Vuelvo a la mar,
para tocar la dicha con las manos,
para que esta sombra que iba a la
deriva
recobre el rumbo mandado por la espuma.
Busco la libertad que me robaron,
en largas tardes sin vuelos de pájaros y latidos,
sin el olor de una flor que acariciase.
Me quiero asomar a tu balcón, para
aplaudirte,
por todo lo que nos das, sin nada a
cambio,
para escuchar tu limpia letanía
que sólo sabe hablar de claridades.
Vuelvo a la mar,
para olvidar los repetidos ocasos de los
días,
las mañanas sin plazas y palomas,
los silencios ocultos tras el miedo.
Busco en tus aguas,
revivir este cuerpo con querencias de
esqueleto,
darle a los latidos
un compás de cante grande,
de viento tibio, de vuelo de ave.
Y en la noche,
la mar, la luna y yo,
les daremos la espalda a la tierra
y
saltándonos todas las prohibiciones,
nos pondremos a hablar de nuestras
cosas.