martes, 24 de diciembre de 2013

CARTA A LOS REYES MAGOS


LA REBUSCA





Queridos Reyes Magos: ahora qué vais de vuelta a casa quiero daros las gracias. Como todos los años, habéis repetido el milagro de poner sonrisas en las caras de los niños. Como siempre, conseguís que sus miradas nos enseñen ese candor autentico que solo habita en los corazones puros.

Al principio, trataba de recoger los momentos de mis nietas en las mañanas del 6 de enero, con una cámara fotográfica. Al poco, desistí. Era un momento mágico e irrepetible que no podía meterse en las estrecheces técnicas de un visor.

Gracias también porque a pesar de mis muchos años, sigo emocionándome en estas mañanas con olor a chocolate, cadencia de sonidos nuevos, paletas de colores brillantes, gritos de alegría y besos emocionados.
Gracias, repito.

* * *

Haced un alto en vuestro camino de regreso. Quiero contaros una cosa.

Veréis: la Valdepeñas que me vio dar mis pasos de niño, es una ciudad famosa por sus vinos. Seguro que habréis oído hablar de ella. Bien.

Después de las faenas de la vendimia, es decir de la recolección de la vides, cuando ya todo ha terminado y los lagares están repletos de uva para molturar y el epicentro del trabajo ha pasado de los majuelos a la bodega. Cuando el campo se queda huérfano de cantos, suspiros, cansancios y sudores, entonces, es cuando empieza “la rebusca”.

Es entonces cuando los que nada tienen, los que solo son visitados por el hambre, van a los campos y recogen los racimos perdidos, los olvidados y mustios, la pobre resaca que va quedando rezagada después de la opulencia y la plenitud. Los racimos que se han caído de las “capachas” con el traquetear de los tractores, los que han quedado en la cepa escondidos de la vista del presuroso vendimiador, el que se quedó a medio camino entre saciar el hambre y la mirada del manijero.

Pues bien, queridos magos de oriente, con esa paupérrima cosecha de advenedizos, hay familias que pueden dar de comer a sus hijos durante unos días.

Os preguntareis a cuento de qué viene esta historia. Os lo explico.

Nadie más consciente que vosotros mismos, de que vuestro trabajo, a pesar de desprendido y brillante no llega a todos los niños. Diría yo que son más los que se quedan sin la alegría de vuestra visita que los afortunados. Y no creo que esto sea justo.

Cuando lleguéis a vuestros almacenes, después de un merecido descanso, mirar por todos los rincones, hacer una rebusca, con la cual puedan sonreír más niños de los que lo hacen.

Vender el oro, que es solo sirve como representación de vuestro poder, pero no como respaldo de vuestra magnanimidad. Rebuscar en las cámaras, seguro que encontráis tesoros de incalculable valor, bajo una patina de polvo e indiferencia. Cerrar esos faraónicos templos donde es imposible el recogimiento y usar el incienso para que purifique la casa de los que no tienen.

Quitar el oro y las piedras preciosas de todos los costosos ropajes que hacen más pequeño y empobrecido al que necesita de pan y cariño.

Rebuscar en los templos, en los palacios, en las cajas fuertes, en las catedrales, en ese centro mismo de esa cristiandad que adoráis y seguro que podéis hacer otra ronda de donaciones a esos niños que no solo necesitan regalos, sino los necesarios alimentos para seguir subsistiendo.

Vosotros que tenéis el don de la ubicuidad, rebuscar en los salones de los consejos de administración, arrebañad lo que podáis de los presupuestos para la guerra y el odio, estad ojo avizor en los consejos de ministros y vigilad el Ibex 35, el Nasdaq, el Dow Jones, el Nikei, el Cac 40, todos esos índices que siempre señalan a favor de los poderosos. Usad de verdad vuestra magia.

No sé si vosotros tendréis la potestad para hacer lo que pido, pero al menos intentarlo.

Lo hago por egoísmo. Siempre que disfruto con las sonrisas de mis nietas al abrir sus regalos, se me congela la felicidad pensando en aquellos que no tienen nada.

A pesar de que yo, ya he hecho mi rebusca, he podido comprobar que no ha servido para mucho.

Es por eso por lo que os pido ayuda. Vosotros, con vuestra magia y amor si que podéis conseguirlo.



Carta que opta al reto ideado por MOS












jueves, 19 de diciembre de 2013

RELATO JUEVERO.- DOS REGALOS




Hay en tus ojos
Oro, incienso y mirra
y luz de auroras.






Vino de Oriente
y nos trajo el regalo
de su sonrisa.


Más regalos en Judith









sábado, 14 de diciembre de 2013

MI FELICITACIÓN DE NAVIDAD




Imagino que todos los que tienen la paciencia de leerme, ya han recibido, por tierra, mar y aire, toda clase de mensajes navideños. Mensajes de personas que quedan lejos del calor presencial del abrazo. Felicitaciones con vivos colores que hacen juego con los de la tarjeta Visa.

Mensajes de aquellos que ya te tienen bien atado al consumo o de los que aprovechan estas fechas en que se baja la guardia, para hacerte nuevo rehén de sus negocios

 Los que te agradecen tu fidelidad, los que te ponen señuelos para que entres en su coto. Melifluos mensajes firmados en serie, sin conocer siquiera ni la literatura ni el sentido de los sentimientos.

 Seguros que estaréis aturdidos de bombillas y neones, de ángeles y pastores, de peces en el rio y de dulces campanas.

Hartos de la repetida y `pronto olvidada literatura angelical y dulzona, que vuelve a nuestras casas por estas fechas.

Yo, sin embargo, quiero hablaros de otra Navidad menos colorista y melosa, pero que, desgraciadamente, también existe. Este vídeo os lo demuestra:











viernes, 6 de diciembre de 2013

HABLEMOS DE LA UTOPÍA


Fotografía de Matteo Melis


                                           HABLEMOS DE LA UTOPIA


Ya tenía decidido la publicación de esta entrada que escribí hace un tiempo, cuando al levantarme esta mañana, me encuentro con la desagradable noticia de la muerte de Nelson Mandela.
He pensado que sería pertinente escribir, un panegírico sobre este mito de la libertad, que ha visto, como sus sueños, tan difíciles de realizar, se convertían en realidades.
Pero he llegado a la conclusión de que estas pobres palabras mías, también son un homenaje a su memoria.
                        


He leído unas bellas palabras de Ernesto Sábato, que han sido las que me han empujado a pergeñar el escrito que hoy os ofrezco.

Decían así: “La vida de todo ser humano oscila entre esa ilusión del ideal y la pesadumbre de lo fáctico, esa chatura que llamamos realidad. La existencia reducida a lo material cae en un fascismo opaco que aborta lo mejor de la existencia en aras de este absolutismo de la realidad que hoy adoramos, estúpidamente”.

Hemos abandonado el humanismo enriquecedor y nos hemos puesto en manos de un mundo, en el que más que las ideas, tienen valor las mercancías.

Estamos tan embebidos en el día a día que no tenemos ni tiempo ni meninges para pensar en el mañana. No hay tiempo para la utopía.

Ese “fuera de lugar” que significa esa palabra griega que Tomás Moro ideó para un lugar imaginario, nos lo hemos tomado tan al pie de la letra, que hemos sido capaces de dejarla fuera de nuestras conciencias, como un bulto inútil y fuera de lugar, que nos lastra para el vivir que nos hemos impuesto.

Hemos elegido una vida repetida, hueca y oscura, a la que le falta la chispa fulgurante de lo imprevisto.

Deberíamos ser capaces de hacer cambiar todo aquello que nunca sucede, por lo que puede suceder, si empujamos con la fuerza de nuestros sueños.

Es posible que no seamos capaces de lograrlo hoy, pero. ¿por qué no mañana?.

Y si no somos capaces de conseguirlo nosotros, enseñemos a los que nos siguen que los sueños, la mayoría de las veces, son posibles si perseveramos en ellos.

Para mi abuelo Isidro, seguro que pasearse por la luna era una utopía, aunque ni siquiera supiera del significado de esa palabra.

Dice Juan Manuel Serrat, “que sin utopía la vida sería un ensayo para la muerte” y como siempre, acierta este bardo decidor de  grandes verdades.

Despreciar la utopía de las personas que sienten, es lo mismo que cercenar los sueños de los niños, vendarles los ojos para que no vean el futuro, ponerles zancadillas para que no encuentres su camino. Borrarles la ilusión y la sonrisa.

Mientras exista la pobreza en el mundo, la opresión de los fuertes sobre los débiles, el trabajo indigno y mal pagado, la falta de dignidad para con los demás, la vida sin presente y sin futuro, el hambre que parece irremediable, la muerte lenta, pero segura, de la naturaleza, la fuerza incuestionable de los que mas tienen, la debilidad silenciosa y sumisa de los parias, mientras todo eso exista yo seguiré buscando la Utopía, con mayúsculas, esa isla que ideó Tomas Moro, donde todos eran  iguales.

Ya sé que no lo conseguiré, pero al menos daré fe de ello. Como dijo el destacado escritor uruguayo Eduardo Galeano, abriré una ventana a  la utopía: “Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar”.

Yo estoy además convencido, que si se lucha con pasión y limpieza, al final, algunos obtendrán el premio de tocar el horizonte con sus dedos y muchos mas serán capaces de seguir la senda que esos iluminados iniciaron.

No quiero abominar de la utopía, porque necesito seguir creyendo en la esperanza.







lunes, 2 de diciembre de 2013

LOS JÓVENES Y LA LECTURA





Fotografía de Ignacio Silva Galdames



Ya me lo temía, pero el informe PISA, sobre la educación, viene a corrobora lo que ya empezaba a columbrar a la vista del escaso interés de una gran parte de los jóvenes por la lectura.

Ya es sintomático ese extraño y nocivo lenguaje inventado para que la tarjeta del móvil dure lo más posible. Aunque lo que viene a decir el mentado informe es que lo muchachos actuales no suelen entender lo que leen. Y claro está, si no lo entienden malamente pueden aficionarse a la lectura de algo que le resulta intrincado y aburrido.
Prometo ante el María Moliner, que en mi largo bachillerato de 7 años y Examen de Estado, nunca oí hablar de morfemas, sintagmas, lexemas y otras extrañas variedades del léxico y las oraciones.

Pero pongo a Salgari por testigo de que ya con 6 o 7 años, ya supe sobre el colonialismo gracias a Sandokan, el llamado tigre de Malasia.

No puedo asegurarlo, aunque es más que probable, (la memoria suele ser selectiva), que me suspendieran en algún curso de Gramática y Literatura, pero yo ya volaba solo. Me creaba mis propios mundos con la ayuda de Dumas, Víctor Hugo, Julio Verne, Zane Grey, Dickens y otros creadores de sueños.

Y puedo asegurar, que sin ser muy ducho en oraciones sustantivas o adverbiales y en otros menesteres gramaticales, mis recias convicciones de niño recién salido de la catequesis, se vieron profundamente conmovidas tras leer a hurtadillas “El retrato de Dorian Grey” de Oscar Wilde.

Y ya un poco mayor, cuando el bozo aparecía tímido sobre mi labio superior, alguien supo poner en mis manos las lecturas necesarias, para que el mito y la publicidad sectaria de una época plena de indignidades, se viniera estrepitosamente abajo, empujada por la sabia, elocuente y libertaria voz de los poetas.

No soy un virtuoso en gramática castellana, pero yo también pienso, al igual que Vargas Llosa, que aprender a leer ,(y entender, añado yo), es lo mejor que me ha pasado en mi vida.

Agradeceré mientras viva, los dictados de Don Abilio, las sugeridas lecturas de Dña. Consuelo Otero, los poéticamente interesados préstamos de Juan Alcaide, las sabias enseñanzas de Cecilio Muñoz, los subrepticios y peligrosos, pero enriquecedores consejos de Don Juan Fernandez Donado Mazarrón.

Todos y cada uno de ellos me fueron empujando a esa agradable pasión de la lectura

Ahora, cuando ninguno de ellos existe y yo ando próximo a emular su inexistencia, quiero agradecerles de corazón lo que hicieron por mí.

Me enseñaron a vivir otra vida, cuando la mía me resultaba pequeña y aburrida. Me enseñaron a soñar otros mundos, cuando este en el que habito me resulta insoportable. Me llevaron de la mano a paisajes y países que de otra manera nunca hubiese conocido.

Gracias a esa noble pasión a la que ellos coadyuvaron, hoy tengo la facultad de pensar sin que nadie me influya, tengo la libertad de decir lo que siento, porque si algo se aprende en los libros es a usar la libertad, a aclarar la mirada, a vivir con dignidad, a encontrar la verdad, a agavillar ilusiones.

El libro debe ser rampa de lanzamiento para el conocimiento de otros mundos, yunque con el que moldear personalidades, molino para molturar sueños y bastón donde apoyarse cuando la vida nos muestra la peor cara.

Tengo una nieta con 10 años, que el regalo que más admira y pide es un libro. (su abuelo empezó regalándoselos cada vez que traía una buena nota del parvulario y sigue haciéndolo ahora), se los lee con verdadera fruición.

Pues bien, como no quiero que me la maleen con plúmbeas clases de estructura de oraciones, a partir de ahora a cada libro que lea, le exigiré que me escriba un pequeño compendio de lo que le ha sugerido la lectura de ese libro.

Tal vez algún día, esta nieta mía sepa agradecer que esa pasión por la lectura que supo inculcarle, fue la mejor herencia que le dejó su abuelo.






miércoles, 27 de noviembre de 2013

MI AMIGO PABLO.- Recuerdo relato de los jueves.


Fotografía de Nancy Lu.



Se llamaba Pablo y era mi mejor amigo. En clase compartíamos pupitre, juegos y secretos. Bueno, pocos secretos por su parte, porque en Pablo siempre había una coraza de melancolía, coraza que nunca pude traspasar. Y no es que fuera triste, había una viveza alegre en sus juegos. Era desprendido y locuaz y un seguro y asequible compañero, aunque de vez en vez, un ramalazo de amargura borraba su sonrisa, cortándole las alas a la alegría juguetona de su juventud. Alguna vez fui a su casa, donde conocía su madre, siempre de luto y silenciosa. No tenía padre. Había muerto. Nunca supe el motivo de la temprana muerte, ya que tanto Pablo como su madre, evitaron siempre dar explicaciones. Y a mis 11 ö 12 años, tampoco me interesé demasiado en conocerlas.

Pablo era muchísimo mejor estudiante que yo – cosa nada difícil, siendo yo la comparación- y sacaba notas brillantes en todas las asignaturas, con la excepción de Religión, Gimnasia y Espíritu Nacional,(recuerdo haberle oído decir, que aquello eran gilipolleces)
Debo decir, en honor a la verdad, que me ayudó bastante en la comprensión, difícil para mí, de las Matemáticas, la Física y la Química.
Yo poco podía hacer por ayudarle, en todo me superaba. Traté de hacerle ver que era una pena no sacar mejores notas en la Tres Marías, pero mis consejos caían en el olvido.

Hubo un trimestre, en que mis notas no fueron muy buenas que digamos y mi padre se enfadó bastante y no contento con castigarme, trató de indagar el motivo de aquel descenso en mi capacidad de retener conocimientos..Habló con un profesor que conocía. Nunca me dijo que profesor, pero si su recado.
:- El motivo de tus malas notas es la compañía de Pablo, no es un buen ejemplo para ti.
No pude entenderlo. No sólo es que Pablo fuese educado y circunspecto en casa, es que además, y eso lo sabían mis padres, él me ayudaba cada vez que me atascaba en cualquier asignatura.
Después supe, que a pesar de ser el alumno de mejores notas del curso, le habían denegado la beca a la que era merecedor.

El día de Todos los  Santos, se hacía como una especie de romería callada al cementerio. Y digo romería, porque a pesar de la tristeza otoñal del día, a pesar del luto de las mujeres, las coronas de flores y el semblante circunspecto de los hombres, recuerdo a los chicos felices jugando en la explanada anterior del cementerio y comprando chucherías y refrescos en los puestos instalados en el paseo.

Yo iba acompañando por mi madre, llevando un ramo de flores, cuando vi, sentado en un banco próximo a la entrada, a Pablo. Estaba solo.
.- ¿Qué haces?
.- Esperando a mi madre, no quiere que pase.
El brillo de los ojos de Pablo, se había apagado: La tristeza pugnaba con la fuerza de sus labios apretados.

Mi madre y yo, visitamos las tumbas de nuestros muertos. Mientras mi madre rezaba, yo me paseé por las calles del cementerio, mirando anacrónicas fotografías, tan sin vida como sus modelos.
Al fondo del cementerio, un espacio grande y cuadrado, con una pequeña tapia blanca, parecía como apartado del resto. No había cruces ni coronas, ni lapidas de mármol blanco, no parpadeaban lamparillas, ni letras de molde doradas, ni fotografía en sepia. Solo fosas de tierra, enmarcadas con cal blanca con el triste anonimato de su dolorosa soledad.
La madre de Pablo, quieta, de negro, sola, sin lágrimas ya que enjugarse, tenía la vista perdida, en un punto del horizonte, lejos del cielo prometido, pero al que no todas tienen derecho.

Dos mujeres que pasaban por mi lado, la miraron. Oí decir a una de ellas
:- Su marido era “rojo”. Lo fusilaron los nacionales en las tapias de este mismo cementerio.

 T e dirá algo amigo Pablo, estés y donde quieras que estés: suelo ir poco a los cementerios, pero si alguna vez lo hago, siempre recuerdo tu tristeza de aquel día de Todos los Santos y la mirada vacía de tu madre.



Otras historias en el blog de CHARO
.


sábado, 23 de noviembre de 2013

DE LO QUE NO ME AVISARON


Foto del autor


DE LO QUE NO ME AVISARON



Cuando mi primer llanto,
nadie me avisó  de que no sería el único.
 Ni nadie me dijo, que de mayor
no tendría el consuelo del abrazo lenitivo de mí madre.

Nadie me advirtió sobre la gravedad,
ni otras teorías,
cuando en las siestas, dormitaba bajo el manzano,
ahíto de carreras, calores y colores.

Nadie me prohibió seguir jugando,
cuando al caer la tarde hilaba sueños
y perseguía mariposas y respuestas.

Nadie contabilizo el tiempo
de mis tórridas mañanas,
cuando, grumete de la trilla,
era yo quien marcaba las horas
en el rubio reloj del sol de la era y la parva.

Ni supe de raras cortezas
y extraños agujeros de tétricos colores,
cuando, empinado en las tapias,
trataba de robar estrellas a la noche.

Si vestía con sudor, rasguños y temblores,
(uniforme necesario para la caza de los pájaros)
nadie me exigió ponerme una corbata.

Ni en las palabras del maestro,
(paciencia, sabiduría y polvo de tiza en las solapas),
llegué a presentir la necesidad de un “currículum”.

De números aprendí lo justo,
(y eso que me ayudaba con los dedos),
porque nunca me gustaron
resolver los problemas que restaban.

Ahora cada vez soy menos yo,
si no consigo recordar
un montón de claves y números secretos,
que le han restado importancia
a los propios apellidos.

Me despidieron de la niñez sin preaviso
y tuve que aprender a trompicones
a ordenar la poca información  que me dejaron.

Y aún ando en ello:
tratando de vivir como me exigen,
sin poder olvidar la limpia vida,
de aquel niño de hace tanto tiempo,
que ya solo me habita en la nostalgia.


De mi libro “Por un hombre en paz”













jueves, 21 de noviembre de 2013

DÍA DE LLUVIA



Foto de Sergio Juan.



Tras de la ventana, la mañana llora con lagrimas de tristeza.
 Han desaparecido los pájaros. Los árboles, descarnados de hojas, no pueden ofrecerle el refugio necesario y se hacen “okupas” de aleros y balcones.
La gente camina deprisa por las aceras, tapando su existencia con extrañas sombrillas que se han puesto de luto.
 En las azoteas los tendederos muestran sus nervios oxidados, ansiosos de blancura de sábanas impolutas.
 Hay luz detrás de los cristales y calor presentido de viejas mesas camillas, faldas y braseros.
 Se intuye el rescoldo caliente de un libro y la reconfortante hospitalidad de un cómodo sillón de orejas.
 Parece como si la vida se hubiese dado un respiro. Todo parece más sosegado, menos ruidoso, más antiguo.
 Hasta los “neones” de los anuncios brillan menos, tamizados por una húmeda niebla persistente.
 El cielo, que ayer robaba el azul al vecino mar con que se desposa, ha abdicado de la alegría y se ha teñido de gris, como queriendo convertirse en noche, en boca de lobo, en luto riguroso.
 Vienen bien estos días para recordarnos que no todo es bullicio, brochazos de colores, sonidos estruendosos.
 Estos días sirven bien para mirar el otro paisaje, el que llevamos dentro, ese que tanto nos cuesta mirar, ocupados como estamos por otros imperiosos menesteres.
 De manera que hoy, cuando el tiempo sea mío, lo dedicaré a leer versos olvidados y a escuchar la música precisa para este día de lluvia.  Música como la que os dejo, por si queréis acompañarme.



domingo, 17 de noviembre de 2013

AGRADECIMIENTO




Espero que la tardanza, no le reste ni un ápice a la intensidad de mi agradecimiento.

Motivos que algunos de mis lectores conocen, no me han permitido plasmar mi alegría y satisfacción, en el momento oportuno, por la concesión de ese segundo premio en el III concurso de haikus.

Gracias a todos, por leerme y por votarme.  Gracias a Lucía, artífice y veladora de este evento, por  su paciencia, pasión y ayuda.

Desde hace bastante tiempo, soy poco dado a esta clase de concursos. Me basta con escribir, saber que soy leído y recibir unas palabras, como óbolos de recompensa. Uno ya no está para fajarse en lides, por muy poéticas que sean.

Pero en esta ocasión puedo presumir de mi alegría, ya que al hacer mi votación, (Lucía puede dar fe de ello), he acertado plenamente con mis dos acompañantes. Concedí 3 votos a José Arrabal  por su magnífica aportación con un haiku de perfecta factura musical y técnica, envolviendo un triste mensaje que lejos de restarle  belleza le hacía resaltar en su poética concepción.
 2 votos a Cass, que supo suplir su pequeño y perdonable defecto técnico, con la, noticia que hizo florecer en nuestra sensibilidad la alegre aventura de una vida nueva.
 En aras de conservar mis buenas relaciones con el resto de concursantes, permitid que omita el nombre de mi tercer voto. Seguro que hubiese suplido con creces las expectativas de este premio que ahora agradezco.

Gracias de nuevo y como siempre, un abrazo.


p/d.-  Hago mío el diploma, a pesar de que la L. que acompaña mi nombre no es de Luis, sino de López.







sábado, 16 de noviembre de 2013

EXPLICACIÓN DE UNA AUSENCIA



El pasado lunes, abrí el ordenador por la mañana temprano, con el fin de comprobar los sonrojantes números de mi cuenta bancaria. (Sonrojantes no por rojos, que los bancos, a los comunes de los mortales no nos permiten ese color. Hay que ser o muy importante o muy sinvergüenza, para poder alcanzar esa calidad cromática).

Bueno, a lo que iba: que una vez cabreado por la endémica esmirriez de mí saldo, dejé el ordenador invernando, no como castigo, solo con el fin de volver a usarlo, una vez diseñado un  nuevo plan de ahorro para el hogar. (Mientras, me cabreé al pensar en la parte alícuota que nos va a costar a mi mujer y a mí, esos más de 36 mil millones de euros, ya oficialmente perdidos y lo que se espera perder,  por esa banca rescatada y esos directivos premiados con suculentas sinecuras).

Como mi hogar no es un ente estatal, que puede seguir tirando con pólvora del rey, ( o de su yerno), pensé en hacer un ERE. El dilema me vino cuando hube de elegir o entre mi compañera o yo. Desistí del intento: ambos nos necesitamos.
Basta de disquisiciones, o no llegaré nunca a explicaros el problema.
El  caso es que , una vez sentado ante el ordenador, este no se mostró proclive a dar facilidades, negándose en redondo a arrancar.

Pensé primero si esta negativa sería debida a un nuevo recorte del gobierno, tan dado a cortar por lo sano, sin previo aviso. Pero deseche pronto este pensamiento, ya que el ministro Wert no se había adelantado ni al gobierno ni a Bruselas, aunque para ello tuviera que meterse en un jardín (eso sí, jardín con globos de colores, toneladas de confeti y juegos infantiles) con la señora Mato, ya que como jubilado que soy, es ella la que debe velar por mis intereses. (¿).

Después, pensé que el culpable pudiera ser Eolo, que en estas fechas viene a inflar sus carrillos a esta tierra, zarandeando cables, levantando desagradables ventoleras e incomodando gravemente al tranquilo mar que nos abraza.
Sin más disquisiciones y al reconocerme totalmente lego en esta materia, opté por hacer lo que, en estos casos, hace cada hijo de vecino: llevar al taller de reparaciones de estos intrincados artilugios, para ver por qué extraño motivo, se había declarado en huelga de bips y gigas caídos, máxime cuando yo no pretendía externalizarlo.
El veredicto: tendrían que desarmarlo, comprobar el motivo de la anomalía, aplazando  para el viernes la resolución del problema, aunque en principio parecía que la fuente de alimentación quedaba a salvo.
Con la tranquilidad de saber que al menos no nos quedábamos en casa sin el necesario sustento y tras rumiar un fuerte taco para mis adentros, que viene a ser lo mismo que eso que llaman  resignación cristiana, volví a casa, pensando en lo difícil que me iba a resultar estar tantos días sin vosotros y lo que es peor: el nuevo varapalo para mi menguada y macilenta cuenta corriente. Cuenta corriente sin posibilidad de rescate y tiritando por los recortes que se avecinan.

Escribo esto el sábado por la mañana en mi ordenador felizmente redivivo. Mi raquítica cuenta corriente, ha resistido el empellón. Pretendo con estas deshilvanadas palabras dar constancia de mi existencia.
Pronto os agradeceré vuestros comentarios, me pondré al día de vuestras inquietudes.
Ahora permitirme que lea la prensa de hoy, con el fin de solazarme con la agradable noticia que nos regala nuestro gobierno.
¡Se acabó el rescate de la banca, todo indica que lo malo ya ha pasado y un soplo de felicidad empieza a calentar nuestros corazones!

¡!! Y yo, con estos pelos!!!







martes, 5 de noviembre de 2013

AMANECER.- (Propuesta de los jueves)



Foto del autor.



AMANECER

Una fantasía blanca
y carmesí. El pinar blando
prende el verdor goteante
de un oro grande y mágico.

Su aurora viene de frente,
las alondras, sonrojando,
del ancho de todo el monte,
entra el mar un viento claro.

Como cometas de luz,
vienen sonrisas volando
y la mañana clarea
con el canto de los pájaros.

Un barco surca las nubes,
con su velamen hinchado.

La luna feliz dormita
mientras recoge a su lado
un lujo de amaneceres,
para un mundo siempre blanco.

Donde la noche y el día,
bien cogidos de la mano,
ee repartan las sonrisas
que el hombre gana soñando.



Si quieres ver mejores soluciones a la propuesta, visita La Taberna de Valaf


domingo, 3 de noviembre de 2013

WALT WHITMAN




En un comentario a mi última entrada con el poema “HAY DÍAS…”,  el amigo Valaf, me ha, (nos ha), regalado un magnifico poema del insigne poeta norteamericano Walt Whitman.
Este agradable recordatorio, me ha llevado de nuevo a esas “Hojas de Hierba”, que he leído y releído mas de mil veces, pues cuando por cualquier circunstancia me faltaba lectura, ese era el lugar seguro para envolverte en humanidad y poesía.


Por el muy alejado año 1.960, mis posibilidades pecuniarias no debían ser muy boyantes.

Cuando se pasó por mi domicilio el vendedor de la Editorial Aguilar, por otra parte viejo conocido, solo le compré una edición en piel, pero en miniatura de las Obras Escogidas de Walt Whitman, que más parecía un breviario de seminarista, que la traducción hecha por Concha Zardoya, de los más importantes poemas del, para mí, mejor poeta de Estados Unidos.

Desde ese lejano año de 1.960 hasta hoy he repasado en multitud las páginas de ese librito, que me han enseñado mucho acerca de los sentimientos democráticos y hondamente humanos del poeta nacido en West Hills, Nueva York.

Ahora cada vez me cuesta más leer sus poemas, dada la pequeñez de la letra del librito, pero aun así lo retomo con cierta frecuencia, ávido de la pureza de su poesía.

He elegido para vosotros el poema XLVIII del “Canto a mí mismo” de su libro “Hojas de Hierba”:

Yo he dicho que el alma no vale más que el cuerpo, y he dicho que el cuerpo no vale más que el alma, y que nada, ni Dios, es más grande para uno que uno mismo.
Y aquel que camina una sola legua sin simpatía,
Camina en un sudario a su propio funeral.
Y yo o tú, sin un centavo, podemos comprar el pico más alto de la Tierra;
Y el fulgor de una pupila y un guisante en su vaina confunden a la ciencia de todos los tiempos.
Y no hay más oficio o empleo que aquel que enseña al joven a ser un héroe.
Y que no existe un objeto, por blando que sea, que no pueda trocarse en el eje de la rueda del Universo.
Y digo a todos los hombres y mujeres: “Que vuestra alma conserve la serenidad y el dominio de si misma ante un millón de universos”
Y digo a la Humanidad: “No seáis curiosos con respecto a Dios.
Porque yo, que soy tan curioso con respecto a todo, no tengo ninguna curiosidad por Dios”
(Ningún lujo verbal podría expresar cuán tranquilo me siento acerca de Dios y de la muerte)
Yo oigo y veo a Dios en cada objeto, pero no lo comprendo,
Como no comprendo que haya nada en el mundo más admirable que yo.
¿Por qué he de empeñarme en que Dios sea mejor que este día?
En cada una de las veinticuatro horas veo algo de Dios, y en cada minuto también.
En los rostros de los hombres y mujeres, yo veo a Dios y en mi propio rostro del espejo.
Encuentro cartas de Dios en la calle, y todas ellas están firmadas con el nombre de Dios.
Y las dejo donde están, porque sé que en cualquier sitio encontraré otras semejantes.
Otras llegarán puntualmente hasta mí, por los siglos de los siglos.

Acabo con unas palabras de su biógrafa y traductora Carmen Zardoya: “En el sentido de Whitman la vida no es quietud, sino lucha contra la quietud y la inercia: es la creación, el eterno empuje contra la gravitación del pasado, la búsqueda del futuro: Sabe que solo se vive cuando no se pregunta por qué se vive, sino cuando se vive para vivir. No pretende ,pues, la paz, sino la vida.”