sábado, 13 de agosto de 2022

LAS ESPINAS DEL ALGODÓN


 Harta de grifos secos y mañanas sucias, de avergonzarse de comprar a cuenta y a veces pagar con caricias no sentidas, harta de constantes apagones, de noches infinitas y de muertes prematuras, aquella joven negra se montó en una lancha “resabiada”, en busca de una nueva vida o una presumible muerte.

Tuvo suerte: arribó al resplandor de los anuncios multicolores, los escaparates repletos y los bajos sueldos seguros, aferrándose a estos como el sueño posible después de la pesadilla.

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En esta fiesta a la que había asistido, junto con unas compañeras blancas, pudo pensar en todo ello, sola en una mesa, mientras sus amigas bailaban.

Solo bailó una vez, y supo desde ese momento que ya no estaba dispuesta a volver a pagar con algo suyo unos minutos musicales en los brazos de un hombre.

Ya no tenía que “dejarse hacer” pensando en el hambre de sus hermanos, en las ausencias de su padre y en las interminables lágrimas de su madre.

Mientras sus amigas blancas bailaban, pensó en unas palabras dichas por su maestra y que creía recordar, pertenecían a una vieja cantante de jazz llamada Billie Holiday, sin saber si eran la letra de una canción o un pensamiento de la artista.

Lo que no había olvidado era la frase que hace tiempo escuchó:

“Puedes cubrir tus tetas con blanco satén, llevar gardenias en el pelo y no ver una sola caña de azúcar en kilómetros a la redonda, pero seguirás trabajando en una plantación”

Estaba en estos pensamientos, cuando un “rijoso”, con la mirada perdida en sus pechos y  el tacto pronto al “manoseo”, se acercó pidiéndole un baile.

.- “Lo siento, estoy cansada y mañana tengo que madrugar para recolectar caña de azúcar


 Billie Holiday I'll Be Seeing You



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