El pasado día 22 se han cumplido 6 años de mi
entrada en este blog.
Os decía en mi primer entrada que venía
ligero de equipaje, (solo una maleta de deseos), y que la casa me parecía
acogedora y bien dispuesta.
Tenía
la ventaja de que me mudaba a un aposento que daba al sur, al acogedor resol de una buena
amiga sevillana devenida en manchega y al oeste con una generosa bonanza de
poesía, que en pleamar de nuevas y locas lunas, me refrescaba desde el otro
lado del atlántico.
De
las dos vecinas que me ayudaron en el aquel día, (Marilia y Lucía), solo la
última se anima a visitarnos de vez en cuando y siempre viene con el regalo de
su cochura de poesía caliente y recién horneada.
Entonces
solo quería hacer nuevos amigos entre mis vecinos de escalera y 5 años después,
a esas dos solitarias y amables compañeras se sumaron 328 vecinos que me dieron
aliento y me hicieron sentirme como uno de los suyos.
En
330 ocasiones me he atrevido a dirigirme a vosotros con mis entradas y en todas
las ocasiones he tenido respuesta.
El
regalo de vuestra comprensión y el cariño de vuestros 4.209 comentarios,
siempre muy por encima de mis escritos, me han obligado a tratar de afilar mi
pluma, con el fin de poder estar a vuestra altura.
Os
doy las gracias, por haberme obligado a adéntrame en temas en los que no me
sentía cómodo e incluso desconocía y por las enseñanzas que habéis aportado en
aquellos que yo, torpe de mi, creía dominar.
Gracias
por hacerme conocer nuevas materias, nuevas músicas, nuevos autores que ya por
mi edad, me eran desconocidos.
Es
lo bueno que tiene tratar con gente más joven: o espabilas o te sientes
apartado y triste ante tu desconocimiento.
Aquel
aposento primigenio, ha mejorado bastante. Me siento cómodo y honrado con mis
vecinos. Pero sobre todo mis paredes se han llenado de nuevos y luminosos
cuadros, mi biblioteca abarca casi todos los temas posibles, y mis discos, (mis
viejos discos de vinilo), se han hecho amigos de los modernos MP3, a los que
cada vez les saco mas el jugo de sus jóvenes notas.
Llegué
con 75 y ya he cumplido 81 y tengo que agradeceros, que a pesar de que mis
huesos me recuerdan esa última edad, habéis conseguido que el tiempo pasara sin
darme cuenta.
Gracias
por vuestras constantes muestras de cariño, que me han obligado a no cejar en
el empeño, aunque esos 81 años, además de en los huesos, se sufren en las
neuronas.
Me
gustaría, parecerme a una buena amiga cordobesa, a la que nada le es
indiferente y a la que parece que el dios Cronos le hace días especiales para
que, además de su entrada diaria tenga el tiempo suficiente para atender, con
un té y una sonrisa, a sus miles de
visitantes.
Ser
tan apasionado como es jubilado granadino, andarín dominguero y comprometido el
resto de la semana.
O
ese vasco, que nos enseña ciencia, al tiempo que es presentador de modernos
ilustradores. Sin olvidarse de la magia de sus bellas fotografías.
Me
gustaría tener la pasión por la belleza y la dedicación a la naturaleza, de esa
madrileña- francesa, que ha tomado nombre de una fruta del bosque y que le
dedica al campo el mismo amor que un cantautor francés a su amada.
Os
diré algo, ya que la brevedad es una buena consejera, y esto se haría
interminable: os envidio a cada uno de vosotros, por lo que me habéis aportado
y por las enseñanzas que he obtenido.
Me
gustaría, pero no puedo. Por eso me refugio en mis citas semanales, en algún
relato o algún poema, con el solo fin de saber que algunas mañanas se enciende
la lucecita del correo y recibo el abrazo de vuestro comentario.
Gracias
a los que lo hacéis y gracias a los que aun leyéndome no pueden comentar, ya que la vida, afortunadamente, no está hecha
solo de literatura.
Me
gustaría corresponderos a todo lo que me habéis ofrecido y os prometo que,
mientras pueda, estaré a vuestro lado.
Gracias.