DE
LO QUE NO ME AVISARON
Cuando
mi primer llanto,
nadie
me avisó de que no sería el único.
Ni nadie me dijo, que de mayor
no tendría
el consuelo del abrazo lenitivo de mí madre.
Nadie
me advirtió sobre la gravedad,
ni
otras teorías,
cuando
en las siestas, dormitaba bajo el manzano,
ahíto
de carreras, calores y colores.
Nadie
me prohibió seguir jugando,
cuando
al caer la tarde hilaba sueños
y
perseguía mariposas y respuestas.
Nadie
contabilizo el tiempo
de
mis tórridas mañanas,
cuando,
grumete de la trilla,
era
yo quien marcaba las horas
en
el rubio reloj del sol de la era y la parva.
Ni
supe de raras cortezas
y
extraños agujeros de tétricos colores,
cuando,
empinado en las tapias,
trataba
de robar estrellas a la noche.
Si
vestía con sudor, rasguños y temblores,
(uniforme
necesario para la caza de los pájaros)
nadie
me exigió ponerme una corbata.
Ni
en las palabras del maestro,
(paciencia,
sabiduría y polvo de tiza en las solapas),
llegué
a presentir la necesidad de un “currículum”.
De
números aprendí lo justo,
(y
eso que me ayudaba con los dedos),
porque
nunca me gustaron
resolver
los problemas que restaban.
Ahora
cada vez soy menos yo,
si
no consigo recordar
un
montón de claves y números secretos,
que
le han restado importancia
a
los propios apellidos.
Me
despidieron de la niñez sin preaviso
y
tuve que aprender a trompicones
a
ordenar la poca información que me
dejaron.
Y
aún ando en ello:
tratando
de vivir como me exigen,
sin
poder olvidar la limpia vida,
de aquel
niño de hace tanto tiempo,
que
ya solo me habita en la nostalgia.
De mi libro “Por un hombre en paz”
Si nos lo hubieran dicho, másd de uno hubiéramos dado marcha atrás y nos hubiéramos metido de nuevo en el vientre materno-
ResponderEliminarDe las cosas malas no nos avisaron y así no nos hemos desesperado con antelación.
ResponderEliminarPero de las buenas tampoco nos avisaron y por esto no hemos perdido la ilusión de descubrirlas.
Y hasta el último momento será así.
Abrazote, Juan. Y sonrisa.
¿Y quién le iba a decir al árbol muerto que le abrazaría esta magnífica buganvilla? ;)
EliminarUn placer leerte :)
Muy bonito, con el paso del tiempo se perciben las cosas mejor y aquellos años de la niñez quedan gravados, son recuerdos de sueños y anhelos de un tiempo feliz…
EliminarAñoranza de esa libertad de corretear por el campo, de tórridas mañanas,
cuando eras grumete de la trilla, de perseguir mariposas y de robar estrellas a la noche …
Un cálido abrazo
Ya decía yo que me sonaba... ;)
ResponderEliminarQué fácil es la niñez, la facilidad que nos hacía ser felices, y cómo nos gusta complicarnos con los años y cuadricular nuestras vidas...
A veces no está mal volver a ser un poco niño, dejarnos llevar, y soñar y sentir como entonces...
Un abrazo
Qué bonito Juan, o quizá la experiencia en su momento dejo contrariedades, pero veo que a la larga, quedó la sabiduría que nos compartes. Gracias.
ResponderEliminarFeliz Domingo.
Nadie nos avisa, quizás para no angustiarnos con antelación, pero también hay cosas bellas que vamos descubriendo.
ResponderEliminarUn beso Juan, te cuidas
Asi es Juan, y si nos avisen que nos hablen de todo , lo bueno y lo malo, las humillaciones y las satisfacciones, enemigos y amigos...de este camino que se hace caminando, de los seres que perderás y los que hallarás....y de los que siempre contigo están.
ResponderEliminarMaravillosa poesía , llena absolutamente de sentimiento en cada instante y de verdad.
Besos grandes y fuertes ♥♥♥
Aprendimos a trompicones, pero como mandan los cánones, de haberlo hecho de otra manera, puede que no estuviéramos aquí.
ResponderEliminarSaludos
Tropezar, caer, levantarse, aprender de la experiencia... Siempre es un trabajo duro, pero muchas veces reconfortante.
ResponderEliminarUn abrazo.
La nostalgia, si se le coge empeño, es veneno, la memoria del niño permanece sin añoranza, cuando se han subido árboles, respirado trigos o viñas, cuando se ha ido a por pájaros y lunas, queda, persiste, es equipaje y nos ayuda a encarar lo que hay, se lleva adentro, sin que nadie nos avise, un beso.
ResponderEliminarAh, my friend, la escuela de la vida. Aunque, como ya han comentado algunos amigos, no sólo nos quedó velado el sufrimiento y los sinsabores, también esas delicias que crecen en el árbol de la vida; el descubrimiento de esa estrella que te acompaña por el resto de la misma y sin la cual nada tendría sentido.
ResponderEliminarYo recuerdo con mucho cariño mi infancia pues fue una infancia llena de amor y rodeado por unos mayores que me enseñaron, con su ejemplo de vida, dónde reside aquello que de verdad importa, aquello que es ajeno al tiempo y sus medidas: el amor. No, yo no quiero volver sobre mis pasos. Yo quiero vivir cada instante y darme cuenta de ello.
Un fuerte abrazo
Cuánta razón, Jota. Los niños que nos habitan se dedican entre otras cosas a ser poetas, un modo como otro cualquiera de escapar de los códigos. Un abrazo helaaaaaado.
ResponderEliminarQue difícil es dejar la niñez, acostumbrarse o resignarse a la vida adulta, que llega de sopetón y sin previo aviso, y uno queda prendado de esas cosas tan bellas que nadie nos aviso que se iban a terminar tan pronto.
ResponderEliminarHermoso poema, emotivo y sentido.
Un abrazo.
Me ha gustado mucho esta mirada nostálgica, me he visto reflejada en ella, incluida esa pena por la pérdida de la inocencia, de la ingenuidad.
ResponderEliminarBesos
La nostalgia y las inquietudes, un cuerpo que va por delante y una mente que recuerda y establece... esa nostalgia, a veces, nos la juega...
ResponderEliminarCafelito y abrazo.
La infancia es la época dorada de la vida. Despues crecemos y todo lo dorado se vuelve gris y árido, la vida se muestra tal cual es.
ResponderEliminarBss.
Nadie nos avisa de muchas cosas , por eso aveces el mejor maestro durante toda la vida seguimos siendo nosotros mismos.
ResponderEliminarLa fotografía es perfecta, parece que el colorido de las flores protegen a este árbol caído , animándolo a que vuelva a crecer y florecer.
Un saludo Juan.
Parisina
Creo que aún queda mucho de tu niñez, escondida entre tus versos y palabras que nos ofreces en cada post. Es precioso Juan.
ResponderEliminarun abrazo