viernes, 26 de agosto de 2022

EL NUEVO MITO DE MEDUSA


 

Medusa, que entre todas sus hermanas las “gorgonas”, era la más bella y la única que era mortal, no encajaba bien entre tanto dios y tanta piedra desolada.

Era tal su belleza que llegó a deslumbrar al dios del mar Poseidón, logrando seducirle, e incluso se dice por los mentideros del Olimpo, que el mar llegó a violarla.

Esta historia fue suficiente, para provocar el inmediato odio de Atenea, la cual ordenó a Perseo que no volviera hasta que pudiera entregarle su cabeza.

Consciente Medusa, de que este amor se realizara y temiendo las posibles consecuencias de su enfrentamiento con la más importante divinidad griega, abandonó el Olimpo, se apartó del mundo y se dedicó a la contemplación del mar, de cuyo dios seguía enamorada.

 

Un día paseando por la orilla de ese bello mar de sus cuitas y pensamientos más íntimos, conoció a un pescador del que, haciendo honor al significado griego del nombre Medusa, le tomó como su total guardiana y protectora.

Ahíta de vibrante brisa, temblorosa de gotas de lluvia, mojada de agua salobre que palpita y engendra, ciega de luces y azules de océanos, completa de caricias y de besos, pudo comprobar que aquello que empezó como amistad, terminó por hacer olvidar a su primigenio amor, que tantas desdichas le había traído y soñar siempre con la benefactora compañía de aquel pobre pescador que le había regalado un amor que no podían ofrecer los dioses.

Mientras jugaban con las espumas de la playa y disfrutaban de la belleza del sol del atardecer dando tonalidades distintas al cielo que en el horizonte besaba al mar, Medusa sonrió pensando, que Atenea se había salido con la suya, había perdido la cabeza, pero no gracias a Perseo: murió degollada por una espada de besos y caricias, que un avezado pescador le había puesto como cebo.


 


viernes, 19 de agosto de 2022

EMPIEZA A SECARSE LA PLUMA


 

Empieza a secarse la pluma de este aprendiz de poeta, mientras vuelan por el aire palabras y sentimientos que no encuentran el necesario asidero de una página en blanco, capaz de redimirlas.

Los sueños se ahogan por falta de tiempo y la ilusión agoniza como las ascuas de una lumbre que apagan las cenizas.

Son muchos los eneros inexorables, y son tantos los pasos dados, -algunos sin sentido-, que ya lucen agujeros las gastadas y enmohecidas suelas del sentimiento.

El tiempo se hace tan pequeño y la memoria tan frágil que ya no caben los recuerdos, no se escucha el sonido de los pétalos, ni el color de las viejas sinfonías.

Dejad que ponga en vuestras manos la palabra para sentir el latir de las estatuas, para emborrachar de sol amaneceres, para evitar que las noches sean eternas, para resolver las incógnitas de esa ecuación que los dioses nos proponen.

Usarla siempre:

Cuando os de mordiscos la congoja, para las mañanas sin sonrisas, para cuando vuestra sombra tenga forma de fantasma, para componer canciones a la luna, para poner flecos de espumas de mar al logro de un poema, para cantarle al amor y otras extrañas circunstancias.

 

Este viejo árbol que ahora soy, todavía ofrece alguna sombra.

¡Aprovéchala!

Apoyados en mi tronco, al regazo de los sueños, buscar alrededor, es posible que todavía podáis encontrar algún matojo con verde de esperanza y el color suave de alguna florecilla que, con su pequeña, pero colorida vitalidad, nos enseña que siempre la vida merece ser vivida.

 

 


sábado, 13 de agosto de 2022

LAS ESPINAS DEL ALGODÓN


 Harta de grifos secos y mañanas sucias, de avergonzarse de comprar a cuenta y a veces pagar con caricias no sentidas, harta de constantes apagones, de noches infinitas y de muertes prematuras, aquella joven negra se montó en una lancha “resabiada”, en busca de una nueva vida o una presumible muerte.

Tuvo suerte: arribó al resplandor de los anuncios multicolores, los escaparates repletos y los bajos sueldos seguros, aferrándose a estos como el sueño posible después de la pesadilla.

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En esta fiesta a la que había asistido, junto con unas compañeras blancas, pudo pensar en todo ello, sola en una mesa, mientras sus amigas bailaban.

Solo bailó una vez, y supo desde ese momento que ya no estaba dispuesta a volver a pagar con algo suyo unos minutos musicales en los brazos de un hombre.

Ya no tenía que “dejarse hacer” pensando en el hambre de sus hermanos, en las ausencias de su padre y en las interminables lágrimas de su madre.

Mientras sus amigas blancas bailaban, pensó en unas palabras dichas por su maestra y que creía recordar, pertenecían a una vieja cantante de jazz llamada Billie Holiday, sin saber si eran la letra de una canción o un pensamiento de la artista.

Lo que no había olvidado era la frase que hace tiempo escuchó:

“Puedes cubrir tus tetas con blanco satén, llevar gardenias en el pelo y no ver una sola caña de azúcar en kilómetros a la redonda, pero seguirás trabajando en una plantación”

Estaba en estos pensamientos, cuando un “rijoso”, con la mirada perdida en sus pechos y  el tacto pronto al “manoseo”, se acercó pidiéndole un baile.

.- “Lo siento, estoy cansada y mañana tengo que madrugar para recolectar caña de azúcar


 Billie Holiday I'll Be Seeing You