en el caso del “martinete”,
el compás lo marcaba, (y lo marca), el martillo sobre el yunque de la fragua.
Gracias a los cafés cantantes, donde
su aparición es obligada, la guitarra se hace imprescindible.
El gran “tocaor” y estudioso de la
guitarra Manolo Sanlúcar, dice: “la guitarra termina por poner orden en el
flamenco, delimita y hace entender los palos, de tal manera que lo que hoy
sentimos, no sería posible sin la guitarra”.
Guitarra de mis amores
como a una mujer te quiero
son tus “soníos” dolores
que se clavan en mi seno
como los falsos amores.
Precursores del
toque flamenco como hoy se entiende, son Sabicas, el Niño Ricardo, que es el
primer renovador de la guitarra flamenca, creando una escuela de la que han
terminado todos por seguir y Ramón Montoya.
Manolo Sanlúcar,
maestro virtuoso de las seis cuerdas que consiguió gracias a sus estudios y a
su virtuosismo, impregnar de musicalidad el viejo acompañamiento repetitivo.
Paco de Lucía, el
primer genio de la guitarra flamenca, que acunado por la brisa del Atlántico y
del Mediterráneo, supo resucitar la gracia y el sonido hecho eternidad, por la
influencia de entre esas dos aguas.
Pepe Habichuela,
que supo sacar del pozo de su guitarra todo el frescor y pureza del agua limpia
de su Granada, para hacerla sentimiento con sus falsetas.
Aunque creáis que
no es posible, cuando Pepe Habichuela y Morente se juntan, Granada es aún más
bonita.
Tomatito, que
habiendo mamado todo el saber de su padre, el Niño Miguel, con su juventud
plena y exultante, se atreve con otras experiencias y presta sus rasgueos para
dar más emoción a otras músicas, como el tango y el jazz.
Moraíto Chico,
proviene de una familia gitana de Jerez de buenos guitarristas. Fallecido en el
año 2011, ha acompañado a la mayoría de grandes cantaores desde Caracol a
Camarón, en sus últimos años ha sido acompañante fiel de José Mercé, siendo
espectaculares sus acompañamientos por bulerías.
Paco Cepero, de Jerez de la Frontera, ya retirado de los
escenarios, que ha sido otro grande, sintiendo la guitarra con la pasión y el
sentimiento con la que la puede sentir el propio “cantaor”. No en vano en
alguna ocasión dijo que él lo que hubiese querido es cantar. Y eso era lo que
hacía, hacer cantar a su guitarra.
En medio la guitarra
Amémosla
Ella recoge el aire circundante
Es el desnudo nuevo
venus del siglo o madona sin infante
Bajo sus cuerdas los ríos pasan
y los pájaros beben el agua sin mancharla.
(Gerardo Diego)
Como suele
ocurrir en todos los listados de excelencias, siempre faltarán algunos, seguro que más de los que he citado, pero
estas entradas no han nacido con afán de sentar cátedra, más bien por la
inconsciencia de un simple aficionado que atiende una amable petición.
Y con esta
entrada, me despido. He disfrutado mucho porque me he obligado a escuchar más
flamenco del que habitualmente escucho. He recordado viejos cantes, que oí a mi
padre y he vuelto a comprobar que el flamenco… mejor que yo, lo dice García
Lorca en su retrato de Silverio Franconetti:
Pasaba por los tonos
sin romperlos
y fue un creador
y un jardinero
Un creador de glorietas
para el silencio.
Y para despedirme,
el deseo de que mi pobre aportación haya servido para que alguno de mis
lectores intuya su belleza, se lance a su conocimiento y sepa dedicar un corto
tiempo de esta agitada vida a escuchar con atención y con los poros del
sentimiento abiertos, sus lecciones de vida.
Creo que fue
Quevedo el que dijo:
Ponte la verdad en la boca y dila a
la española,
Que es cosa que ahora no se usa.
Ahora 4 minutos de “gloria
bendita” : sevillanas a dos guitarras con Manolo Sanlúcar y Paco de Lucía.
Como suele ocurrir
entre estudiosos, es difícil que se pongan de acuerdo con respecto a los
inicios ya que, como en todas las cosas, la subjetividad manda y cada cual piensa
que su teoría es la que vale.
Hay quien piensa, la mayoría,
que hay una influencia oriental a través del pueblo gitano, mientras otros, los
menos entienden que es mayor la influencia con los cantes y bailes de los
esclavos afroamericanos, que se movían por el Guadalquivir.
Como yo no soy quien
para opinar, creo que lo importante es el milagro, ponga lo que ponga en la
peana del santo.
Lo único cierto es que
el flamenco se enriquece con la música popular del centro y el sur de América,
aflamencado sus cantos e incluso algunos como Silverio Franconetti, (a alguno
de mis posible lectores le sonará este eufónico apellido), propietario del
primer café cantante de Sevilla y primer cantaor profesional que se conoce, va
a América y le implanta su impronta flamenca a las canciones que escucha en
aquella tierra.
Los puristas más
defensores del auténtico flamenco, siempre trataron de demostrar la escasa
profundidad de estos cantes, pero a pesar de su precaria legitimidad, no pudieron
evitar que estos palos calaran en los sentimientos del pueblo, por su
originalidad nueva, su cadencia y su desconocido ritmo.
En una cierta reunión
se dio una comida un
día
y allí se ha “partio”
un melón
única fruta que había.
Yo partí una sandía
y la bridé a una
casada,
me ha dicho
desconsolada:
muchas gracias
caballero,
que luto tengo y no
puedo
comer fruta colorada.
Cantes conocidos de
ida y vuelta son; “las guajiras” (que toma su nombre de guajiro, campesino blanco de
Cuba), las milongas”, las “vidalitas”,
“la rumba” y por último las “colombianas”.
En
cuanto al nacimiento de estas últimas, las “colombianas”,
los estudiosos no han tenido motivos de discusión: fueron creadas por genial
Pepe Marchena, (muy conocedor de este tipo de cante de ida y vuelta), tras una
visita a Colombia.
Serranía de Brasil
cordillera mejicana
tierra de la amazonía
pamperita de mi alma
en mi corazón clavao
llevo yo la
colombiana.
Interpretes
brillantes de estos “palos” del flamenco son: Pepe Marchena, Pepe el de la
Matrona, Valderrama. (Nombro estos primero y por este orden, porque he tenido
la gran suerte de oírlos y no precisamente en un escenario, desde la fría
lejanía de una butaca). Pepe Aznalcóllar, Angelillo, Pepe Pinto y muchos más
que haría la lista interminable.
Tengo
que decir, y comprendería el rostro fruncido de los clásicos y los entendidos
que, seguramente por la influencia familiar, (mi padre los cantaba y mi tio
Anselmo, tenía una colección de los mejores cantaores, en disco de pizarra), a
mí me gustan y mucho, estos cantes que trajeron frescura y brisa caliente, a un
folclor nacional que no acababa de despegar y se estancaba en el marasmo de una
España que también languidecía.
Una
figura señera de ahora mismo, con un acompañamiento de guitarra excepcional, os
demuestra la belleza de uno estos palos con esta “vidalita”.