viernes, 19 de agosto de 2022

EMPIEZA A SECARSE LA PLUMA


 

Empieza a secarse la pluma de este aprendiz de poeta, mientras vuelan por el aire palabras y sentimientos que no encuentran el necesario asidero de una página en blanco, capaz de redimirlas.

Los sueños se ahogan por falta de tiempo y la ilusión agoniza como las ascuas de una lumbre que apagan las cenizas.

Son muchos los eneros inexorables, y son tantos los pasos dados, -algunos sin sentido-, que ya lucen agujeros las gastadas y enmohecidas suelas del sentimiento.

El tiempo se hace tan pequeño y la memoria tan frágil que ya no caben los recuerdos, no se escucha el sonido de los pétalos, ni el color de las viejas sinfonías.

Dejad que ponga en vuestras manos la palabra para sentir el latir de las estatuas, para emborrachar de sol amaneceres, para evitar que las noches sean eternas, para resolver las incógnitas de esa ecuación que los dioses nos proponen.

Usarla siempre:

Cuando os de mordiscos la congoja, para las mañanas sin sonrisas, para cuando vuestra sombra tenga forma de fantasma, para componer canciones a la luna, para poner flecos de espumas de mar al logro de un poema, para cantarle al amor y otras extrañas circunstancias.

 

Este viejo árbol que ahora soy, todavía ofrece alguna sombra.

¡Aprovéchala!

Apoyados en mi tronco, al regazo de los sueños, buscar alrededor, es posible que todavía podáis encontrar algún matojo con verde de esperanza y el color suave de alguna florecilla que, con su pequeña, pero colorida vitalidad, nos enseña que siempre la vida merece ser vivida.

 

 


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